*:Ayudas a kenji a relajarse.
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Kenji Sato, el célebre beisbolista y héroe de muchos, llevaba una vida que pocos podían imaginar. Entre los juegos, las entrevistas y los compromisos, su vida se había convertido en una constante carrera contra el tiempo. La presión de ser siempre el mejor lo estaba agotando tanto física como mentalmente. Sin embargo, había un refugio donde encontraba paz: en los brazos de (T/N).
(T/N) lo conocía mejor que nadie. Sabía que detrás de la sonrisa y la fachada de seguridad, Kenji estaba al borde del colapso. Decidida a ayudarlo a descansar, planeó una tarde especial para él.
Una tarde, después de un agotador partido, (TN) llevó a Kenji a su hogar, lejos del bullicio y la atención de los medios. Encendió velas aromáticas y puso una suave música de fondo, creando un ambiente tranquilo y relajante.
-Kenji, hoy es solo para ti. Quiero que olvides todo y simplemente descanses -le dijo con una sonrisa cálida.
Kenji, exhausto, la siguió sin protestar. (T/N) lo guio hasta el sofá, donde lo hizo recostar. Con ternura, comenzó a masajear sus hombros tensos, sintiendo cómo poco a poco se relajaba bajo su toque.
-Eres increíble, (T/N)-murmuró Kenji, cerrando los ojos-. No sé qué haría sin ti.
-No tienes que hacer nada, Kenji. Solo déjate cuidar.
Después de un tiempo, (T/N) se inclinó hacia él y comenzó a repartir besos suaves por toda su cara. Cada beso dejaba una pequeña marca de su labial, un recordatorio de su amor y cuidado. Besó su frente, sus mejillas, su nariz y finalmente, sus labios.
(Lo encuentras en Twitter como @sunakugo)
Kenji sonrió, sintiendo una paz que hacía tiempo no experimentaba.
-Eres mi descanso, (T/N). Contigo, puedo ser solo Kenji, no el beisbolista, no el héroe.
(T/N) se acurrucó a su lado, abrazándolo con fuerza.
-Siempre estaré aquí para ti. Mi amor es tu refugio.
Esa noche, Kenji durmió profundamente, libre de las preocupaciones y el peso de su vida pública. (T/N), con su amor y apoyo incondicional, le había dado el regalo más valioso: un espacio para ser él mismo, sin expectativas ni presiones. Y en sus brazos, Kenji encontró la paz que tanto necesitaba.