*: Te convierte en algo que odias.
Omegaverse.
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Siempre fui el centro de atención, el que todos deseaban tener cerca. No importaba si eran alphas, omegas o betas, todos gravitaban a mi alrededor. Ser un omega dominante me daba cierto poder en este mundo, pero, ¿qué importaba todo eso si no podía tener a la única persona que realmente deseaba?
T/N... mi mejor amiga, mi confidente, mi todo. Ella, un beta con una aversión particular hacia los alphas, siempre me cuidaba, me protegía de aquellos que me veían como una simple presa fácil. "No dejes que ningún alpha se te acerque, Ken. Son animales en celo, nada más," me decía con ese tono severo, pero cariñoso que tanto me gustaba. Cada vez que la escuchaba, mi amor por ella crecía, y mi obsesión también. ¿Cómo podría ella ver lo maravillosa que era si siempre estaba tan cegada por su odio hacia los alphas? Tenía que hacer algo, algo que asegurara que estuviéramos juntos, sin importar nuestras diferencias de casta.
Fue entonces cuando ideé un plan. Sabía que, como beta, ella nunca cedería a ningún deseo irracional. Necesitaba cambiar eso. Necesitaba hacerla mía de una vez por todas. Así que creé una medicina, una que alteraría su casta lentamente, cambiándola de beta a alpha. Solo tenía que asegurarme de que la tomara sin saber lo que estaba haciendo.
Una oportunidad perfecta se presentó cuando ella sufrió un pequeño accidente. No fue nada grave, pero lo suficientemente molesto como para que aceptara las pastillas que le ofrecí, diciéndole que la ayudarían a recuperarse más rápido. Era tan ingenua, tan confiada. Jamás sospechó de mis verdaderas intenciones. Y así, día tras día, tomaba esas pastillas, sin saber que estaba siendo moldeada para convertirse en lo que yo necesitaba.
Pasaron semanas, tal vez meses. Sabía que la transformación no sería rápida, pero podía sentir que algo estaba cambiando en ella. Sus reacciones hacia mí, hacia otros... todo estaba evolucionando según lo planeado. Y entonces, finalmente llegó el día en que todo culminaría.
Estaba en casa, relajado, dejando que mis feromonas llenaran el aire. Sabía que estaba entrando en celo, y que sería imposible para ella resistirlo. Estaba seguro de que, con su casta ya alterada, su cuerpo respondería de la manera que yo necesitaba. Y no me equivoqué.
Ella llegó, como siempre lo hacía, para verme. Pero algo en su comportamiento era diferente. Podía verlo en sus ojos, en la forma en que su respiración se aceleraba, en cómo sus pasos se volvían más pesados mientras se acercaba a mi habitación. Cuando abrió la puerta, nuestros ojos se encontraron, y en ese momento supe que todo estaba saliendo perfectamente.
T/N entró en la habitación, el aroma de mi celo inundando sus sentidos. Pude ver cómo luchaba por controlarse, pero también cómo fallaba en el intento. La saliva comenzaba a acumularse en las comisuras de sus labios, y sus ojos se nublaron de deseo en un amarillo intenso.
Sin decir una palabra, se subió a la cama, su mirada fija en mí, su presa. Pude sentir su aliento caliente en mi cuello antes de que lo mordiera, marcándome, reclamándome como suyo. Y en ese momento, mientras el dolor se mezclaba con el placer, supe que había ganado. Ella, mi T/N, ahora era mía para siempre.
Pero mientras me dejaba llevar por la euforia, una pequeña voz en el fondo de mi mente me preguntaba: ¿Qué he hecho? ¿Qué pasará cuando se dé cuenta de la verdad? Pero la apagué rápidamente. No importaba. Ahora estábamos juntos, y lo estaríamos hasta el final de nuestros días.
Afuera, la noche caía, cubriendo el mundo en oscuridad, mientras dentro de la habitación, el suspenso y la locura crecían con cada segundo que pasaba. Y en ese momento, supe que habíamos cruzado una línea de la que nunca podríamos regresar.
Y recuerden si el universo no los quiere juntos ¡FUÉRCENLO!