Capítulo 3

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Hinata llegó con su bicicleta cabizbajo a su casa, caminó el último tramo en soledad, aprovechó para martirizarse mentalmente, cómo podía ser que su odio se haya transformado en algo más, siempre le habían gustado las mujeres, como la pequeña Megumi de la secundaria, ella que era tierna y bella, muy bella que tenía a todos los hombres idiotizados, su carita era redonda, su piel blanca, nariz pequeñita, pelo liso y negro que casi llegaba a ser azulado de lo oscuro, ella, que siempre sonreía, cómo podía ser que ahora le gustara un hombre que siempre estaba con cara seria y con el ceño arrugado... Algo definitivamente andaba mal con él, tal vez, sólo tal vez, era una confusión, sí, eso debía ser, una simple confusión, se había enfocado tanto en superarlo, lo tenía tan presente, dependía de él para hacer sus tiros de algo que realmente amaba, que se había confundido, su odio se había transformado en admiración. "¿Pero por qué me pongo nervioso cuando está cerca mío?... ¿Por qué siento escalofríos cuando siento el roce de su cuerpo?... ¿Por qué me pongo fucsia cuando me mira?... Esos son síntomas de Kageyamitis, realmente estoy enfermo".

Dejó su bicicleta en el patio, su madre salió a recibirlo, mientras se sacaba los zapatos.

— Hola Shoyou, ¿cómo estuvo tu día? — sonreía con esa dulzura que solo una madre posee al ver a su amado hijo.

Iba a abrazar a su hijo cuando llega su pequeña hija y se tira al cuello de Hinata.

— Hermanito, ¿jueguemos? — lo apretó tanto que lo estaba ahorcando con sus pequeños brazos, plantó un besito en la mejilla de Hinata que lo hizo realmente feliz, pero su cerebro lo traicionó y pensó cómo sería un beso de Kageyama — pufff oles mal.

— Las hermanas pequeñas no ahorcan a sus hermanos mayores y no le dicen oles mal, es hueles maravillosamente — le respondió sonriendo y tomando los bracitos alejándolos de su cuello, a lo que su hermana hizo un pequeño puchero — no pongas esa carita — le agarró las mejillas y las tironeó con suavidad. Trató de que desapareciera la imagen de Kageyama, "fuchi, vete, sal de una vez por todas" — bueno, juguemos pero antes debo comer, ah y se dice "ju-gue-mos", no "jueguemos" —  miró a su madre — ¿qué hay para comer? — su estómago rugió al sentir el olor de la comida.

— Karaage, sé que te encanta — feliz se dio media vuelta y dijo — te sirvo cuando estés listo, lávate las manos, báñate, está lista la tina con agua caliente y cámbiate de ropa antes de cenar.

— Ossu — miró a su hermanita que aún tenía el puchero en su rostro — no me pongas esa carita que me da pena — le sonrió y se levantó.

— Güeno, voy a jugar... te espeyo en la pieza — se alejó dando pequeños saltitos.

Hinata se dirigió a su pieza pero antes pasó al baño para lavarse las manos, de nuevo su pensamiento fue hacia el ceñudo, suspiró resignado, de ahora en adelante sería así, mejor acostumbrarse rápido, ¿no?. En el baño abrió la llave y llevó el líquido hasta su cara, se la refregó intentando borrar el olor pútrido y sus pensamientos, por lo menos por un momento, se lavó las manos, se sacó la polera y puso sus manos alrededor de su cintura, intentando juntarlas sin dejar de tocar la circunferencia de su abdomen y espalda, ¿cómo hacen las mujeres para sacar cintura?, se preguntó, se miró al espejo decepcionado de su cuerpo, nunca antes se había fijado en otra cosa que no fuera su altura, nunca antes había pensado en otra cosa que no fuera el voleibol, volvió a suspirar, los suspiros se estaban volviendo crónicos, definitivamente eran un signo de Kageyamitis, se giró de medio lado para observar su trasero, era pequeño pero redondito, bien formado, por primera vez en su vida deseo haber nacido como mujer... Rápidamente alejó ese pensamiento, Sawamura san tenía razón, debía estar concentrado en lo que venía, no podía darse el lujo de distraerse en tonteras como el tamaño de la cintura.

"Se supone que como hombre me debería preocupar por el tamaño de mi miembro en vez de la cintura, maldito Kageyama que me haces pensar estupideces", se terminó de vestir y se metió en la bañera, el agua lo relajó, sus músculos se soltaron y un estupor profundo lo atacó, volvió a pensar, "mmm si me gusta Kageyama me debería excitar con él, mmm nunca he imaginado algo así, sí, sólo debe ser confusión, sí, eso es... O tal vez, como no lo había aceptado no se ha dado la situación, aaaah, deja de pensar estúpido Hinata", se sumergió en el agua dejando escapar un poco de aire por la nariz, creando pequeñas burbujas que subieron a la superficie. Levantó su cabeza para inhalar profundo y botar lentamente, salió de la bañera dejando el piso del baño mojado, se le olvidó la toalla por lo que tuvo que gritar para que alguien se la trajera, su hermanita tocó la puerta con la toalla en las manos, le agradeció y se secó, luego volvió a mirarse al espejo, "uf, creo que me estoy volviendo obsesivo". Salió del baño, caminó arrastrando los pies hasta su pieza, se cambió de ropa, bajó la escalera y comió, le entró un sopor que lo noqueó, se negó a jugar con su hermanita y se fue a acostar.

Kageyama estaba entrenando temprano, se había conseguido la llave del gimnasio, Hinata lo espiaba desde la entrada, "maldito Kageyama, se suponía que yo iba a entrenar más que tú". El chirrido de las zapatillas contra el suelo le indicaban que el ceñudo se estaba moviendo, aprovechaba esos momentos para mirar, luego de aceptar que le gustaba comenzó a apreciar verlo, pero ya no lo podía mirar directamente porque se ponía muy nervioso y se ruborizaba cuando lo pillaban.

Kageyama estaba sudoroso, el pelo se le pegaba a la frente, se pasó la mano por el cabello para despejar su vista, agarró el balón, lo lanzó al aire y al contacto con sus manos tiró apretando sus dedos, el esférico recorrió el trayecto paralelo a la red y pasó de largo, chasqueó la lengua decepcionado, el balón se escapó y rodó hasta fuera del gimnasio, Hinata intentó esconderse pero Kageyama salió corriendo y lo pilló in fraganti.

— ¿Qué haces acá? — arrugó la frente.

— Eeeh, yo... Estoooo... Lo que pasa es que... Yo... Nada — el calor comenzaba a encender sus mejillas.

— ¿Cómo que nada?, ¿acaso estás solo parado ahí?

— Eso no te importa estúpido Kageyama — bajó la cabeza intentando esconder su sonrojo y se tomó las manos en su espalda.

— ¿Me estabas espiando?

— Eeeh... Yo... — se calló, lo habían descubierto, ya no sacaba nada con mentir, pero se negaba a admitirlo — me voy — sin levantar la cabeza comenzó a girarse cuando sintió una mano que lo tiró hacia atrás — ¿qué?, ¡oye suéltame! — "no, debe estar muy enojado, pero no creo que estar espiando sea taaaan grave, ¿o sí?, aaaah estúpido Kageyama que me confundes".

— No te vayas — dijo con una voz melancólica — practica conmigo, la levantaré para ti.

— ¡¿ En serio?!, ¿de verdad?, ¿no estarás jugando conmigo? — Hinata estaba emocionado, su corazón latía a mil por hora, bombeada tanta sangre por minuto que sentía como la sangre corría por sus venas, sus grandes ojitos brillaban de la euforia, una sonrisa se dibujó en su carita ruborizada.

— Sí, imbécil, o si no no te lo estaría diciendo... mphff — bufó y soltó a Hinata.

— Oooooooh — exclamó mientras apretaba su puño semi levantado, dio un pequeño saltito de alegría aplaudiendo al final, se veía adorable, sonrojado, con brillo en los ojos y con una sonrisa encantadora.

— Vamos...

— ¡Ossu!

Era muy temprano, las 5:30 am, tenían tiempo de sobra para entrenar... O eso creía Hinata...

Volemos (yaoi) [ Haikyuu] [kagehina] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora