-Ven, vamos a nuestra habitación- dijo Romeo jalandome. En esta habitación había pasado tantas situaciones, unas bellas otras tristes, pero al fin y al cabo siempre volvía con el hombre al que siempre he pertenecido... mi Romeo. Estaba totalmente renovada, llena de rosas rojas, yo odiaba las rosas, no le encontraba sentido, pero eso cambió cuando Romeo llego a mi vida y siempre me envía flores, generalmente rosas rojas o blancas y ahora es un detalle que me vuelve loca, amo las rosas! -¿Te gusta?- dijo abrazándome por la cintura. -Me encanta- le dije sonriendo. -Bueno ahora que ya te he mostrado todo esto... es hora de que me des mi regalo- dijo sonriendo perversamente. -No te compre un regalo- le dije fingiendo tristeza. -Tu eres mi regalo- dije apretándome a su cuerpo, deslizando sus manos hasta llegar a mi trasero y darle un apretón. -Eres muy mano larga- le dije riéndome. -Eres mía, no es así? Cada parte de ti me pertenece.- dijo dándome un corto beso en los labios. -No podría mentirte y decirte que no es así.- le dije riéndome. Me giro en sus brazos y quedo detrás de mi, comenzó a bajar el cierre de mis vestido con mucha lentitud, mientras me daba besos húmedos en los hombros y el cuello, cuando bajó en cierre por completo, dejo caer mi vestido al suelo, y me volvió a girar para quedar frente a frente. -Eres tan jodidamente perfecta- dijo chupandose los labios. Camine para atrás, hasta llegar al borde de la cama y me acosté boca arriba recargada en ambos brazos. -Vamos bombón, desnúdate para mi- le dije con picardía mordiéndome los labios. -Discúlpeme señorita, pero mis servicios sexuales tienen un costo de $20mil dólares- dijo desabrochando los botones de su camisa. -Puedo pagarlo- le dije sonriendo. -¿Y que opina su marido de esto?- dijo levantando una ceja. -No me atiende bien, así que me orilla a contratar hombres jodidamente sexys como usted.- le dije sonriendo, mientras veía cómo se quitaba la camisa. -Ah no te atiendo bien?- dijo desabrochando su pantalón. -No últimamente. Se quitó el pantalón y se quedó solamente con sus bóxers negros, que le quedaban tan bien, era tan sexy, no podía dejar de ver su Bien formado cuerpo, su abdomen, su pecho, sus hombros y ese gran bulto que se marcaba en sus pantalones. -Estas tan jodidamente cogible- le dije mordiéndome los labios. -¿Quieres cogerme?- me dijo sonriendo, poniéndose encima de mi con esa mirada felina, cuando están acorralando a su presa.
-Si- le dije casi en sus suspiro, comenzó a besarme, chuparme los labios, introducir su lengua en mi boca, mientras soltaba leves gemidos, cuando su cuerpo tocaba el mío, se saco los bóxers y prosiguió a quitarme mi calzón, comenzó a darme besos por las piernas, mientras iba subiendo lentamente hasta llegar a mi monte Venus. -No se que tan perverso sea lo que te voy a decir... pero amo el olor de tu exitacion.- al decir eso pego su nariz a mi, lo cual me puso caliente, muy caliente.-Pero más me gusta tu sabor- dijo y me abrió las piernas bruscamente. Pasó su lengua por mis labios, entrando cada más al fondo, hasta llegar a mi clitoris, el cual rodeaba con su lengua y después succionaba, estaba matándome de placer, baje mi mirada y él estaba viéndome, sus pupilas estaban dilatadas por la exitacion, pase mis manos por su cabello, acariciandolo al ritmo que su lengua mantenía en mi. Al separarse, limpio de su barbilla todo el flujo de mi placer con su mano y después la lamió, lo cual me puso muy muy caliente. Comenzó a subir por mi abdomen
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mientras dejaba besos en su recorrido hasta llegar a mi boca. Me beso con pasión y en un movimiento ágil, nos giro, dejándome arriba de él. -Ahora si amor, cogeme- dijo mientras sostenía sus manos en mi cintura
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, Desabrocho mi brasier y comenzó a masajear mis pechos, mientras yo me frotaba en su miembro, llenándolo de mi lubricante natural. Me levanto por las caderas, mientras yo tomaba su duro miembro para guiarlo a mi entrada, de un rápido y abrupto senton lo introduje en mi, lo cual me hizo soltar un sonoro grito, que retumbó en todo el departamento. -Eso amor, me gusta escucharte.- decía con sus manos en mi cintura. Comencé a moverme y a brincar en su miembro, buscando mi propio placer, me estaba cogiendo a mi marido, ese hombre que me volvía loca, que me hacía perder el juicio con tan solo sonreírme. Perdí la cordura cuando con su dedo comenzó a frotar mi clitoris, sentía como su miembro se expandía más y más, mientras que las paredes mi vagina se contraían a su alrededor. -Mierda- dijo en un gruñido y apretaba más mi caderas para que bajara con más fuerza. Sentí como un escalofrío recorría mi cuerpo, estaba retorciéndome en mi propio placer, ver su rostro exitado me daba más razones para ponerme a si, seguía brincando encima de él, coloque mis manos en su pecho cuando estaba apunto de llegar. Sentí como todo su espeso líquido se derramó en mi interior, pero yo aún no llegaba al punto máximo. Me giro, quedando en cima de mi, y comenzó a embestirme con fuerza, entraba y salía de mi, mientras con uno de sus dedos estimulaba mi clitoris. -Vamos mi amor, dámelo, dame lo que quiero.- decía agitado con la voz enronquecida.
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Arquee mi espalda y En un suspiro le entregue lo que me pedía, me desplomé en la cama y él encima mío, estaba tan agotada, que en cualquier momento me quedaría totalmente dormida.