Aléjate de mi hija.

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Para la buena y mejor suerte de Haseul, sus padres no se encontraban en su casa.
No tenía ni idea de donde estaban, pero prefiera quedarse calladita y no invocarlos cuando tratará de llamarlos.

Kahei estaba bastante impresionada por la casa de Haseul. No era una mansión, pero le impresionaba el orden, la limpieza y lo linda que estaba decorada la casa.

Lo primero que hizo Haseul apenas entró en casa, fue lanzar su mochila al sofá y correr por un botiquín, con tal de curar las heridas de Kahei. O por lo menos las más visibles.

La mayor se sentó en el sofá de la sala con sus manos juntas entre sus piernas. Se veía demasiado inocente.

-Muy bien, antes que todo, curaremos ese labio. -Haseul se dirigía a la sala donde Kahei se encontraba sentada.

Si bien el dolor había disminuido en las últimas horas, aún le ardía. Y sabía que cuando la menor colocara alcohol en su labio, le ardería aún más.

La menor se arrodilló frente la pelirroja y dejó el botiquín al lado de ella, lista para comenzar a curarlo.
Tomó algo de algodón y junto a él, una pequeña botella con alcohol. Hasta a ella misma le dolía curar ese labio todo golpeado.

-Necesito que te quedes lo más quieta posible. -pidió y la contraria asintió con su cabeza, aún estando segura de que no lo lograría.

Haseul le dedicó una adorable sonrisa y procedió directamente a curar de manera delicada el labio inferior de Kahei.

La pelirroja se movió hacia atrás con brusquedad al sentir el algodón blanco con el líquido en el. Le ardía bastante y Haseul lo entendía, sin embargo no lo hacia con intención alguna.

-Vamos, es solo un rato. Después vemos una película ¿te parece?. -sonaba tentador y Kahei claramente no se negó. Sonrió de esa manera que Haseul amaba, dejando que su sonrisa fuera la más hermosa y adorable del mundo. Así lo veía la de cabello corto.

La verdad es que en los últimos cinco minutos, Kahei intentó ser la persona más fuerte del mundo, aguantado el horrible ardor que le generaba esa limpieza y curación a su herida.

Era algo así como un "profundo" corte en la parte inferior del labio. Algo que sin duda era bastante doloroso.

La mirada de Haseul se centraba exclusivamente en el labio de Kahei, mientras que esta miraba de manera compleja a Haseul curando muy concentrada la herida.
Mentiría si decía que su novia no era la mejor persona del mundo.

Había tenido distintas parejas en un pasado lejano y ninguna le había prestado la atención que Haseul daba en ella. Nadie la había querido tanto como la de cabello corto.

-Muy bien, creo que está listo. No soy la mejor curando heridas, pero algo aprendí donde mis abuelos. -Haseul guardó ordenadamente las cosas que utilizó en el botiquín, el cual contaba con diversas cosas que tampoco eran las mejores del mundo. Era lo justo y necesario.

Kahei sonrió y cuando vio que la menor dejaba de ordenar esa cantidad de cosas y se disponía a mirarla a ella, se abalanzó sobre su cuerpo generando un abrazo lleno de amor.
La contraria lo tomó por sorpresa, pero eso no fue motivo de no corresponder. La rodeo sus brazos por la cintura de la pelirroja.

-Gracias por tu preocupación. -murmuró la mayor, dejando posar su barbilla en el hombro de Haseul.

-No es nada. Lo hago porque eres mi novia y porque te quiero demasiado. -la voz de la menor se escuchaba cerca de su odio. Era cálido y acogedor, prácticamente deseaba escuchar esa voz lo que le restaba de vida.

Tal vez escucharla mientras dormía junto a Haseul o simplemente abrazadas entregándose mucho amor.

Tal vez escucharla mientras dormía junto a Haseul o simplemente abrazadas entregándose mucho amor

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crónicas de una adolescente | loona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora