Entre cobijas.

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Jungeun y Jinsol no tenían en sus planes de salida, una potente lluvia.

No sabían cómo irse y de que manera hacerlo.
La casa de Jungeun quedaba al otro extremo de la de Jinsoul, y para las dos era un reto saber a qué casa ir.

Aunque el centro comercial estaba más cercano a la casa de la rubia, poca seguridad tenía la castaña clara de recibir una buena "bienvenida" por parte de sus padres.

Pocas veces pudo ver al padre de Jinsoul en las fiestas que realizaba la escuela, y podía deducir que tenía la pinta de ser un hombre bastante frío, al igual que estricto y poco amable.

Tal vez era exagerado, ya que con Jinsol el único lazo de relación que tenía era de amigas. Supuestamente.
Así que miedo prácticamente no debía sentir, sin embargo no podía controlar los nervios sobre hacerse la idea de que podía estar en casa de Jinsol.

Ambas miraban hacia fuera, con tal de encontrar alguna manera de irse a casa sin empaparse o sufrir un fuerte resfriado.

Podían comprar un lindo paraguas para poder pasar por la lluvia, pero la verdad es que Jungeun no tenía dinero suficiente para comprar uno y Jinsol extraña vez andaba con su billetera en mano.
Ese día, ella no tenía su billetera en mano, por lo que no existía dinero en su bolsillo.

-Te quedarás en mi casa. -ordenó la rubia repentinamente.

Jungeun abrió sus ojos de par en par, aún sin poder creer las palabras de la persona que tenía a su lado.

-¿Que? No, no me quedare en tu casa. -sonó nerviosa, casi con temor.

Jinsoul rodó los ojos con fastidio y se dedicó a responderle a Jungeun, y darle razones por las cuales debía quedarse en su casa.

-Por dios, Jungeun. Estas loca si crees que dejaré que te vayas a tu casa con esta lluvia. -eso tenía algo de razón, solo que no fue suficiente para que la castaña clara se la diera.

-No es necesario, además... no quiero incomodarte. Incluso no pienso dormir en el suelo, Jinsol. -junto a una mueca reprochó, cosa que le pareció bastante adorable a la rubia, la cual terminó sonriendo ante la ternura de la contraria.

-Bueno, veremos después donde dormirás, pero de que te vas a quedar en mi casa, lo harás. Mis padres no dirán nada, además dudo que estén en casa. Así que no incomodaras a nadie. -Jungeun pensó algunos momentos su respuesta, y a pesar de que tenía más que claro que si decía que no Jinsoul la llevaría a la fuerza, se negaba rotundamente a aceptar ella misma la propuesta.

-No creo que sea necesario... -fue interrumpida por el dedo índice de Jinsoul apoyado sobre sus labios.

Si para ella era algo que la ponía nerviosa, para Jinsol parecía ser algo totalmente normal.

-Por una vez en tu vida dime que si, sin reproches. -la supuesta orden que la rubia colocó, la hizo sentirse verdaderamente intimidada.

La misma persona que le odiaba los cariños, abrazos o simplemente cosas tiernas, se había sentido intimidada por una muchacha rubia que era lo más adorable que podía haber.

Aquello pocas, por no decir ninguna, personas podían lograrlo. Tal vez Jungeun se sintió una sola vez en su vida intimidada y era por esa ocasión en la que su hermano se enojó demasiado con ella, hasta tal punto de amenazarla con pintar con crayones su habitación.

Podía considerarse como la única vez que alguien la intimidó. Pero cuando Jinsoul le generó aquello en su cuerpo, sinceramente si se sintió intimidada.

-Muy bien, Jungie. ¿Como nos iremos a casa?. -la menor no respondió inmediatamente y eso ya le precio extraño a la rubia, por lo que volvió a hablar. -¿Jungie?.

crónicas de una adolescente | loona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora