Haseul.

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—¿Alguna otra sugerencia?. —Haseul mantenía su postura firme y golpeaba contra su mano, aquel palo de madera que ocupaba como presidenta de la clase.

Una mano se levantó entre tantos alumnos. Haseul señaló a aquella persona con el palo de madera.

—¿Podríamos pedir que nos den mejor comida en la cafetería?. —aquel chico bajo su mano apenas comenzó a hablar. Se veía cierta ilusión en sus ojos y todos los demás sonrieron ante aquello.

Haseul y también la maestra, suspiraron agotadas.

Haseul era presidenta desde que tenía catorce años. Mucha gente sentía que ella era la indicada para dar ordenes o ayudar a los alumnos cuando lo necesitaran.

—No, no podemos hacer eso, Chanyeol. —el chico y junto a todos los demás se quejaron en un tono alto. La maestra tuvo que mandar a callar a todos.

Haseul suspiro y procedió a mantener una sonrisa en su rostro, como signo de que nada le molestaba.

—¿Otra sugerencia?. —nadie dijo nada durante varios segundos. Haseul terminó por suponer que no habían más sugerencias, así que dejó el dichoso palo de madera en la mesa de la maestra y se encaminó a pasó pesado hasta su lugar.

Estaba bastante cansada de ser presidenta y más con los compañeros que tenía.

No era mala educada, para nada. Pero el hecho de haberse ido a sentar a su lugar sin antes decir un "Gracias" o alguna otra cosa, era por que el cansancio la estaba consumiendo. Además, hace pocos días había llegado de Islandia y recién había entrado a la escuela.
Al parecer solo la extrañaban por ser presidenta.

—Bien... —la maestra comenzó a hablar y antes de decir todo, carraspeó. —Seguiremos con la clase. —todos se quejaron, pero la maestra rápidamente calló cada ruido. —Haseul, antes de que salgas a receso, quiero hablar algo contigo.

Haseul asintió desde su puesto y nada más se dedicó a prestar atención a lo que restaba de clase.
Muchos le dedicaron miradas de desagrado, pero no le presto importancia.

Haseul tenía dieciocho años, los había cumplido hace tan solo tres meses atrás. Era tierna y amable. Inocente y también algo torpe en lo que se trataba de hacer amistades o coquetear con alguien, pero era muy inteligente. Tenía el mejor promedio de la escuela y también de su clase. Mucha gente la envidiaba por eso.

No era lo que se llamaba "desagradable", era muy dulce. Pero cuando estaba cansada o no tenía ganas de hacer prácticamente nada, si podemos decir que era algo desagradable, como cualquier otra persona que podría pasar por ese momento.

La clase ya había terminado, sin que Haseul se diera cuenta. Estaba más metida en sus pensamientos, que en la misma clase de historia.

El timbre sonó y casi todos salieron de a poco del salón.

—¡Y recuerden que la historia es importante!. —la maestra gritó aquello hacia la salida, donde todos ya estaban saliendo en dirección a la cafetería.

La mujer miró a Haseul, todavía guardaba sus cosas. Obviamente hablaría con ella, así que apenas vio que Haseul comenzaba a colocar su mochila entre sus hombros, la llamó.

La de cabello corto fue hasta la mesa de la maestra y dejó que hablara todo lo que tuviera que hablar.

—¿Te encuentras bien, Haseul?. —la nombrada no hizo ni gesto alguno, ni tampoco dijo algo. ¿Realmente estaba bien, como para decir "si, estoy bien"?.

—Tal vez... —Haseul bajo su mirada. Estaba algo agotada, eso era seguro, pero...¿que más le pasaba?.

—Eres una gran alumna, Haseul. Una excelente amiga e hija...¿que sucede?. —eso sucedía. Haseul era todo.

crónicas de una adolescente | loona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora