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Las cosas interesantes comenzaron en la última clase de Heejin.

Todo mundo la veía y murmuraba cosas muy cerca de ella.
No les importaba la distancia, tenían la intención de hacer que Heejin escuchara cada mínima palabra.

Cuando entró a clase, no entró como una chica que se sentía segura de hacer eso. No.

Heejin entró como si fueran a golpearla adentro del salón. Entró con miedo, duda, y sobre todo vergüenza.
Se sentó en su asiento correspondiente, dejó su mochila a su lado en el suelo, y apenas comenzó a buscar sus libros para su última clase, los murmullos la hicieron ponerse alerta.

Ella podía escuchar a cuatro chicas aproximadamente, hablando a sus espaldas de manera literal.

Prestó atención a cada palabra y, si era sincera, no eran palabras con las cuales uno debería sentirse bien.

-Es una suelta. -murmuró una.

-No hay que confiar en ella. -la secundo otra.

-Maldita perr... -ya no quería seguir escuchando más.

Heejin no sabía si reclamar o no. Decirles algo o simplemente quedarse callada, como muchas veces lo hacia.

Era cierto que la castaña oscura tenía una cierta popularidad por ser atractiva, responsable y muy buena en el canto. Pero eso no quitaba el hecho de que gente "estúpida" estuviera tras ella, creando chismes o criticándola de una manera desagradable.

Siempre trataba de ocultar aquel mal estar que le hacían pasar esos comentarios que mágicamente llegaban a sus oídos.
Ese era un momento perfecto para explicar las cosas que Heejin llegaba a sentir cuando hablaban mal de ella.

No se consideraba la mejor persona del mundo, pero tampoco se consideraba una estúpida mierda, digna de ser lo peor de lo peor del mundo.

Era boba, como cualquier persona. Era idiota en el amor, como cualquier persona que se enamorara.

Pero no era una suelta. Tampoco una sin vergüenza o una verdadera estúpida, que nada más pensaba en si misma y en hacer crecer su popularidad, sin importarle pasar a llevar a los demás.

Heejin tenía sentimientos, y era débil ante aquello.
No era una maldita pierda que soportaba todo. Si era fuerte, pero era capaz de derrumbarse en cualquier momento.

Sacudió su cabeza y tragó ese horrible nudo en su garganta. La clase comenzaba en pocos minutos y tenía la oportunidad de ver su teléfono.

No lo había visto desde la mañana, y vaya que las notificaciones que tenía eran varias.

Casualmente, un mensaje de Hyunjin se vio en su pantalla principal.
Ignorado la cantidad inmensa de notificaciones que tenía en su teléfono, abrió el mensaje de Hyunjin.

Jinnie~
» Ojalá te sientas mejor. Recuerda que te amo.

Apenas vio aquel mensaje se sintió un poco mejor. Le precia increíble el efecto que Hyunjin podía causar en ella.

Claro que su felicidad duró poco tiempo, y en un movimiento de rapidez, una de las cuatro chicas que estaba detrás suyo le arrebató el teléfono de las manos.

Heejin se dio media vuelta alarmada, dejando ver a las cuatro idiotas, cuyo objetivo era hacerle la vida imposible a la castaña oscura.

-Pero que tierna que eres. -dijo una de ellas, de la manera más hipócrita que Heejin podía haber escuchado.

-Dame mi teléfono. -pidió, sin embargo no se lo entregaron.

-Acláranos algo, Heejin-ah. ¿Sales con Ryujin, con Hyunjin o con las dos al mismo tiempo?. -como odiaba esas situaciones donde la hacían sentirse peor.

crónicas de una adolescente | loona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora