Kim Lip.

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—Es solo que hagas el trabajo conmigo, Jungeun. Créeme que si hubieran más personas que hubiesen reprobado, no lo haría contigo. Pero fuiste la única. —Jiwoo insistía constantemente, mientras que Jungeun le restaba importancia a cada una de sus palabras y continuaba con su mirada fija en la pequeña pelota de ejercicio que tenía entre sus manos.

—No haré un trabajo para que tú no salgas perjudicada. Si yo no quiero hacer ese estúpido trabajo, no lo hago. Tú no serás una excepción. —Jiwoo bufó hartada.

Kim Jungeun, la chica menos amigable y agradable de los alrededores, lastimosamente había reprobado ciencia sociales.
Cuando se enteró de aquello, tuvo la oportunidad de arreglar sus calificaciones mediante un trabajo, pero Kim Jiwoo también había reprobado. Así que a la maestra no le ocurrió mejor idea que ponerlas a ambas en el trabajo.

Jiwoo y Jungeun tenían una relación malísima y a la última nombrada le encantaba llevarle la contraria, pero detestaba pasar tiempo con ella.
Así que...las rivalidades entre ambas eran más que comunes.

—Jungeun, por favor. No pienso repetir otra vez el curso. —Jiwoo necesitaba terminar ese trabajo. Era su única oportunidad de poder pasar con un buen promedio el curso.

A Jungeun claramente no le importaba. Fuera bueno o malo, le daba exactamente lo mismo. Y como no quiso responder a las súplicas de Jiwoo, esta suspiró cansada.

—Hablemos con la maestra para arreglar esto. Por lo menos para que lo hagamos por separado.

Eso sonaba tentador ante los odios de Jungeun. Obvio que quería pasar la materia, pero si era con Jiwoo, prefiera mil veces reprobar.

Lo pensó solo unos momentos y terminó por aceptar.

—Esta bien, pero después me dejas tranquila. —ordenó en un tono frío. Bastante común en ella.

Jiwoo asintió de manera rápida, esperando que la castaña se levantara del suelo y fueran inmediatamente a hablar con la maestra.

Jungeun no tardó en hacer lo que la de flequillo quería. Entre las dos se miraron de mala manera, nunca había buen ambiente si ellas estaba juntas y establecían una conversación.

—Eres irritable. —dijo Jungeun, comenzando su paso rápido hacía a la sala de maestros.
Jiwoo fue detrás de ella con una expresión de indignación.

—¿Acaso tu te crees muy amable y agradable?. —Jiwoo sonó molesta mientras intentaba ir al mismo paso que Jungeun.

—Agh, mejor cállate, pingüino rosado. —Jiwoo odiaba ese nombre y Jungeun lo amaba.

Si había algo que destacar de la castaña, era su forma de fastidiar a los de su alrededor. Obviamente a los que le caía mal, por que cuando había gente que no conocía, para ella eran prácticamente inviables.

Jiwoo no hizo esfuerzo de responder, solamente guardo su rencor para ella misma.

Entre las dos terminaron en llegar a la sala de maestros. Jungeun se atrevió a tocar unas cuantas veces, hasta que alguien les abriera.

No tardó mucho en suceder eso. La maestra de sociales abrió la puerta y detrás de su hombro se veían dos chicas más sentadas en sillas, frente en el escritorio de la mujer.

Jungeun no quería convivir con gente que no conocía. Era lo peor que podía vivir.

La castaña destacaba por eso. Por ser malísima socializando y por ser bastante desagradable con quien se le daba la gana serlo. Aveces hasta un poco grosera, pero le daba exactamente lo mismo si les afectaba algo o no. Y si llegaba a tener amigos, era una sola persona. Y ni siquiera consideraba al cien por ciento a esa chica como su "amiga".

crónicas de una adolescente | loona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora