Es la realidad.

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Una semana después...

Heejin juraba que después de todo, estar un mes fuera de Corea le haría bien.

Lejos de todo lo que le hacía mal y en sí lo que en algún momento le generó cierto sentimiento de felicidad, que ya no era posible de volver a retomar. Por lo menos no según ella.

Colocaba ambos mangos de su mochila sobre sus hombros y a la vez cerraba el cierre de su pequeña maleta.

Su tía la miraba con cierto aire de tristeza y aún no podía creer que esa sería la última vez que vería a Heejin. Ya no la vería en casa en todo un mes y no sabía cómo tomarse eso.

-¿Nerviosa?. -preguntó con intenciones de ser cálida y cariñosa, a lo que Heejin simplemente suspiró.

-Creo... -su tía sonrió de lado. Ya eran las once de la mañana, su vuelo salía en una hora más y debía de estar si o si en el aeropuerto.

Bajo toda esa apareciera de chica buena. De una chica que vestía decente, que tenía bonitos diseños en su mochila, que su maleta reflejaba cierto interés por el viaje que haría y que en sí, era bastante atractiva, habían cicatrices físicas y psicológicas.

Tenía más de tres moretones en ambos de sus brazos, al igual que en su abdomen.
Todo lo cubrían sus ropas largas. Las sudaderas o suéteres que se dignaba a ocupar.

Si alguien veía esas marcas, era fácil salir de la pregunta que le podrían hacer. Simplemente diría; me golpeé.

Sus cicatrices emocionales que crecían mediante más días pasaban, nadie las podía notar. Por lo menos no tan fácilmente.

-Apresúrate que llegarás tarde. -la mujer comenzó a dar pequeños aplausos tratando de expresar lo mejor, con su mejor cara.

Heejin dio pasos continuos hasta salir de la casa. Guardó su maleta en los asientos traseros del auto de su tía y se sentó en el asiento de copiloto, colocándose automáticamente el cinturón.

Lo hizo sin siquiera pensarlo, fue algo automático y luego de aquello, suspiró.

Estaba nerviosa, no podía negarlo. Pero tal vez era lo mejor, le haría el favor a muchos si se iba por un mes.

Su tía se subió a su lado y después de segundos, ya estaba conduciendo en dirección al aeropuerto.

Ver a su padres le generaba nerviosismo. No los veía desde que tenía memoria y no recordaba cual fue la ultima vez en la cual hablo con ellos.

Suponía qué tal vez, simplemente tal vez, hablar con ellos podría solucionar algo o quizás no solucionaría nada.

Heejin estaba demasiado cansada. Física y emocionalmente.
Prácticamente no dormía en toda la noche, como mucha suerte unas dos o tres horas. Si comía algo, mucha veces dejaba la mayoría de la comida sobre el plato y se excusaba con la típica frase de; no tengo hambre.

Si salió de su casa, fue principalmente para ir a un negocio y traer lo que su tía le pidió, y aquello solo fueron unas dos veces.

La llamaban, pero ella simplemente no contestaba. Habló por chat con Ryujin y le contó a simples palabras que se iría a Francia por un mes.

Ryujin estaba al tanto que ese mismo día Heejin tomaba su vuelo para no regresar en un mes. Sin embargo, debía de cierta manera detener eso.

Es decir, veía a Heejin rara desde más de dos semanas. Faltó a la escuela por una semana y media, y nadie le dio detalles de su ausencia.

Con que solo le dijera que se iba a Francia, justificaba ciertas cosas de su comportamiento.

No sabía con exactitud que tenía, pero podía asegurar que ella también pasó por eso.

crónicas de una adolescente | loona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora