Tú felicidad, es mi felicidad.

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La mujer subió las escaleras, dudando demasiado de haberle hecho caso a su sobrina.
Sabía que Heejin tenía todo el derecho de ver a sus padres, pero le parecía extraño su comportamiento. No sabía por qué de un momento a otro, Heejin cambió de opinión sobre irse a Francia.

La puerta de la habitación estaba entreabierta, suponiendo que Heejin se encontraba despierta.

A pesar de que la puerta estaba junta, debiendo golpear unas cuantas veces para asegurarse de que podía pasar.

-Entra... -escuchó la grave voz de Heejin y sin pensarlo mucho entró.

La habitación entera era un desastre; poca luz existía en ella, habían prendas de ropa tiradas por el suelo y una pequeña caja de remedios tirada sin más en el suelo.

Su tía no entendía nada, sobre todo el comportamiento que Heejin tenía en esos momentos.

-Heejin... ¿por que tienes remedios tirados en el suelo y hay tanto desorden?. -solo pudo escuchar el suspiro frustrado de su sobria hacerse presente. ¿Que le pasaba para actuar así?.

-Simplemente me dolía la cabeza, eso. No es nada. -en su tono de voz se notaba cierto fastidio y cierta molestia, que no tenía justificación. Por lo menos no para la tía de Heejin.

-Deberías de ordenar, está todo muy desordenado. Además, prende siquiera la luz. -Heejin estaba irritada. No estaba en condiciones para reaccionar bien, para poder ser cariñosa y ser amable. Estaba en el fondo de su vida.

-No importa... ¿que pasó?. -su tía frunció su ceño. No entendía ese comportamiento.

-B-Bueno... -la mujer carraspeó. -Hable con tus padres, dijeron que sí te recibirán. Mandarán el dinero mañana y solamente debes de comprar el pasaje, tú verás para cuando...

Era difícil estar lejos de Heejin. Toda la vida estuvo con ella, dejarla ir a un país por meses era difícil.

-Está bien... mañana veré para cuando comprarlo. -su tía asintió levemente con su cabeza, apretando sus labios entre sí.

-Claro... -murmuró y ya era momento de salir de la habitación. No sabía que más hacer dentro de ella, el ambiente era desagradable y tenso. -Descansa...

Por más que lo intentara, por más que durmiera todo el día, Heejin no se iba a sentir. Estaba cansada y no solo físicamente.

-Gracias... -murmuró y su cuerpo y ser de persona se volvió a sumergir entre las cobijas, mordiendo el interior de su mejilla con tal de controlar las lagrimas.

Volvería a llorar, volvería a ser la débil que siempre fue.
Las cobijas y la almohada eran testigos de las lagrimas de Heejin. Se sentía mal, horrible. En ese momento nada podía hacerla cambiar de opinión.

"Soy una maldita idiota... no tienes razones para llorar, imbécil".

Las cobijas eran fuertemente apretadas, sus nudillos se llegaban a ver blancos de la fuerza que ejercía afirmando aquellas mantas.

Su labio inferior dolía de tanto que lo apretaba contra sus dientes y por más que intentara reimprimirlo, las lagrimas insistieron en mojar sus mejillas.

Ya no quería llorar. Lo odiaba, pero era lo único hacía bien.

 Lo odiaba, pero era lo único hacía bien

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crónicas de una adolescente | loona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora