Number 1.

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-Es... bastante lo que debes de hacer. -habló dejando cierta cantidad de libros a los pies de esa supuesta "cama".

Dejó posar su peso a la orilla mientras miraba como la contraria comenzaba a ver los libros con curiosidad.

-No te presiones, hazlo con calma. Simplemente lo mandan para que no quedes tan retrasada en las clases. -el consejo lo podía tomar perfectamente, pero ante esa visita Hyejoo no deseaba como tal hablar de tareas. Solo quería pasar un buen rato junto a la rubia.

-Ajá... -murmuró tratando de sonar animada.

-Vamos, no es tanto como parece, son unas cuantas paginas en los libros de estudio. -sonrió positivamente. -Solo son de historia y matemáticas, no es tanto.

-Lo haré, pero ¿Que pasa si no entiendo algo?. -cuestionó junto a una mueca que generaba ternura en todo sentido.

Chaewon se acercó un poco más a la azabache y apoyó su mano sobre la de ella, generando una cálida sensación en su interior y una mirada adorable por parte de Hyejoo.

-Puedes no hacerla, o me llamas y te ayudo. Solo haz lo que veas más fácil para ti, lo más difícil déjalo para el final. -dedujo generando una pequeña sonrisa en Hyejoo.

Por primera vez le llegaban sus libros de trabajo al centro médico y Chaewon gentilmente se los fue a entregar, a la par que también aprovechaba la mayoría de tiempo de las visitas en estar con la azabache.

Le dijo que hiciera lo que pudiera, lo que encontrara más fácil y lo que menos estrés le causara. Personas que la ayudaban también iban a estar al tanto de lo que Hyejoo pudiese generar por estudiar en el sitio, y si las cosas no iban tan bien lo mejor era devolver los libros y llevarlos una vez Hyejoo se sintiera mucho más estable para hacer sus tareas.

En un principio no se lo tomó mal y los consejos que tanto Chaewon como los demás doctores le dieron sobre sus trabajos, fueron de cierta ayuda para poder llevar la situación a una mejor condición. Aunque claro, todo dependía del momento.

Aún así tuviera esa cantidad de libros y cuadernos sobre los pies de la cama, a Hyejoo solo le importaba pasar un buen rato con la rubia. Por lo menos para poder salir de muchas cosas que la ayudaban.

Desde que entró en el centro médico y por primera vez pisó su habitación, la cual era la numero doce, el mundo de Hyejoo dio una vuelta bastante repentina, pero que no fue fuerte. Simplemente fue bastante impactante todo aquello.

Comenzó a comer y su primer día fue mucho más que difícil, fue horriblemente difícil. Se negaba, pero debía de hacerlo.

Era como tener dos voces en la cabeza y parecía ser que una era más grande que la otra. En ese caos, la voz más grande era la de; "no comas".

Tras insistencia, una que otra lágrima que bajaba por su mejilla hasta caer a su mano fría. Ánimo que se intentaba dar a sí misma y las horas en las cuales logró comer... después de todos esos cinco o cuatro días, Hyejoo comenzaba a procesar.

Comer ya no era tan difícil. Aún así complicaba un poco, pero eran cosas que se iban mejorando, que ella debía de ir mejorando.

En una situación como la que estaba Hyejoo y como podían estar muchas personas más, la única salida estaba en sí mismo. No en un psicólogo, o las amistades, las parejas o los padres; uno mismo tenía la llave para salir y la cerradura que mantenía cerrada la puerta de salida.

Uno mismo decidía salir de la enfermedad, era cosa de solamente impulsarse a sí mismo con sus propios pies y aprender a sostener su propia mano.

Hyejoo lo hacía, lo intentaba hasta con su último suspiro y parecía estar logrando lo que deseaba.

crónicas de una adolescente | loona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora