Defenderla.

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Hyunjin mantenía un pequeño racimo de flores en su mano, tratando de cuidarlo lo que más pudiera. Hacía tiempo que no se tomaba el tiempo de hacer un panorama así, no recordaba la última vez en el cual lo hizo.

Iba con su mochila entre sus hombros, viéndose como una chica totalmente inofensiva, incapaz de tomar un plato.

Hyunjin tenía fuerza, pero sabía cuándo ocuparla y cuando no. Generalmente pasaba la mayor parte de sus días sin demostrar fuerza, pero cuando se necesitaba, no dudaba mucho en hacerlo.

Quizás no recordaba nada de lo que era su infancia, muy poco la verdad.

Siempre fue una chica sonriente y feliz, nadie podía contradecirlo si la conocían con verdadera intención, pero... también tenía sus momentos donde la tristeza le llegaba.

No recordaba específicamente a su madre, su rostro era borroso en sus pensamientos y, a pesar de hacer el intento de recordarla, no lo podía hacer.

Su silueta si le venía a la mente rápidamente, pero le molestaba el hecho de no recordar su rostro.

Tal vez más de una vez necesito el apoyo de una madre. Tenía a su padre y este la entendía muy bien, pero aún así, más de una vez quiso tener una mamá a su lado.

No era de creer en algún ser superior a ella o en alguna religión en específico, simplemente vivía como todo el mundo debería; siendo feliz y preocupándose de sus propios problemas y sus cosas.

El hecho de que eso estuviera en su mente, generaba que tampoco fuera de creer en seres extraños o lo que se conocía como "espíritus", pero sí de alguna manera u otra quería hablar y desahogarse sin importar que nadie le respondiera, era frente a su madre.

No le era idiota, sino difícil. Jamás fue de ir a ver a su madre al cementerio, pues ciertamente nunca le agradó un lugar así.

Se sentó a piernas cruzadas en el césped y dejó salir un suspiro.

El aire era tan fresco, que le generaba cierto sentimiento en su piel y no era frío.

Tenía que... sacar muchas cosas de su interior, verdaderamente Hyunjin no había estado muy bien ese último tiempo.

No culpaba a nadie de sus sentimientos, al final de todo eran su responsabilidad y ella los controlaba, pero esa era la cuestión; no podía controlarlos.

Desde que terminó con Heejin hasta ese instante, no podía haber puesto su cabeza en orden y eso le frustraba.

Si algo podía destacar Hyunjin del cambio extremo que había en la adolescencia y la infancia, era que mientras más crecía, más problemas tenía. Ya no eran problemas de; no tengo juguetes, eran problemas de; no se que siento.

Los problemas cuando era pequeña siempre se los solucionaron y en ese momento debía de comenzar a hacerse responsable de ello y resolver sus propios problemas, siempre con la cabeza en alto.

No era de bajar la mirada, si no era positiva tampoco era negativa, solo realista. Pero Hyunjin estaba cansada, emocionalmente quería muchas cosas y nada parecía estar a su alcance.

Pensaba que olvidarse de Heejin le iba a ser mucho más sencillo... simplemente se equivocó.

-Amm... -miró de izquierda a derecha por una extraña razón antes de continuar. -No... no te vengo a ver mucho y... -infló sus mejillas con tal de no dejar caer lagrimas. -Y perdón por eso, no tengo la costumbre tampoco y el lugar no es de mi total agrado, pero... igualmente vine.

Probablemente muchos la podían ver como... una idiota al hablarle a la nada, pero Hyunjin no tenía muchas opciones con quien hablar y no le hablaba a la nada. Era a su madre.

crónicas de una adolescente | loona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora