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Lucy me tomaba del brazo mientras me ayudaba a subir las escaleras de mi casa. Mi hermana estaba inquietante en saber que sucedía, pero aún no me salían las palabras para poder describir el dolor interno que tenía.

Me acosté en mi cama, sentía el corazón desgarrarse lentamente con cada minuto que pasaba. Todo había sido una cruel mentira en mi mundo de fantasía, las lágrimas salían una tras otra sin dar tregua a nada a su paso. Todo dentro de mi dolía, hasta mi cuerpo en ausencia de sus besos. Dolía el abandono de sus manos sobre mi cintura, mis labios ardían de dolor de saber que ya no volvería a probarlo nunca más, porque de algo estaba segura: no iba a creer más en el amor y menos en él.

Todo ese fin de semana me la pase encerrada en mi habitación y aunque los golpes de Florencia en la puerta suplicaban saber si me encontraba vivía, yo estaba en mi oscuridad sumergida hasta el lunes por la mañana. Baje las escaleras y me camine hacia la cocina, había olor a café y música.

- Hola – murmure sentándome alrededor de la isla

Ella me observo fijamente y sentí como ese hormigueo característico subía por mi garganta.

- Ay no – Florencia se acercó a mí y me abrazo por los hombros

Me tape el rostro con las manos, no quería llorar por esto frente a ella. Era demasiado lo que se había destruido dentro de mi como para que ella sienta compasión por lo estúpida que fui.

- Vas a estar bien – acaricio mi cabello

- ¿Porque me hizo esto? – murmure

- Me gustaría tener las respuestas a tus dudas, pero el solo sabe el por qué – suspiro

Asentí levemente y me limpié el rostro.

- Creo que tengo que irme – la observe e intente hacer una mueca de sonrisa, pero no tenía fuerzas - gracias por el café frio

- Lo hice con todo el amor del mundo – beso mi coronilla

- Lo sé

Tomé mis cosas y Salí de mi casa camino al único lugar donde podía escapar de mi realidad: mi trabajo. Desganada camine por los pasillos de la revista, cabis baja, quizás un poco derrotada por todo lo que sentía por dentro.

- Hola princesa – Marcus se acercaba a mí con una sonrisa, pero rápidamente frunció el ceño - ¿te encuentras bien?

Trague saliva, no estaba bien. Cada minuto que corría me moría lentamente de amor, mi corazón lloraba y su ausencia me mataba lentamente.

- Solo no me pases llamados – murmure y continúe mi camino hacia la oficina

- De hecho – fruncí el ceño deteniendo mi paso – hay alguien esperándote en tu oficina

Lo observé por sobre mi hombro y volví a ver la puerta de aquel lugar. Ingresé con rapidez y mis defensas cayeron al suelo una vez más cuando lo vi perfectamente hermoso esperando mi presencia en ese lugar.

- Mey – dijo en un susurro cuando me vio

Cerré la puerta detrás de mí y caminé hacia la silla. Me relamí los labios, no sabía que haría ahora.

- debemos hablar – susurro nuevamente

eleve mi vista hacia él, en algún momento debía hacerlo. me cruce de brazos esperando expectante que me diría esta vez.

- yo te amo, Mey – confeso

fruncí el ceño, mi corazón palpitaba tan fuerte y lentamente me comenzaba a consumir el dolor nuevamente. Pero de pronto, el coraje se hizo presente. No tenía derecho a decirme esas cosas luego de haberlo visto con otra mujer. No tenía ningún derecho haberme construido un mundo de maravillas y destruirlo en tan solo un segundo.

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora