.10. tercera temporada

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Rendido volví a mi trabajo, necesitaba que ocurriera un milagro para poder solucionar todo esto. Observe la cantidad de papeles que tenía sobre mi escritorio, pero el que más me dolió fue el que hablaba sobre nuestra separación.

Me encontraba atado a un hilo que no sabía en qué momento se cortaría. Todo esto era un infierno.

- Hola

Simón ingresaba a mi oficina con su mirada seria. Cerro la puerta tras él y tomo asiento frente a mí.

- ¿Cómo te encuentras?

- Acabo de ver a Mey – susurre aun cabiz bajo – la estoy perdiendo de verdad

- ¿Por qué lo dices?

- Max me conto que anoche un hombre la fue a buscar para ir a cenar, ni siquiera me lo negó

- Ah sí, Sebastián – hablo rápidamente, lo observe con seriedad – lo conoció en la fiesta de las revistas

- ¿Y no pensabas decírmelo nunca? – me sentía traicionado

- Papo, Mey no lo cambiaría por alguien de esas características – frunció el ceño enojado – claro que no dejo de estar atrás de ella toda la noche, pero ella se comportó normal – movió sus hombros

Rodee mis ojos, ahora ya sabía su nombre, pero lo que no sabía eran sus intenciones con ella.

- Tengo que irme – Simón se levantó del lugar y camino hacia la puerta – ya se te vendrán ideas para poder recuperarla

Levante mi mano en forma de saludo y suspire pesadamente una vez que desapareció. Ojalá tuviera ideas esta vez para poder recuperarla, pero hasta me estaba haciendo la idea de que debía dejarla ir hasta que la vida nos vuelva a tener juntos.

- Villa

Lindsay ingresaba a mi oficina sin golpear, solo rodé los ojos.

- Lindsay enserio deja de juntarte tanto con Isaza, por favor

- Lo siento – murmuro apenada

- Ya está – me acomode mejor en la silla - ¿Qué necesitas?

- Solo quería darle estos papeles que llegaron hoy – me los entrego y luego tomo asiento, fruncí el ceño – quería preguntarle algo

- Dime

- ¿te encuentras bien? – murmuro

- Si ¿Por qué lo preguntas?

- No lo sé, te encuentras algo decaído – movió sus hombros – tus ojos ya no tienen el brillo que solían tener

Mis ojos solo brillaban cuando la veía a Mey y no verla diariamente, todos los días, a toda hora hacia que sucedieran estas cosas.

- No suelo hablar de mi vida privada con personas que recién conozco – confesé

- Juan Pablo – era la primera vez que me llamaba por mi nombre – quiero ayudarte – tomo mano – de verdad me importas

Observé nuestras manos agarradas, me sentí algo incómodo con esta situación. Lentamente me solté de ella y suspiré.

- Lindsay, de verdad, no quiero lastimarte – comente rápidamente – yo amo a Mey, amo a mi esposa, aunque estemos separados

- Ah, era eso – comento tirándose hacia atrás – no entiendo cómo puedes seguir queriendo a alguien que te lastima

- Mey no me lastimo, fui yo quien lo hizo – deje en claro, aunque en parte me dolía que ella me haga esto

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora