.49. tercera temporada EXTRA

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- Juan camino por aquellos pasillos oscuros y llenos de telaraña, escuchaba de vez en cuando el rechinido del suelo y el grito de las puertas abrirse. Una de las 'puertas se abrió cuando paso por su lado y comenzó a escuchar su nombre en susurro "juan" – susurre – aquella voz lo incitaba a que ingresara a aquella habitación – mi voz simplemente era como aquellos programas de televisión que contaban historias de terror – llego a un espejo, en donde su reflejo lo asusto. Detrás suyo había un ser aterrador que lo observaba deseoso. Juan sin miedo pregunto "¿Quién eres? Entonces el fantasma del espejo observo al joven Juan y le dijo "Soy el que tomara tu alma y te llevara al mundo de los muertos para siempre" – dije con voz grave

Me quede observando su reacción, ni siquiera habían gritado ¿Estos niños no se asustaban con nada?

- ¿Por qué no están gritando? – fruncí el ceño

- Porque eres pésimo con las historias, papa – rodo los ojos Max

- Ojalá que aquel fantasma no tome tu alma cuando te veas al espejo Max – lo sentencie

Isabella solo observaba en silencio con la almohada que tapaba la mitad de su cara. Ella sí que se había asustado.

- Bella no le creas a papa, esas cosas no existen – comento Max

- Porque tú no crees – hablo esta vez Alex interrumpiendo a su hermano – soy yo el que duerme solo después – aterrado recrimino a su hermano

Yo solo reí, mis hijos eran especiales.

- Bien, es hora de irse a la cama muchachos – tome a Isabella

- Papa, tengo ocho años – me regaño mi pequeña hija – puedo caminar sola

- ¿Y eso que? Para mi eres una bebé – bese su mejilla

Ella solo me abrazo.

- Vamos a dormir

Max salió de la habitación de Alex y Julián.

Bese la coronilla de Alex y luego me acerque a la cuna en donde Julián dormía plácidamente luego de haber hecho de las suyas durante todo el día. Había aprendido a caminar y ahora no podíamos pararlo con Mey, todo el día estábamos detrás de él, pero Juli solo reía, no le importaba que sus padres no se encuentren en forma para perseguirlo. Aunque ahora que lo pensaba mejor, nos había ahorrado el ir al gimnasio.

Fui hasta la habitación de Max y a este solo lo vi ver la televisión como si nada importara.

- Nada de quedarse hasta después de las una de la mañana Máximo – dije serio desde la puerta

- En cualquier momento me duermo – comento sin dejar de ver aquel aparato – ojalá que el fantasma te coma a ti papa – bromeo

Yo solo reí.

- Te quiero

- Y yo a ti

Camine hacia la habitación de Isabella. Desde hacía tres años, luego de que Sebastián la secuestrara, no la soltaba. Tenía miedo que algo le volviera a suceder a mi única hija. Llámenme paranoico, pero nunca logre recuperarme de eso y lo mantenía en silencio.

Ella se acostó en su cama y yo solo la acurruque, bese su coronilla para luego caminar hacia la puerta.

- Papito – me llamo su dulce voz

- ¿Qué sucede princesa? – voltee y camine hacia ella con el ceño fruncido

- ¿De verdad que no hay ningún fantasma en el espejo? – susurro aun asustada

Solo reí negando y tomé asiento a su lado.

- Tranquila princesa, es solo una historia que invente. Si tienes miedo solo llámame y vendré por ti - sonreí

- ¿Lo prometes? – puso su dedo meñique

- Lo prometo, princesa – correspondí a su pedido, sellando este pacto con meñiques

- Te quiero papito – sonrió levemente

- Y yo a ti – volví a besar su coronilla

Esta vez me dispuse a salir de aquella habitación. Estaba algo agotado el día de hoy. Me limpie los ojos con mis manos antes de continuar mi camino hacia mi cuarto.

Tener cuatro hijos no era fácil, pero estaba orgulloso, no había nada mejor que el ruido de sus risas en el hogar, pero ahora todo estaba en paz, los niños descansando y Mey en quien sabe que, haciendo algo en nuestra habitación.

- Mey – fruncí el ceño cuando entre, se encontraba todo en silencio, caminé hacia el baño de la habitación – amor ¿Estás aquí? – ingresé, pero tampoco se encontraba

Salí de ahí confundido, la había dejado aquí hace un rato.

- BU – una máscara de Freddy hacia que mi corazón sufriera un paro, segundos después de verla

La risa de Mey luego de escucharme gritar hizo que frunciera el ceño enojado, ¿por qué me asustaba así? Se quitó la máscara y me observo con sus pupilantes ojos celeste, aun divertida.

- Hubieras visto tu cara – dijo intentando tranquilizarse

- Oye ¿Qué te pasa? – me queje – casi me muero del susto

- Eso te pasa por asustar a mis hijos con tus historias de terror

¿Estuvo escuchando la historia?

- Eso no justifica que casi intentas matarme

- No seas miedoso Juan Pablo, fue solo una broma – dijo como si nada, divertida aun

Simplemente no conteste y camine hacia mi lado de la cama. Me quite la ropa para tomar mi pijama.

- ¿Te encuentras enojado? – pregunto curiosa

Yo ni siquiera conteste, seguí con el semblante serio. Me introduci en la cama bajo la mirada intrigada de Mey.

- Mi amor, fue solo una broma – ella camino a su lado y se sentó a mi lado observándome esperando que contestara algo

Tomé mi teléfono y empecé a abrir las aplicaciones y a cerrarlas. Solo estaba molestándola, quería que sufriera un poquito ella también. Era un ida y vuelta.

- Villa – suplico – mi amor por favor, perdóname

Me arrebato el teléfono intentando que le prestara atención. Voltee mi mirada con el ceño fruncido y extendí mi mano para que me lo entregara. Ella divertida negó, dejo el aparato en su mesa de luz y luego sin verlo venir se subió encima mío. Se encontraba sentada en mi abdomen y con malicia me observo.

- Estoy enojado contigo – la observe de forma seria

- ¿enserio? – dijo divertida y luego se mordió su labio inferior

Sabía que se venía algo, su mirada lo decía todo.

- No lograras nada seduciéndome – voltee la mirada, estaba seguro que perdería

- ¿Quién dijo que estoy seduciéndote?

Volví mi vista a ella, aun no perdía aquella sonrisa. Tan hermosa, tan única y yo tan estúpidamente enamorado de ella.

- Estas encima de mí – comente

- Ah cierto – rodo sus ojos celestes – me había olvidado que a ti te encanta estar encima de mi

Y ese fue el momento que sonreí, caí frente al enemigo. Quería que sufriera más tiempo, pero ella sabía qué hacer para terminar por hacerme perder, aunque no me negaba ni un segundo en caer bajo sus encantos.

Se acercó a mí, tenía su rostro cerca mío que sentía su respiración densa.

- Y a mí me encanta – susurro – pero creo que esta vez me quedare encima de ti

- Eres terrorífica amor – confesé – pero te amo así

Ella solo lanzo una leve risa risueña y beso ferozmente mis labios. Una noche más que caiga bajo su embrujo, una noche más que podía disfrutarla y amarla como se merecía que hasta la misma muerte se sentiría celosa si supiera todo lo que le haría esta noche. 



























Fin.

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora