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Narrado por María Emilia Luna

Camine por los pasillos de la revista, hacia una semana que no pisaba este lugar. Me había reportado como enferma para no tener que llorar cada dos segundos dentro de este lugar y generar preguntas constantes por saber que me sucedía.

Estaba a punto de entrar a mi oficina cuando Jessica se apareció de golpe frente a mí.

- Te dignaste a venir – puso sus manos en la cintura, me observo con desafío

Rodé mis ojos y la bordeé para seguir mi camino, no tenía ánimos de escucharla. Necesitaba el silencio.

- No termine contigo María Emilia

- Yo si – respondí sin darle más atención

Ella me tomo del brazo obligándome a voltear a verla. Fruncí el ceño con molestia.

- ¿Qué es lo que quieres, Jessica?

- ¿No te cansas verdad? – cruzo sus brazos

- ¿De qué?

- De estar todo el día atrás de Villa

Abrir los ojos de sorpresa, no podía creer lo que estaba escuchando.

- Disculpa, pero lo que haga con él no es de tu incumbencia – dicho esto voltee para seguir mi camino

- Claro haciéndote la pobrecita siempre va a correr a ti, ¿no?

Voltee rápidamente confundida. Ella aún mantenía esa postura malévola frente a mí.

- Y si – movió sus hombros como si nada y se acercó a mí - a cualquiera le daría pena una huérfana a la cual hasta sus padres adoptivos también abandonaron

Fue la gota que rebalsó el vaso. Termine por acercarme a ella y golpee su rostro con fuerza. Iba a darle otro golpe, pero Marcus se puso al frente para evitar que siga siendo violenta con Jessica.

- Tranquila Mey – intento tranquilizarme cuando cerró la puerta de mi oficina tras el – tranquila, por favor

- ¿Cómo puede ser tan mala? – susurre con gran enojo, mis lágrimas comenzaron a caer

Este solo se acercó a mí y me abrazo. No pude contenerme y lo abracé para llorar de la bronca que se me había acumulado dentro. Estaba llena de rabia, de odio, de bronca.

(...)

Escuche la puerta abrirse y vi la silueta de villa apoyada en el marco. Suspire y el cerro la puerta tras el para luego caminar hacia mí y sentarse como si nada.

Ambos estábamos en silencio, por mi parte no tenía nada que decirle. El en cambio suspiro pesadamente y comenzó a hablar.

- Jessica te denuncio

Fue lo primero en semanas que me hizo reír, le agradecería luego.

- ¿De verdad tenías que golpearla? – me tire hacia atrás y suspire – Mey

- Mey, nada – susurre observándolo – has lo que tengas que hacer, a esta altura no me importa nada

- ¿Te estas escuchando? – frunció el ceño enojado

- Sí y estoy bastante consiente de lo que te estoy diciendo

- Mey, por favor – suplico – deja de hacerte daño

- Quiero tener ese privilegio también – apreté mis labios y observe la fotografía en mi escritorio – ya que todos me pisotean, ¿Por qué no lo puedo hacer yo misma también?

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora