Amarillo - Juan Pablo Villamil

.47.

Narrado por María Emilia Luna

- Hola Mey, ¿Cómo te encuentras?

Martin ingresaba a la habitación junto con otro médico. Me acomode mejor en aquella cama para poder hablar bien con ellos.

- Muy bien – sonreí – gracias

Estire mi mano para tomar la suya con cariño.

- No hay de que, solo hacemos nuestro trabajo – sonrió poniéndose a mi lado – el es el doctor Eduardo, quien fue el primero en intervenirte

Aquel hombre solo sonrió y termine por devolverle el gesto, aun me sentía débil.

- Se encuentra en un perfecto estado – comento - su recuperación es asombrosa

- ¿Me hizo mucho daño el disparo? – pregunte asustada

- Sí, pero tuviste otra complicación Mey – Martin hablo con seriedad – pero creo que eso vamos a hablarlo luego, tus hermanas y los chicos quieren verte

Asentí levemente mientras ambos desaparecían de la habitación. A los minutos mis hermanas aparecieron, estuvieron un rato largo abrazándome, besándome. Se había asustado muchísimo y pensaron que iba a morirme. ¿Dramáticas? Claro que sí. Pero debía admitir que yo también tuve miedo. El solo recordar la mirada de Pedro disparándome sin piedad me ponía la piel de gallina.

- Amiga mía – Nath emocionada al ingresar a la habitación, se acercó a mí para brindarme un abrazo

- Hola Nath– sonreí levemente

- ¿Cómo te encuentras? – me pregunto Simón, mientras besaba mi mejilla

- Un poco mejor – sonreí levemente

- Me alegra mucho escuchar eso – hablo Isaza – Lucy se encuentra preocupada por ti, pero sabes que por el tema del bebe no pudo venir

- Lo sé – sonreí

- Tuve tanto miedo de que te hayas muerto – murmuro Nath con tristeza aun me abrazaba

- Gracias a ti eso no sucedió

- Lo sé – bajo la mirada levemente – te extrañe – volvió a abrazarme

- No se iban a librar de mi tan fácilmente – todos reímos

- Lo que menos queremos es eso – comento Isaza – bueno creo que debemos irnos, ¿no creen? – observo a ambos, yo solo fruncí el ceño

- Pero no quiero que se vayan ya – cruce mis brazos haciendo puchero

- Tranquila, volveremos – sonrió Simón – hay alguien más que quiere verte, pero a solas – movió sus cejas sonriendo perversamente

Reí levemente con total vergüenza entendiendo a quien se refería.

- Te queremos, cuídate – beso mi coronilla Isaza – vendré más tarde y quizás la pueda traer a Lucy

- Adiós – los salude a los tres

Me recosté nuevamente en aquella cama. Jamás me hubiera imaginado estar aquí y tener que vivir esta situación que casi me quita la vida.

La puerta sonó, pero sin decir una palabra se abrió y dejo al descubierto un ramo de rosas amarillas. Abrí mis ojos sorprendida, nunca las había visto. Sonreí cuando descubrí que sus ojos verdes oscuros se encontraban detrás de tan hermoso detalle.

- No podía pintarme de este color así que se me ocurrió algo mejor

- Nunca las había visto – dije sorprendida mientras él se acercaba a mí y me las entregaba – son muy hermosas, gracias – sonreí

- De nada – dijo sentándose a mi lado, específicamente frente a mí – ¿cómo te encuentras?

- Un poco asustada todavía – murmure bajando mi mirada – no puedo creer estar viviendo esto, que Pedro me disparo

- Ese disparo casi te quita la vida Mey – murmuro con seriedad, lo observe a los ojos – casi te pierdo

Acaricio mi mejilla para luego acercarse más y abrazarme. Me dedique a cerrar los ojos y a corresponderle su abrazo, el único lugar donde me gustaba estar, donde me sentía protegida. Cuando se separó de mi quedamos tan cerca que podía sentir su respiración.

- perdón por tratarte mal aquel día – susurro – estaba muy enojado, no medí mis palabras, no

- Cállate y bésame

Hable rápidamente, de verdad lo necesitaba. En este momento lo que menos me importaba era nuestra última pelea.

Este sonrió y tomo de mi cuello para que nuestros labios se unieran una vez más.

- Te extrañe demasiado – susurro una vez que nos separamos – no me vuelvas a hacer esto

Solo sonreí y lo tomé nuevamente de su cuello para volverlo a besar. 

bueno ahora si Pueblo, a mimirrrrrrrrrrr!