.27. tercera temporada

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Narrado por Juan Pablo Villamil

Volví a mi departamento, solo y con todas mis ansias de volver a casa en el suelo. Había esperado este momento por meses, pero, sin embargo, Mey aún no podía terminar con aquel hombre. Me dolía, no iba a negarlo. Me estaba lastimando, eso ella no lo notaba o quizás pasaba por alto ya que nunca exprese mi dolor por verla con otro y siempre me limite a no hacerle saber que eso me hacía daño.

Tome una ducha rápida para luego poder partir al trabajo, hoy quería estar metido ahí y olvidarme del mundo. Si es posible olvidarme de que Mey aún no se decidía y que sabía en el fondo que no se decidiría por mí.

Entre a la firma, ignorando a todos inclusive a mis amigos que me llamaron reiteradas veces. Tire mis cosas a un costado y tome asiento en mi silla.

No creía que sea un gran día, pero haría el intento.

- ¿No escuchas cuando te hablamos? – Simón entraba sin permiso a mi oficina, se encontraba algo furioso

- Vuelve a entrar así y juro que te golpeare – lo amenace

El abrió los ojos sorprendido, detrás de él Isaza ingresaba y cerraba la puerta.

- ¿Qué sucede contigo? – susurro

- No estoy para hablar ahora – comenté y comencé a ver las cosas que tenía que hacer

- Villa – Isaza intento llamar mi atención

Pero no lo escuche, seguí haciendo lo que había planeado el día de hoy.

- Te estamos hablando – Simón puso sus manos por encima de los papeles que estaba tomando

Levante mi vista levemente.

- Déjenme en paz

- ¿Qué te sucede hermano? – Isaza me observo con preocupación

Suspire pesadamente dejando de lado aquellas cosas. Mis amigos solo se observaron entre si y tomaron asiento frente a mi esperando una respuesta razonable.

- ¿Y? – Simón desesperado pidió información

- No sé si volveremos con Mey – susurre, me dolía el corazón

- ¿Qué? – ambos sorprendidos hablaron

- Ella solo quiere evitar el sufrimiento de Sebastián porque eso la haría sentir culpable

- ¿Eso quiere decir que el casamiento con Sebastián sigue en pie?

- No lo sé – moví mis hombros

- ¿Cómo te sientes al respecto? – Isaza pregunto intrigado

- ¿Acaso eres idiota Juan Pablo? – Simón respondió alterado - ¿Cómo le preguntas eso?

- Solo quiero saber cómo se siente al respecto, nada más – murmuro molesto

- Estoy mal – respondí rápidamente – estoy muy mal, me duele que ella no piense en cómo me siento yo en este momento

Ellos solo se quedaron en silencio frente a mi confesión. Esto era como un juego de ajedrez en el cual yo ponía mi cuerpo para evitar que la reina, Mey, no se muera, pero no estaba viendo la otra cara de la situación y es que yo también era el rey.

- No sé qué decirte – resoplo Simón

- Nada, no pueden decirme nada – negué – solo quiero que ella se decida, pero que decida por lo que quiere y siente – suspire – si es por mí, la espero con los brazos abiertos, pero si es por Sebastián, tendré que dar un paso al costado

- ¿te darás por vencido? – susurro Isaza con sorpresa

- Si – afirme con todo el dolor del mundo

La mirada de mis amigos era de tristeza. Ni quería imaginar cómo era la mía en estos momentos.

- Sabes que te apoyaremos en lo que decidas – Simón susurro

- Pero también queremos que lo intentes una vez más, sabes que si no lo haces sufrirás – advirtió Isaza

- Esta no es mi decisión, no la voy a poner en una situación de presión. Si ella quiere estar con el que lo haga, es libre – apreté mis labios con bronca – solo quiero que no sufra, que no viva con el remordimiento de culpa en su conciencia

- Estas equivocado, el que la pone en una situación de presión es Sebastián – dijo obvio Simón – ¿no te das cuenta que la está manipulando? Es obvio que él se da cuenta que Mey solo está con él por sus acciones no porque lo ama

- Es verdad – Isaza afirmo

- Sabe que está a punto de perderla

- No lo creo – negué

- Mey te ama, esa es la única verdad – dijo algo molesto – este con él, este con quien sea, este sola, ella solo te ama a ti, pero es que es tan buena que es tan manipulable. Él se hace el pobrecito frente a ella solo para que no lo deje porque descubrió cuál es su punto débil, ten en cuenta eso nada mas – se levantó de su asiento – el que la puso bajo presión fue el, no tu

(...)

Camine hacia mi auto. Estaba exhausto tanto física como mentalmente, sin contar como me encontraba en lo sentimental que cada vez le daba más vuelta al asunto y más me dolía. Por todo el día desvié los mensajes de Mey, solo contesté lo que era referido a nuestros hijos. No quería hablar con ella el día de hoy, aunque me costara tanto, como todos estos meses.

- Villa

Rodé mis ojos cuando escuche su voz, voltee para quedar frente a ella.

- ¿Qué quieres Lindsay?

- Quería saber cómo estabas – susurro

- Bien – dije rápidamente

- No sabes mentir

- ¿Qué es lo que quieres Lindsay? – hable molesto

- Supe que Mey al final se va a casar – movió sus hombros – tu deberías de comenzar a pensar en rehacer tu vida, de verdad

Fruncí el ceño.

- No entiendo cuál es tu objetivo, pero quiero decirte que no vas a lograr nada – quería que desapareciera de mi vida

- Juan Pablo tu mereces ser feliz – se acercó a mi lentamente

- Yo era feliz hasta que llegaste tú y arruinaste mi vida – dije furioso

- Tu no merecías a una persona como Mey

Impactado la observe

- Acaso ¿te lo pregunte? – hable con sarcasmo

- Villa – balbuceo

- Tu no conoces a Mey como la conozco yo, tú no sabes nada de nosotros, todo lo que tuvimos que pasar para estar juntos

- Pero puedo darme cuenta de que para ella no eres tan importante, porque si así lo fueras ella estaría contigo y no con Sebastián – frunció el ceño – por eso, amor – se acercó a mí y puso sus manos en mis mejillas – yo te amo y no te haría este mal que te está haciendo ella

Enojado tome sus manos y las quite de mí, la quería lo más lejos posible. No quería ya tener más problemas y ella lo era en mi vida desde que entro. Estaba más que furioso con todo lo que me había hecho pasar, me alejo de mi familia e hizo que perdiera lo más valioso que tenía, por lo cual luche siempre.

- Aléjate de mí Lindsay, no quiero volver a verte nunca más en mi vida

Dicho esto, solo subí a mi auto cerrando la puerta de un portazo. Arranque sin voltear la vista, la quería lejos de mí, lejos de todos. 

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora