.26.

1.1K 93 74
                                    

Narrado por María Emilia Luna

Mi teléfono comenzó a sonar, varias veces lo escuche, pero simplemente no podía aun reaccionar. A la décima vez que sonó, parpadee con molestia para tomarlo. Era un número desconocido, fruncí el ceño confundida y bostezando atendí.

- ¿Diga? - me frote el rostro intentando despabilarme un poco

- ¿Mey? - la voz se me hacía conocida

- Si, ella habla - me senté en la cama aturdida

- Soy Simón

- Hola Simón - confundida hable - ¿qué sucede? ¿Está todo bien?

- Villa tiene fiebre - hablo con preocupación - no me atiende ningún médico, su madre no se encuentra en la ciudad y ya no se a quién más recurrir

- Voy enseguida - dije rápidamente saltando de mi cama y tomando la primera muda de ropa que encontré - ¿puedes ir poniéndole paños fríos mientras llego?

- Estoy así desde hace un largo rato - su tono de preocupación

- Bien, sigue así. Voy en camino

Corte el teléfono rápidamente termine por vestirme y cepillar mis dientes. Salir de mi habitación y termine por chocar con Nath.

- Ay nena - se quejó molesta

- Disculpa, tengo prisa - dije rápidamente desviándola

- ¿A dónde iras?

- A lo de Villa - dije rápidamente bajando las escaleras

- Espera te acompaño, no iras sola tan temprano - dijo caminando atrás mío

Ambas subimos a mi auto y manejé lo más rápido que pude hacia su departamento. Estaba preocupada, ¿Qué era lo que le había sucedido para que tuviera fiebre? Esperaba que se recuperara pronto.

- Mey

Simón suspiro con alivio cuando me vio del otro lado de la puerta. Ingrese cuando se hizo a un lado.

- ¿Como sigue? - pregunte rápidamente besando su mejilla

- Aún sigue con mucha temperatura - hablo con preocupación y luego volteo hacia mi amiga - ¿y tú eres? - frunció el ceño con gran confusión

- Soy Natalia, pero tan solo dime Nath, mucho gusto - mi amiga sonrió extendiendo su mano para saludarlo

- Voy a verlo - intente llamar la atención de Simón

El solo asintió sin dejar de observar a mi amiga, poco y nada presto atención. Presentía que esos dos estaban cortados por la misma tijera, que iban a terminar juntos.

Camine hacia la habitación de Villa, estaba todo ordenado como de costumbre. Él era un maniático del orden y eso me desesperaba bastante. Estaba recostado en su cama con el paño en la cabeza como le había dicho a Simón que lo hiciera.

- Hola - susurre cerca de él y tome el paño para ponerlo en agua, escurrirlo y volverlo a poner en su frente

- Mey - frunció el ceño confundido, sus ojos estaban entre abiertos y temblaba del frio

- Te encuentras volando de fiebre - repetí nuevamente el acto del paño

- Tengo mucho frio - susurro

- Lo sé, pero es por la fiebre - dije preocupada - ¿te duele algo?

- Si

- ¿Qué cosa?

- El corazón - trago saliva y continuo - me duele el corazón

- Tengo que llamar al médico - me levante con desesperación

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora