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- ¡Hola!

Sonreí acercándome a Pedro, había decidido salir con él ya que la idea era ser amigos otra vez.

- Hola Mey, te ves bien – sonrió.

- Gracias, ¿A dónde iremos? – pregunte con curiosidad mientras él me abría la puerta de su auto.

- ¿Te parece ir a la feria? Supe que hay unos buenos lugares para cenar.

- ¡Claro! – asentí.

El viaje no duro mucho y supongo que fue porque durante el camino cantamos las canciones que pasaba su lista de spotify, y eso quizás, era lo bueno, me hacía recordar los buenos momentos junto a él. Fue un buen novio, un gran amor. Como negarlo. Pero también no podía negar que me encontraba perdidamente enamorada de Juan pablo, al que yo llamaba mi amarillo.

Llegamos e hicimos nuestros pedidos. La feria estaba llena de personas, familias enteras iban a pasar el rato, a reírse, a divertirse, a coleccionar otro momento como el que yo quería seguir haciéndolo, pero no podía.

- ¿En qué piensas? – Pedro interrumpió mis pensamientos.

- Nada, solo – moví mis hombros y suspire cuando el intensifico su mirada en mi – solo extraño a mi familia, eso es todo.

- Lo siento tanto por eso. – bajo su vista con pena.

- No pasa nada, todavía no me acostumbro a la ausencia.

- Yo todavía no me acostumbro a tantas cosas. – susurro por lo bajo

- ¿Cómo que cosas? – pregunte con gran curiosidad

- No lo sé, todo se encuentra tan cambiado. Desde que volví, siento que hasta el aire es distinto.

- Todo cambia Pedro, el tiempo se mueve.

La comida había llegado interrumpiendo nuestra charla.

- ¿El tiempo fue lo que nos separó? – dijo en un momento, rompiendo con el silencio que había formado

- El tiempo, la distancia, hubo muchas cosas. – argumente comiendo algo de mis papas fritas.

- Yo todavía no los sufrí. – sus ojos celestes se posaron en mí.

Baje la vista y continúe mi comida, no sabía que decirle. No quería herirlo porque lo quería, de verdad que tenía cierto cariño hacia él. Fue importante y eso no lo niego, pero no lo amaba como se lo merecía y temía por mí, porque sabía que nunca iba a poder hacerlo. Iba a ser egoísta si solo lo utilizaba para esto o si intentaba quizás crear una ilusión falsa en él.

La cena continuo, Pedro cambio de tema rápidamente a algo más divertido, haciendo perder la incomodidad frente aquella charla inicial.

Al finalizar me devolvió a mi casa como lo había prometido.

- Gracias por la cena – hice una mueca de sonrisa – que descanses.

- Tu también, Mey – sonrió.

Bese su mejilla y baje de su auto para caminar hacia mi puerta lentamente. No quería entrar, en realidad, quería irme. Quería irme bien lejos, pero con Villa. Sonreí recordándolo hasta que la voz de Pedro hizo que volteara con rapidez para encontrarlo a centímetros de mí.

- Te quiero mucho Mey, de verdad – dijo mirándome a los ojos.

Yo no pude reaccionar cuando sentí sus labios sobre los míos. Estaba en estado de shock que solo duro unos minutos porque rápidamente la imagen de Villa en mi cabeza apareció haciendo que me separara rápidamente de él.

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora