.9. segunda temporada

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Camine temerosa por aquel pasillo, tenía miedo de encontrarme con Villa, por primera vez no ansiaba verlo. No quería escuchar sus crueles palabras, quizás me volví tan incompetente de poder defenderme ante él, sentía la debilidad correr dentro de mí porque sabía que si me defendía diría cosas de las cuales podrían ser perjudiciales para su salud mental.

Toque la puerta de aquella oficina, esperaba que Isaza estuviera dentro. Sin embargo, ingrese igual para esperarlo y poder hablar con el sobre todo lo que sucedía. Últimamente me había aferrado a mi amigo, sabía que para evitar una catástrofe él tenía que hablarme, aunque no concordábamos en muchas cosas, sabía que él iba a apoyarme en todo.

- ¿Qué haces aquí?

La voz de Jessica hizo que volteara con rapidez. Ella ingresaba a la oficina de Isaza sin permiso.

- Solo vine a ver a Isaza, relájate

- Si, Isaza – rodo los ojos – te quiero lejos de Villa

Reí llena de bronca, estaba ocupando mi lugar y yo no podía decir absolutamente nada, aunque quisiera.

- ¿Tú me quieres lejos de él? – apreté mis labios con fuerte - ¿Tu qué haces ocupando mi lugar? – pregunte furiosa con ella

- ¿tu lugar? – abrió sus ojos con sorpresa – te recuerdo que era mi novio y la que se metió entre los dos fuiste tú, María Emilia

- Jessica, pasaron dos años y ¿tu aun pretendes seguir con esta absurda idea de estar con Villa? – la observe con tanta pena, porque no podía sentir otra cosa por ella – ya, no sé qué más quieres

- Lo quiero a el – aseguro

- Y él me quiere a mi – confesé, aunque no me recordara sabía que en algún momento lo haría

- Disculpa, pero ¿a ti te recuerda?

Punto para ella. trague saliva ahorrándome todas las palabras, había clavado el cuchillo en donde más me dolía.

- No toda historia de amor, como la de ustedes, tiene un final feliz – sonrió con victoria cruzándose de brazos

- ¿Y la tuya sí?

- Si supieras la noche de amor que tuvimos anoche te darías cuenta que nosotros somos el uno para el otro

Respire hondo, no quería ni siquiera llorar. No quería ser débil frente a ella porque me estaba pisoteando como a una cucaracha, pero no le iba a dar el lujo de verme así. Se acercó a mí, aún mantenía aquella cruel sonrisa y eso me daba miedo.

- Quiero contarte un pequeño secreto – susurro – en realidad tu deberías de estar muerta

- ¿De qué hablas? – fruncí el ceño

- Yo corte los frenos de tu auto para que por fin desaparezcas de nuestras vidas, pero ya vez – movió sus hombros con inocencia – me salió mejor de lo que esperaba, que no te recuerde y que te odie es lo mejor que me pudo haber pasado hasta ahora

Abrí mis ojos con total sorpresa, esto había sido la gota que rebalsó mi paciencia. Toda mi furia se concentró en mi mano que termino por ser estrellada en su mejilla. Me abalancé hacia ella, no podía creer que ella casi me lo arrebatara, que sea la culpable de que él no me recordara.

- ¿Qué sucede aquí?

Escuché la voz de Isaza, pero sin embargo no me detuve, ni ella tampoco

- Basta – la voz de villa se escuchó en aquella habitación

Sentí que tomaba de mi cintura y me separaba de Jessica. Me retorcí como una lombriz entre sus brazos una vez que me saco de aquel lugar.

- Suéltame – grite, casi al borde del llanto me estaba agarrando con fuerza y me dolía – suéltame, por favor

- Villa, suéltala

Isaza nos seguía desesperado, mientras que yo esta vez lloraba. Me encontraba asustada.

- Villa, suéltala, no hagas algo de lo cual te arrepentirás toda tu vida – volvió a suplicar mi amigo

- ¿Pero porque viene aquí y golpea a mi novia? – hablo con gran enojo

Rápidamente me soltó, pero tomo mi brazo con gran fuerza. Camino arrastrándome fuera de aquel edificio. Yo simplemente lloraba y escuchaba a Isaza suplicarle por mí. Se había vuelto agresivo, lo desconocía totalmente y eso me dolía hasta los huesos.

- Suéltala

- ¿Tú también? – frunció el ceño villa

- Suéltala amigo, de verdad la estas lastimando – suplico Simón– te vas a arrepentir si le haces algo

- ¿Por qué me voy a arrepentir de defender a mi novia? – gruño

Su respiración estaba agitada, sin embargo, volteo por primera vez hacia mí. Su mirada cambio a tranquilidad cuando nuestros ojos se cruzaron, y lentamente fue soltando mi brazo al darse cuenta de la situación.

Note que comenzaba a ponerse nervioso mientras que yo solo me achicaba en mi lugar, mi brazo dolía, mi vientre aún más, aunque sabía que el dolor que más sentía era todo esto que me hacía porque ni en sus más miserables estados se atrevió a tratar así a una persona como lo estaba haciendo conmigo. Trago saliva y cuando reacciono se relamió sus labios.

- Te quiero lejos de aquí, de Jessica y de mi – dijo más tranquilo – te quiero lejos de mi vida, María Emilia

Sin importarle nada más que él y su estúpida novia ingreso al edificio dejándome a mi destruida por su actitud, desconociéndolo totalmente. El Juan Pablo que había conocido, del cual me había enamorado se había esfumado, se había muerto en aquel accidente y quizás, jamás lo iba a recuperar.  

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora