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Una hora más en aquel lugar. El reloj solo hacia solo tic tac en aquella sala de espera y aun no teníamos ninguna información sobre Mey. Caminaba por los pasillos de aquel hospital esperando a que Martin, que se unió a último momento o alguno de los doctores que la estaban atendiendo nos dijeran algo.

Por un momento recordé cuando la conocí, cuando la bese por primera vez, nuestra primera cita, mi primer te quiero y nuestro primer te amo. Todos los momentos juntos en un par de segundos que parecían eternos. Tome asiento y tire mi cabeza hacia atrás, me cuestionaba tanto. Mis pésimas actitudes la arrimaron a esto y no podía perdonarme. 

¿Por qué no me jugué por ella cuando podía?, ¿Por qué no la cuide más?, ¿Por qué no la ame más?, ¿Por qué no la detuve? ¿Por que deje que se fuera enojada?  Tantas preguntas para no tener ninguna respuesta, solo sabía que la amaba demasiado como para soltarla.

- Chicos – la voz de Martin hizo que todos nos acercáramos a el con rapidez

- Dime que mi hermana está bien – suplico Dulce 

- Pudimos retirar la bala y la transfusión logro revertir algo de la anemia que presentaba, sus signos vitales se normalizaron, pero de todas maneras la tendremos en observación esta noche

Hablo con orgullo, el pequeño Vargas. había sacrificado sus vacaciones por esta situación, estaba agradecido eternamente con él.

- Debo serle sincero, la peleo. Humo momentos en la operación que se estaba dejando morir, pero – suspiro – lo logro

- Ay gracias al cielo – agradeció Nath abrazando a simón

- ¿Cuándo la podremos ver? – pregunto Flor

- La están llevando a terapia para tenerla en control por cualquier cosa. Mañana ya podrán entrar a verla, pero esta noche debe descansar, veremos si mañana ya reacciona

(...)

Entre silenciosamente a su habitación. La observe unos minutos, no podía creer que había tanta belleza junta en una sola persona y esa persona era ella. Me acerque lentamente, quería seguir apreciándola desde este ángulo donde podía ver sus sueños.

Tome la silla que se encontraba a un costado y la aproxime lo más que pude hacia su cama.

Tome su mano delicadamente, con miedo. Tenía terror de sentir que se encontraba helada como en el sueño, el solo pensarlo me hizo estremecer. 

La acaricié queriendo darle calor, amor, quería hacerle saber que estaba a su lado como un soldado como siempre desde que la conocí.

Estuve un buen rato apreciándola, cuidándola dormir, no me quería ir.

- Sé que no soy el hombre perfecto. Te falle mil veces lo sé, pero debo serte sincero te amo y le juro que nosotros vamos a estar juntos por más vueltas que nos de la vida – bese su mano – perdón por maltratarte ayer, te culpe por mis errores, te dije cosas de las cuales me arrepiento – limpie mi mejilla, las lágrimas comenzaron a caer – cuando en realidad lo único que quería era besarte, decirte que te amo, pero estaba tan enojado. – suspire y bese nuevamente su mano – tú no eres una mentirosa, ni mucho menos una caprichosa – acaricie su mejilla - Necesito otra oportunidad, Mey - me acerque a ella y bese su frente – solo debes abrir los ojos y te juro que todo va a estar bien, estoy aquí - limpie mis lágrimas nuevamente

Suspire y me quede en silencio unos instantes, pero un sonido extraño se escuchó de repente, mire el equipo que media la frecuencia cardiaca y este indicaba que algo estaba mal

- Mey – fruncí el ceño y la observe – mi amor, ¿qué sucede?, Mey por favor – la moví un poco pero el sonido no cambiaba – Mi amor, por favor, no me dejes – grite desesperado – un médico – Salí gritando de la habitación – un médico, por favor – dije llorando

Vi a varios especialistas entrar a su habitación mientras que los enfermeros hacían fuerza contra mi voluntad de querer entrar ahí y salvarla también.

Me arrastre por la fría pared, dejándome vencer. Escondí mi cabeza entre mis rodillas y ahí me descargué completamente todo lo que venía acumulando. Estaba en caída libre, no había vuelta atrás rogué a dios y todos los santos sin ser creyente por ella, le rogué a cada uno de ellos porque Mey abra los ojos, porque se encontrará bien dentro de esa habitación.

- Villa, ¿Qué sucedió? – flor se acercó rápidamente a mi

- No sé – dije intentando de ser claro – no sé, se descompenso de un momento a otro – balbucee llorando, me sentía como un niño abandonado – no quiero que se muera, no quiero

Lo único que pudo hacer flor además de llorar, fue abrazarme fuertemente. No existía consuelo o palabras para poder calmarme más que Mey. 

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora