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Me acomode mejor en aquella cama, tocaba mi herida por encima de la tela de aquel camisón. Aun dolía y aun temblaba de miedo. Suspiré y cerré mis ojos recordando sus ojos llenos de odio hacia mí y sin piedad dispararme.

- Mey

Abrí de golpe mis ojos, Martin estaba en la puerta observándome con curiosidad.

- ¿Te encuentras bien? – se acercó a mi lentamente

- Si solo – susurré – recordé el momento nada mas

Él se quedó en silencio unos minutos y tomo mi mano con ternura.

- Me alegra saber que ya te encuentras bien – sonrió

- Gracias a ti

- Si – susurro bajando su mirada con timidez – en realidad, debes agradecerle a Villa – volvió a observarme fijamente – sin él no estarías aquí

Fruncí el ceño con gran confusión.

- ¿Por qué debería de darle las gracias?

- Eso es lo que quería hablar contigo antes de darte de alta – observo el papel que tenía en sus manos – además de ingresar con una herida en el abdomen, perdiste mucha sangre y descubrimos que padeces de un tipo de anemia hemolítica, es decir que tu medula ósea no produce la cantidad de glóbulos rojos que normalmente tiene que producir – apretó sus labios fuertemente – es por eso que tuvimos que hacerte una transfusión de sangre de forma urgente

- ¿Y que tiene que ver Villa con todo esto?

- El ayudo a encontrar el donante – comento - Tu tipo de sangre es muy difícil de encontrar, generalmente solo son compatibles los familiares directos

- No entiendo, yo no

- Hice unos estudios Mey, fue por pura curiosidad y descubrí algo – de un sobre saco – tu ADN y el de esa persona tienen el 99,9% de probabilidad de relación

- ¿Qué? – susurre con sorpresa

El extendió el papel y tomándolo comencé a leer. De medicina no entendía nada, pero si sabía lo que significaba esa frase y ese porcentaje. ¿Villa estuvo ocultándome todo este tiempo mi verdadera identidad?

- ¿A quién corresponde el otro ADN?

- A Rosario Andriano

"te quiero Mey, eres como una hija para mí". Esa frase que muchas veces salió de su boca hicieron eco en mi mente. Estuve todo este tiempo en frente de mi verdad, de mi pasado.

Observe a Martin entendiendo todo lo que sucedía. Sentía un nudo en la garganta que me impedía hablar.

- ¿te encuentras bien? – me observo con tristeza

Sonreí como pude y asentí.

- ¿Qué otra cosa tengo que hacer por lo de mi anemia? – pregunte intentando cambiar de tema, fingiendo que no me importaba cuando en realidad otra vez me rompía

- Solo debes alimentarte bien – hizo una mueca – y te daré unos suplementos para que sea más pronta tu recuperación.

(...)

Entre a la revista como alma que lleva el diablo. Ni siquiera me detuve a saludar a Marcus que emocionado me vio cuando ingresé. Camine directamente hacia la oficina de Charo, quería saber porque, porque no me dijo la verdad.

- Mey – sonrió emocionada – estas bien – se levantó de su asiento y se acercó a mi

Yo no podía reaccionar, solo la miraba sin poder creer que ella supo todo este tiempo quien era. Que no fue capaz de decirme nada cuando le conté lo que Mabel me había escrito. Actuó como si no existiera. Me aleje rápidamente de ella antes de que se acercara totalmente a mí.

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora