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- Me han dicho que mi jefa hoy esta de muy buen humor – Lucy sonreía ingresando a mi oficina

- Hola amiga, ¿cómo te encuentras? Muy bien, gracias ¿y tú? – bromee

Ella solo rio y tomo asiento frente a mí. Suspiré y sonreí con felicidad. Estar con villa unos minutos en el día de ayer, a pesar de todo, me recargaba de felicidad.

- ¿Y? ¿Vas a decirme porque te cargas esa felicidad? – movió sus cejas – ¿Pedro ya hizo de las suyas?

- No – dije seria, era mejor no nombrarlo

- ¿Villa? – frunció el ceño confundida

- Quizás – moví mis hombros como si nada

- Mey – me reprocho

- No puedo Lucy, estoy enamorada de el – me defendí - ¿Lo entiendes?

- Si, pero a veces eso no es suficiente y como tu amiga no quiero que sufras – dijo tomando mi mano y me miró fijamente – quiero que seas feliz y él no está para eso, no está para cumplirlo y lo sabes

- Quisiera que todo fuera diferente – tire hacia atrás mi cuerpo sobre la silla

- Puede serlo, pero quizás, no con el

Ella me observo con tristeza y yo solo suspire. Aunque con todas mis fuerzas intentara obviar la parte de que él se iba a casar, era lo que siempre estaba presente. Mi teléfono comenzó a sonar, fruncí el ceño confundida al ver el nombre de mi hermana en la pantalla.

- Mey – su voz se encontraba entrecortada

- Judith, ¿te encuentras bien?

- Ven al hospital, por favor – dijo con un hilo de voz

- ¿sucedió algo? – mi corazón comenzó a palpitar demasiado fuerte

- Es Miranda

Mi respiración se hizo aún más notoria luego de eso y lo único que pude hacer es caminar temblorosamente hacia mi auto, mientras Lucy se dedicaba a manejar camino hacia el hospital.

Al llegar inhalé y sentí como en mi pecho se extendía el miedo.

- ¿Qué sucedió?

Hablé una vez cuando estuve frente a mis hermanas.

- Tuvo un paro cardiaco – flor murmuro tomándome del brazo

- Pero ¿cómo? Todo estaba tan bien

- Pero ya vez no era así – Susurro Judith mirando a un punto fijo

- ¿Y Bryan? – pregunte observando para todos lados

- Está hablando con el médico, la estaban queriendo estabilizar – Dulce tenía la voz temblorosa

Los minutos se hacían eternos, cada vez mi paciencia se iba acabando. Nadie nos daba respuestas y Bryan no salía de hablar con los médicos. Todo se volvía más lejano, las esperanzas se esfumaban, se escapaban como agua de las manos.

Me acerqué a una de las puertas de terapia en donde pude ver a Bryan caminando de un lado a otro desesperado. Pero de pronto se detuvo, observo a un punto fijo y comenzó a negar sin poder creerlo. De terapia sacaban una camilla cubierta totalmente.

Por un momento mi corazón se paró cuando pude ver la palidez en el rostro de Bryan cuando el medico levanto aquella sabana y dejaba ver el rostro de mi hermana sin vida. Las piernas se me rompieron, sentí como todo se acabó.

Narrado por Juan Pablo Villamil

- Hijo – mi madre me saco de mis pensamientos, yo solo la observe con seriedad – ¿piensas que podríamos invitar a doscientas personas?

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora