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Bajé del auto y comencé a subir las escaleras de edificio de la revista. Lo que quería hacer en este momento era volver a mi cama, pero debía trabajar para apagar todo lo que en mi cabeza funcionaba. Iba cabis bajo subiendo sin ver a nadie, no tenía ni la fuerza suficiente para hacerlo.

sentí un cuerpo frente a mí que hizo que tirara todas las cosas que tenía en mis manos al suelo.

- Disculpa, no te vi

La voz masculina se escuchaba apenada, rápidamente me arrodille en la escalera a juntar los papeles y mi bolso.

- No te preocupes, fue mi culpa – murmure con rapidez

- Déjame, yo te ayudo – se inclinó junto a mi

- Si, gracias – rápidamente me reincorporé y tomé las cosas que me había dado aquel hombre

Elevé mi vista hacia él y abrí mis ojos con sorpresa.

- ¿pedro?

- ¿María Emilia? – me observo con gran confusión

- Hola – me acerque a él y como pude lo abrace – pero ¿Qué es lo que haces aquí? – lo observe con curiosidad

- Pues – se rasco su cabeza – volví

Ambos reímos frente a eso.

- Estas tan

- ¿Qué? ¿Más lindo y sensual? – bromeo

- Tan idiota como siempre – rodé mis ojos al escucharlo, ambos terminamos por reírnos nuevamente

Pedro había sido mi novio por seis largos años, desde la secundaria hasta gran parte de la universidad. El había decidido irse a vivir a España a seguir con sus estudios y la relación a distancia no había funcionado, terminamos en sanas condiciones y eso era lo bueno de volver a abrazarlo.

- Pero, ven – tome de su antebrazo para que me acompañara a mi oficina – tenemos muchas cosas de que hablar

- Espera Mey – me detuvo aun con la risa entre sus labios

- ¿Qué sucede? – pregunte con curiosidad observándolo

- Debo hacer un par de cosas, ¿No te molesta si luego nos vemos y tomamos algo como en los viejos tiempos?

- No me negaría – sonreí – ¿te queda bien a las seis?

- A las 6 será – sonrió con ternura y luego se acercó a mí a besar mi mejilla – por cierto, conservo el mismo numero

Reí y vi cómo se alejó de mí, era tan lindo volver a verlo. Suspire y continúe con mi camino, hoy sería un día demasiado largo. Charo había vuelto de su viaje y no paraba de contarme todo lo que había hecho, de las nuevas tendencias, de todas las cosas que debíamos tener en cuenta para las próximas revistas.

- Y bien, creo que ya hablé bastante – suspiro sonriendo – cuéntame ¿Cómo está yendo el bar?

- Am – dude unos minutos y me rasque la cabeza– está en proceso de ser abierto, supongo que pronto será la apertura – moví mis hombros– quería darte las gracias por permitirme tomarme estas semanas para poder arreglarlo – estire mis manos para tomar las suyas – de verdad aprecio mucho lo que haces por mi

Ella observo nuestras manos y luego fue a mis ojos, sonrió.

- Ya te lo he dicho, para mi eres como una hija, siempre voy a estar contigo pase lo que pase y cuentas con todo mi apoyo

- Y tú eres como mi madre, como Mabel. A pesar de haberse ido, me mando a alguien para que me cuide – reí

Ella se quedó en silencio y su sonrisa lentamente fue disminuyendo.

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora