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Comencé a andar por la ciudad, la ventanilla baja y la música con un volumen un poco más alto de lo normal intentaban calmar mis malditas ansiedades. Mi cabeza reproducía una y otra vez aquel momento en que Bryan la había abrazado.

Golpee el manubrio, era mejor que ella me dijera algo para que mi cabeza se calmara. Era la única capaz de controlar mis demonios en estos precisos momentos. Maneje hasta su casa y esperaba que no pensara que era un maniático con la cantidad de preguntas sin respuestas que tenía.

Quizás me encontraba llevando todo al extremo y juzgaba a Bryan por algo laboral y no personal. El había denunciado a uno de mis clientes, un muchacho de veinte años, por atropellar a una mujer que cruzaba con el semáforo en verde. No podía dejar que le arruinara la vida cuando tampoco se juzgaba a la mujer por no saber el significado de los colores del semáforo.

Aparque mi auto fuera de su casa, ya se estaba haciendo de noche. Apague mi teléfono, no quería interrupciones esta vez. Crucé la calle y detuve mis pasos cuando vi a Bryan despidiéndose de ella, estaba en la puerta de su casa y se encontraba abrazándola. Lentamente me acerque a ellos.

- Villa – sonrió Mey adorablemente

- ¿Villamil? – Bryan volteo a verme con sorpresa

- Thompson – murmure entre dientes

- ¿Se conocen? – Mey hizo un vaivén de miradas entre ambos

- Desgraciadamente – susurre

- Oye ¿Qué es lo que sucede contigo? – frunció el ceño Bryan – hoy estas que hechas fuego

- Hecho fuego – reí con algo de sarcasmo

- Esperen ¿qué está pasando aquí? – Mey pregunto desconcertada

- ¿De dónde se conocen? – por primera vez observe a Mey

- ¿Disculpa? – pregunto Bryan con sorpresa

- Le pregunte a ella no a ti – lo mire desafiante

- Villa – me reto Mey

- ¿Qué? – abrí mis ojos con sorpresa

Mey frunció el ceño con molestia y se cruzó de brazos, volteo a ver a Bryan.

- Creo que debes irte – murmuro para el moreno

Asentí con obviedad detrás de ella, Bryan me observo con confusión frente a mi trato y Mey volteo con rapidez a verme.

- Si, nos vemos luego – murmuro Bryan

Thompson desapareció de mi radar visual y nuevamente volví a observar a Mey, ambos teníamos el rostro fruncido.

- ¿has terminado? – comento como si nada

- Terminar ¿Qué? – pregunte con curiosidad

- El mal trato que acabas de darle a Bryan

Volteo de forma molesta para ingresar a su casa, la seguí. Aun no me había contestado lo que le había preguntado. Cerré la puerta detrás de mí y ella volteo a verme aun con la seriedad en el rostro.

La observe detalladamente, hasta con enojo era hermosa. Tenía cabello castaño, largo y con ondas al final que llegaba hasta su cintura. Era de esas cabelleras en las que te daba ganas de esconderte entre ella cuando el sol toca tus ojos por la mañana temprano, amarrado a su cintura.

Sus ojos eran dos piedras turquesas. Un diamante en color, algo que no se podía encontrar en algún lugar de la tierra o en alguna persona. Me encantaba verlos y perderme en ellos cada vez que podía observarlos.

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora