.25. tercera temporada

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Narrado por María Emilia Luna

Hoy era el día de mi alta, al fin. Necesitaba salir de aquí de una buena vez.

Villa, se había ido a Nueva York por temas de su trabajo, mis hermanas y mi madre me habían dicho que simplemente no iban a poder y que, Sebastián, me buscaría esta vez. Era el momento perfecto para simplemente terminar esta situación de una vez.

- Hola hermosa – Sebastián bajaba de su auto con una sonrisa – perdón por la tardanza

- Sí, no te preocupes – respondí sin una pizca de emoción por verlo

Ansiaba que Villa estuviera aquí, porque con su presencia me facilitaba el sentirme menos culpable por dejar a Sebastián. Pero el simplemente se había ido y ya lo extrañaba tanto.

Sebastián tomo mi pequeño bolso en donde contenía algo de rompa y objetos personales que me había acercado mi familia y luego abrió la puerta del copiloto para que pudiera ingresar. Estaba emocionada por volver a casa con mis hijos.

- Este no es el camino para ir a mi casa – fruncí el ceño cuando comencé a ver que nos alejábamos del radar de cuadras que conducían hacia mi hogar

- Es que no estoy llevándote a tu casa – sonrió y volteo a verme rápidamente

- ¿A dónde me estas llevando? – hable asustada

- Tranquila, solo quiero que conozcas a unas personas

- Sebastián, yo solo quiero ir a mi casa – dije firme

- Por favor amor – me suplico – es solo un momento, te juro que luego te llevo luego

Nerviosa, sí. No sabía a donde me llevaba y que tipo de personas conocería esta tarde. Yo solo quería estar en mi casa, no haciendo sociales con gente de la cual no pertenecía a mi ambiente natural.

Unos minutos después Sebastián estaciono frente al gran café de la ciudad. Nuevamente mis nervios aumentaron consumiendo dentro de mi todo a su paso. No quería ir, pero ya estaba aquí. Baje sin esperar a que Sebastián me abriera la puerta, ya no hacía falta. Camine hacia la puerta de aquel lugar con él a mi lado.

Una vez dentro hizo una seña en forma de saludo a una pareja, con una sonrisa él se acercó llevándome de la mano.

- Mama, papa – sonrió y los abrazo, ahora entendía quiénes eran - ¿Cómo han estado?

- Muy bien, corazón – sonrió enternecida aquella mujer y luego sus ojos se fijaron en mi - ¿Tú debes de ser María Emilia? – pregunto emocionada tomando mis manos

- Mey – la corrigió Sebastián, yo solo sonreí obligadamente

La mujer de tez morena y ojos verdes me abrazo emocionada y beso mis mejillas como una madre a su hija.

- Hola señora Blúmer – hable entre dientes, nerviosa

- Por favor solo dime Ada – dijo con una sonrisa

- Hija – ahora dirigí mi vista hacia el hombre de unos 60 años aproximadamente – déjame decirte que mi hijo se quedó corto con lo que te describió, eres hermosa

- Muchas gracias

- Soy Félix, el padre de este niño – dijo riendo

- Papa, por favor – rodo sus ojos

- Tranquilo, hijo, no te hare pasar vergüenza – se burló, yo solo reí levemente. Era un señor agradable

- Por favor, siéntense – suplico Ada

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora