.37. I

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Narrado por María Emilia Luna

Regrese a mi casa, tenía que cambiarme para la cena de esta noche. Por mi cabeza solo pasaba lo que había sucedido con Villa y hasta en un punto me sentí mal de haberle confesado lo que había sucedido con Pedro. Tenía miedo, no podía negarlo. No quería meterlo en problemas.

Cuando ingrese las luces de mi casa se encontraban encendidas, había olor a comida y algo de música. Confundida camine hacia el living.

En la mesa había dos platos, copas y flores rojas. Fruncí el ceño con gran confusión.

- ¿Flor? – la llame dejando mis cosas en el sillón

- Flor no esta

Esa voz hizo que mi cuerpo temblara y mi piel se convierta en gallina, pero por primera vez era por el miedo. Lo observé rápidamente y retrocedí un poco.

- ¿Qué haces aquí? – balbucee

- Mi amor, tranquila, solo quería darte una sorpresa – sonrió y se acercó a mi

- ¿Cómo entraste? – retrocedí nuevamente

- Digamos que pedí prestado la llave de la casa de mi novia – movió sus hombros como si nada

- Pedro, no puedes estar aquí si no me avisas antes

- ¿Porque? – frunció el ceño

- Porque esta es mi casa – me arme de valor – no puedes entrar como si fuera tu casa

- Solo quería darte una sorpresa

Suspire pesadamente, creo que era el momento de terminar con todo esto. Nos estábamos lastimando sin darnos cuenta y me negaba a seguir en esta situación.

- Debemos hablar

- Que mal educado no te ofrecí vino

Sonrió y se acercó a la mesa, tomo una de las copas y sirvió aquel liquido rojo en ambas copas.

- Vamos a brindar – comento como si nada

- No, no vamos a brindar – negué rotundamente, quería que me escuchara

- Si vamos a brindar

- No pedro, no voy a quedarme a cenar contigo – dije segura de mi

- Mi amor – me hablo con total tranquilidad - yo no estoy diciendo que vamos a ser la mejor pareja ahora, pero simplemente esta es la mejor manera para sellar de que vamos a volver a intentarlo, a nuestro tiempo y por eso cenaremos juntos, hablaremos

Fruncí el ceño con gran confusión, acababa de decirle que no iba a quedarme y el hacia todo lo contrario.

- Creo que no me escuchaste – comente – pero, si, debemos hablar – trague saliva con nerviosismo – lamento no haber sido clara contigo desde un principio, pero eso no va a suceder porque ya no – me relamí los labios con miedo – ya no existe la posibilidad de que tú y yo estemos juntos, Pedro

- si – sonrió y dejo a un costado la copa – si existe – asintió con seguridad - no estoy diciendo que ya lo vamos a ser, con el tiempo vamos a volver a ser la pareja de antes

- No Pedro, no es cuestión de tiempo y sería muy injusto para ti que tengas que esperar a que te ame

- No me digas lo que es o no es justo para mí – dijo apretando sus dientes, lo que hizo que retrocediera nuevamente – eso deja que lo resuelva solo, también sé que Villa no es bueno para ti

Fruncí el ceño enojada por su comentario. ¿Por qué debía de hablar de él cuándo estábamos hablando de nosotros?

- No lo metas a Villa en esto, él no tiene nada que ver con lo que te estoy diciendo

- ¿No tiene nada que ver? Si él no se hubiese entrometido como siempre entre nosotros, hoy estaríamos bien – me miro expectante – ¿y me dice que no tiene nada que ver? – grito con furia

Abrí mis ojos con sorpresa y ahora me sentía con demasiado peligro.

- Pedro, por favor, no hace falta que grites – sugerí – no es necesario que te pongas de esa manera

- No me pongo de ninguna manera o me pongo de todas las maneras posibles porque usted me provoca

Note su mirada ruda, de esas que hacían querer salir a correr a otro lado porque daba miedo.

- Primero me quieres y ahora decides que debemos terminar, no juegues conmigo María Emilia porque me estas lastimando y no me gusta que me lastimen

- Está bien, tranquilo – asentí levemente intentando que se calmara – no quise lastimarte, lo lamento

- Lo estás haciendo, me estas lastimando y humillando

- No te estoy humillando – fruncí el ceño

- Lo haces cada vez que puedes – volvió a asegurar – lo haces cada vez que ves a Villa – apretó sus labios y note que su respiración comenzó a cambiar - ¿Para qué hice esto? – grito señalando la mesa

- Te quiero explicar, Pedro

- ¿Para que hice esto? ¿Qué quieres explicarme? – volvió a gritarme furioso – ¿Para que hice esto? – se acercó a la mesa, tomo un plato y lo aventó al suelo

- Para Pedro – grite asustada

- ¿Para qué? – grito y tiro el segundo plato

- Por favor, Pedro, tranquilízate – volví a gritar

Asustada apresure mis pasos para poder salir de mi casa. Estaba convirtiéndose en un demente.

- ¿A dónde te iras? – se acercó rápidamente a mí y tomo de mi brazo fuertemente

- Pedro, por favor – estaba quebrándome – ya fui clara, ya te expliqué – como pude logre que me soltara

- ¿Cuándo fuiste clara? – se acercó a un más a mí, sentía su respiración densa sobre mi rostro

- Yo no estoy enamorada de ti – grite

- Cállate, no sabes lo que decís – grito

- Pedro, por favor, no estoy enamorada de ti – hable con los ojos rojos

- Cállate, siendo mi novia te acostas con otro hombre – su tono de voz no dejaba de aturdirme

- No estoy enamorada de ti, ¿puedes entenderlo? – grite desesperada

- Cállate – grito nuevamente tapándose los oídos

Suspire y seque mis lágrimas. Había sido una estúpida en pretender que él me ayudaría a olvidar a villa, pero, no podía.

- No te amo – susurre – perdón, lo intente. Te juro que intente amarte, pero simplemente no pude porque yo lo amo a él, quiero pasar el resto de mi vida con él – suspire – yo amo a Villa, Pedro y eso nadie lo va a poder cambiar

El levanto la vista hacia mí y se acercó rápidamente. No lo vi venir, me encontraba en el suelo. Me había golpeado en la cara. Toque mi labio con mi nudillo, me había cortado el labio de tan solo un golpe. Levante mi vista y él se encontraba más furioso que nunca. Me tomo de las piernas y subiéndome a su hombro camino escaleras arriba. Comencé a golpearlo por la espalda, estaba asustada, quería que mi hermana, Nath o el mismísimo villa estuviera aquí, ahora.

Llego a mi habitación y me tiro en mi cara, abalanzándose sobre mí, comenzó a manosearme y a besarme mientras que suplicaba que dejara de hacerlo, gritaba y lloraba pidiendo ayuda, en mi mente solo pedía que por favor que alguien entrara por la puerta antes de que sea demasiado tarde. 

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora