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Cada minuto que pasaba era eterno, quería que todo sea un mal sueño. Quería despertar y verla nuevamente bien o enojada conmigo, no importaba la manera, pero aquí.

Camine por el pasillo de aquel hospital a paso apresurado junto a Simón que iba diciéndome que me encontrara tranquilo. Tranquilidad era lo que no tenía en este momento, estaba a punto de perder la cordura. Solo quería saber que se encontraba bien, nada mas eso pedía.

- Nath – corrí hasta ella

Se encontraba angustiada, despeinada, su ropa se encontraba llena de sangre. Tragué saliva cuando me di cuenta que era la sangre de Mey.

- No pude hacer nada, Villa – me abrazo con fuerza mientras lloraba

- ¿Qué fue lo que paso exactamente? – pregunte desesperado por intentar encontrar una respuesta más a lo que ya sabia

Esta se separó de mí y se tranquilizó, mientras Simón acariciaba su espalda con dolor y ponía su saco sobre sus hombros.

- Ella llego enojada y comenzó a hablar de ti, que se habían peleado, tocaron el timbre y pensando que eras tú, que te retractaste y fuiste por ella, fue a la puerta – trago saliva, inhalo y exhalo – yo me quede ahí en la sala hasta que escuche un ruido demasiado fuerte, para cuando reaccione y fui a ver que había sido, vi a pedro en la puerta con un arma y a Mey en el suelo con sangre – nuevamente comenzó a llorar - ella intentaba no cerrar sus ojos 

- Ya, mi amor – susurro Simón abrazándola

Apreté mis labios con fuerza y pasé mis manos por mi cabeza con nerviosismo. Ella pensó que era yo y se topó con el imbécil, con una bala que no era para ella. ¿Por qué no la detuve? ¿Por qué no fui tras ella?.

- ¿Familia de la señorita Luna?

Los tres volteamos rápidamente hacia el medico que salía de la sala de cirugía, pude divisar a sus hermanas ahí. Todos nos acercamos con desespero. Flor tomo de mi brazo con miedo, se escondía detrás de mí. Ansiaba escuchar que Mey se encontraba bien.

- Dígame que se encuentra bien por favor – pedí en un susurro

- Me encantaría decirle eso muchacho pero

Cuando lo escuché hablar y quedar estancando en esa frase sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, el miedo me domino.

- La joven entro, además con un traumatismo abdominal producido por un arma de fuego, con una anemia hemolítica sumado a que también ha perdido bastante sangre – suspiro – estamos haciendo lo que podemos, pero necesitamos realizarle una transfusión con urgencia, el tipo de sangre que buscamos es cero negativo

- Ninguna de nosotras tiene ese tipo de sangre – Judith hablo con desesperación observando a Dulce y a Florencia

- Y ninguno de nosotros tampoco – dije al borde de estallar, pero me contuve sacando fuerzas de donde no tenia

- Necesitamos encontrar cuanto antes un donante, tal vez otro familiar, la madre o el padre, si no

- Si no, ¿qué? – pregunte rápidamente

- Debo serles totalmente sincero, la señorita Luna está en sus horas más críticas – suspiro y luego apretó sus labios con fuerza – si no encontramos ese donante, puede llegar a morir

¿Mey podía morirse?, no se lo iba a permitir. No me iba a dejar aquí, si ella se iba me iría con ella.

Una vez que el doctor desapareció, escuche los sollozos de sus hermanas. Mi mirada viajo a Simón que contenía a Nath que también se encontraba devastada.

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora