.29. tercera temporada

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Narrado por Juan Pablo Villamil

Camine por el pasillo de la firma, iba directo hacia la oficina de Isaza. Estaba tan cansado que iba a decirle que se quedaba a cargo de todo esto, de todos mis casos por el día de hoy. No había tenido una buena noche.

Toque la puerta e ingrese habiendo escuchado su permiso.

- Ey – camine hacia el

- ¿Qué sucede? – levanto su mirada hacia mi

- Solo quería avisarte que me voy – metí mis manos en los bolsillos

- ¿Estás bien? – frunció el ceño

- Me encuentro muy cansado nada más, anoche salía tomar algo a un bar y volví tarde

Él se levantó de su asiento y se acercó a mí.

- Anoche estuve con Mey – susurro

Yo levante levemente mi mirada a él, escuchar su nombre tan solo hacía que todo en mí se alborotara.

- Ah – susurre

- Le dije lo que pensaba

- No hacía falta que lo hagas – negué observándolo

- Si, hacía falta – asintió – porque es mi amiga de toda la vida y tú también lo eres, yo fui quien los presento. ¿Recuerdas cuando me suplicabas que la convenciera para que asistiera a mi cumpleaños?

Bajé mi vista y sonreí levemente, sin tan solo conocerla me había vuelto loco por ella.

- No pueden hacerme esto – gruño enojado – ¿dejar de luchar por ella Villamil? – frunció el ceño enojado – tu nunca dejaste de luchar por Mey, siempre hiciste todo lo que pudiste por tenerla contigo ¿Ahora es la excepción? Y ella siempre te amo a ti, por más veces que la hayas roto siempre te eligió a ti, te eligió hasta para ser el padre de sus hijos ¿Comprendes que tienes hijos con ella?, no se hermano que harán, pero yo quiero que estén juntos, por sus hijos más que nada – movió sus hombros – solo haz un intento mas

Lo observe detenidamente, él tenía razón. En cada una de las palabras que me había transmitido tenía razón, pero tenía que admitir que me encontraba cansado. Ya no podía más con todo esto. Me dolía muchísimo saber que ella no podía simplemente decidirse por mí.

Baje mi vista unos minutos.

- Tengo que admitir que tienes razón – comente – pero también tengo que decirte que estoy casado de pelear – moví mis hombros – no quiere decir que la deje de amar o que no sienta que no vale, ella vale todo lo que soy. Y no puedo quejarme ¿sabes por qué? Porque yo la arrime a esto, lo arruine todo

Isaza quiso decirme algo más, pero yo solo levante mi mano para que parara, quería irme y dormir. Nada más eso.

- No digas nada, solo quiero irme a dormir un buen rato, porque luego tengo que buscar a los niños en el colegio

Voltee sobre mis talones hacia la puerta de su oficina. Cuando la abrí me llevé la sorpresa que el comisario y un par de policías se encontraban ahí. Fruncí el ceño confundido.

- Comisario, que sorpresa tenerlo por aquí – extendí mi mano en forma de saludo lo cual el la acepto

- Juan Pablo – comento apenado

- ¿sucedió algo? – fruncí el ceño confundido, su tono de voz no me gustaba para nada

- Tengo una orden de arresto – dijo nervioso

- ¿Para quién? – pregunto Isaza detrás mío

- Para usted

Abrí mis ojos sorprendido

- ¿Qué? – dije rápidamente, vi uno de los policías sacar las esposas

- Queda arrestado por atentar contra la vida de la señorita Lindsay Müller

Narrado por María Emilia Luna

- Quiero que decidan qué centro de mesa les gusta más – sonrió Ada

Yo solo me limite a observar, estaba ajena a todo.

- Creo que el de las rosas rojas, ¿no amor? – Sebastián me llamaba para que comentara

- Si, está bien – moví mis hombros, no me interesaba

- Mey ¿Te encuentras bien? – frunció el ceño preocupado

Yo solo voltee mi vista a verlo, quería salir corriendo en este preciso instante. Quería desaparecer. ¿Porque me comportaba como una cobarde si nunca lo fui? Me quede observándolo unos minutos, tenía que decirle esto ahora mismo no me importaba nada.

- ¿Podemos hablar? – dije seria

- Claro – me observo confundido

Salimos de aquel local donde supuestamente la madre de Sebastián organizaría la fiesta de la boda. Estaba tan asqueada de todo esto, no me gustaba nada.

- ¿Qué sucede amor? – dijo una vez que estuvimos frente a frente - ¿No me digas que Villa hizo problema porque nos vamos a casar? – gruño

- Escucha sebas, hay algo que quiero decirte hace bastante tiempo – dije organizando mis ideas

- Dime amor – dijo sonriendo levemente - ¿quieres invitar a Villa a nuestro casamiento?

¿Acaso este hombre es estúpido? Fruncí el ceño luego de escuchar esa pregunta tan absurda salir de su boca, seria a la última persona que invitaría si es que en verdad no lo quisiera.

- No – dije firme y de mala manera – es otra cosa y no tiene que ver con Villa, es sobre nosotros

- ¿Nosotros? – dijo sorprendido - ¿Qué sucede con nosotros?

- Quiero que me perdones, pero creo que

- Mey

Rodé mis ojos cuando vi al Vargas mayor cruzar corriendo la calle de forma desesperada. Observe al cielo, ¿Qué tan difícil podía ser deshacerme de Sebastián si no dejaban de boicotearme el momento?, ojalá Villa lo comprendiera ahora.

- Tranquilo – dije una vez que se encontró a mi lado - ¿Estas bien?

- Disculpa Simón, pero estamos en una conversación muy importante con mi novia – gruño Sebastián

- Esto es importante – aún se encontraba alterado – Mey, escúchame

- ¿Qué sucede? – fruncí el ceño preocupada

- Villa

El intento hablar, mi corazón solo comenzó a palpitar fuertemente cuando escuche su nombre.

- Villa está preso

- ¿Qué? – grite - ¿Cómo que está preso? – sorprendida pero angustiada a la vez

- Si me llamo Isaza diciendo que estaban en la policía

La angustia me ataco en este momento. ¿Qué había sucedido para que terminara ahí? Hice un vaivén de miradas entre los dos hombres, pero lo que más quería hacer es salir corriendo a buscarlo.

- Simón, vamos – tome del brazo

- ¿Qué? ¿A dónde crees que vas María Emilia? – me hablo autoritario Sebastián tomando de mi brazo

Volteara rápidamente a observarlo.

- tú ya no tienes nada que ver con el

Un escalofrió me recorrió el cuerpo, eso me hacía acordar a Pedro. ¿Era un deja vu?

Fruncí el ceño enojada, esta vez no iba a dejar que nadie me impida hacer lo que quería y no me iba a hacer culpable. No otra vez.

- Yo tengo mucho que ver con el – dije firme – es el padre de mis hijos, te guste o no te guste

Lo solté bruscamente y tomé nuevamente a Simón para caminar hacia su auto. No iba a permitir que me prohibieran ver a Villa, eso sí que no. 

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora