.20. tercera temporada

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Espere unos minutos, los niños ya salían de clases. Sostenía mi teléfono de forma temerosa ansiando una respuesta positiva ante lo que sucedía con Mey dentro del quirófano. Limpié mis lágrimas nuevamente cuando vi a esos tres demonios que tenía como hijos correr hacia el auto.

- Hola papa – dijo Max una vez dentro, seguido de sus hermanos

- Hola – intente sonreír

Ellos fruncieron el ceño.

- Papito, ¿Estas llorando? – Bella pregunto curiosa

- Sí, pero no es nada –sonreí nuevamente y guiñé mi ojo

- Papi – se paró tomándose del respaldo del asiento, yo voltee mi mirada para observarla antes de arrancar – no quiero que estés triste, mamita se va a curar

Suspire y apretando mis labios acaricie su mejilla levemente. Si tan solo supieran a que nos estábamos enfrentando. Su fortaleza era lo más grande que había conocido en estos pocos días. Estos eran mis hijos, nuestros hijos.

- Lo sé – asentí con una pequeña sonrisa hacia ella

Volví mi vista al frente y arranqué el auto. Tenía que pasar por la oficina para buscar unos papeles, hoy no trabajaría ahí. Estaría con los niños y al pendiente de lo que pudieran comunicarme del hospital.

- Buscare algo en la oficina – dije mientras el ascensor se cerraba – se quedan tranquilos, ¿Si?

- Papa, tú nunca asumirás que el que saca lo peor de nosotros eres tu ¿verdad?

- ¿Yo? – abrí mis ojos con sorpresa

- Tu eres el que nos obliga a ser unos demonios, como dice mama – Max me acusaba

- Disculpen por querer que se diviertan – cruce mis brazos algo ofendido

- Mama nos trata de demonios por tu culpa – Alex saco la lengua

- Su madre es peor, se los aseguro – reí recordando un par de anécdotas de ella

- De eso no dudamos, solo que ella lo hace en silencio, pero tú ya te pasas – dijo Max antes de que el ascensor se quede en el piso que quería

- No puedo creer que sean mis hijos y me acusen tan injustamente

Ambos rodaron sus ojos negando.

- Papito – Bella tomo de mi mano - ¿Puedo ir contigo?

La observe unos minutos y luego levante mi vista para toparme con Lindsay. Había entendido perfectamente a mi pequeña hija, podía sentir su miedo. No podía creer que había desconfiado de ella, que creí que me mentía.

- Claro – susurre para ella

Salimos de aquel ascensor e indique a los varones que se sentaran en la sala unos minutos mientras que yo caminaba hacia mi oficina bajo la mirada de Lindsay que había decidido ignorarla. Pero antes de llegar se puso frente a la puerta con el ceño fruncido.

Baje mi vista hacia Isabella, esta solo se escondió detrás de mí.

- Te estuve llamando

- Lo sé – afirme – no quería hablar con nadie

- ¿No querías hablar con nadie? – frunció el ceño – soy tu novia, Juan Pablo

- ¿Novia? – hable sorprendido – que yo recuerde en ningún momento te pedí que lo fueras

- ¿Y que fui todo este tiempo para ti? – aumento su voz - ¿Acaso solo me utilizaste para pasar el rato?

- Lindsay, no es el momento de que hagas esta escena – gruñí – no ahora

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora