.20. II

1.3K 102 113
                                    

Narrado por María Emilia Luna

Mis piernas aun temblaban, mi corazón latía demasiado fuerte. Había desfilado por primera vez en la vida y no me apetecía volverlo hacer. Pero luego reí para mí misma al recordar el rostro de Jessica y sus malas vibras haciéndola retorcerse desde la parte de atrás del escenario al verme desfilar también.

- Mey

Charo se acercó a mí con emoción para abrazarme con fuerza.

- Estoy impresionada, como dominaste esa pasarela – ella intentaba hablar, pero sabía que no sabía que más decirme, la había dejado sin palabras

- Gracias – sonreí de forma tímida

- Creo que debes dedicarte a esto – hablo con diversión

- Es broma, ¿verdad? – mi cara comenzó a ponerse seria

- Totalmente – hablo con sarcasmo

- Menos mal – suspire con tranquilidad – creo que iré a cambiarme

Ella sonrió y beso mi mejilla, esperaba que no volviera con esta locura de idea para desfilar porque una segunda vez quizás, no soportaría la vergüenza. Camine hacia la oficina del local para poder quitarme todo esto, debía volver al evento de forma presentable y no con un vestido de novias.

Diez minutos exactos conté intentando desprenderme el vestido. El cierre estaba en la parte alta de mi espalda y con mis brazos cortos apenas llegaba. Escuche la puerta abrirse, al fin mi hermana se apiado de mí.

- Flor, que bueno que viniste necesito que me ayudes con el vestido

Aún continuaba intentado bajar el cierre. Mis células comenzaron a temblar cuando sentí sus manos rozar con las mías, como si fuera una maldita gelatina. Fue descendiendo lentamente el cierre, hasta el final y sus dedos tocaron mi espalda dulcemente. Cerré mis ojos disfrutando su tacto, era como una pluma suave sobre mi piel.

Voltee lentamente encontrándome con sus ojos verdes. Se acercó lentamente hacia a mí y tomando de mi nuca acorto la distancia que nos separaba otra vez. Tanto necesitaba de ese beso que no dude ni un solo segundo en perder mis manos sobre su cuello.

Era lento, dulce con sabor a él. Los besos más hermosos solo me los podía dar el. Al sentir que necesitábamos oxígeno, lentamente nos alejamos para pegar nuestra frente y descansar. ¿Por qué debía ser todo tan caótico mientras que nosotros sentíamos tanto por el otro?

- Necesitaba tanto esto – susurro agitado cuando nos separamos por falta de aire

- Yo también – confesé abriendo mis ojos y encontrando sus ojos

- Te extrañe – pego su frente a la mía

- Yo también te extraño – murmure con tristeza

- Recuérdame porque todavía no decidimos fugarnos lejos – cerro los ojos

- No lo sé – reí levemente imitándolo, sería una hermosa idea hacerlo y empezar los dos juntos

- Sabes – sentí su sonrisa hermosa – te veías hermosa con ese vestido, como para casarte conmigo

Termine por sonrojarme, pero por dentro su comentario me había dado tanta ternura. Abrí mis ojos y lo note tan tranquilo que en ese momento solo desee lo mismo que él. Quería que el fuera el padre de mis hijos, llegar a viejitos y aun así tener el privilegio de ver sus ojitos verdes al despertar.

Pero eso solo me duro un suspiro al recordar nuestra realidad. Las mentiras, las personas que nos rodeaban, era un montón de cosas que terminaron por pinchar aquel deseo que lo ansiaba con todo el corazón.

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora