.33. tercera temporada

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Narrado por María Emilia Luna

Mis amigos aun dentro de aquel lugar me tenían en sus brazos mientras que yo solo me retorcía como una lombriz. Sentía el alma vacía, algo que no había experimentado nunca porque esta vez sabía que él hablaba enserio, él me estaba dejando ir y yo no podía hacer nada por más que llore y suplique que se quedara conmigo.

- Tranquilízate – pidió Isaza una vez fuera de aquel lugar

- Déjame volver con el – intenté volver a entrar, pero nuevamente me tomaron a la fuerza – por favor – dije sin fuerzas ya

Sentí como mi amigo me abrazaba con fuerza y besaba mi coronilla. Escuchaba a simón susurrar que todo estaría bien, pero para mí todo se veía horroroso. Mi vida se volvió oscura de un minuto a otro porque mi sol se apagó en el mismo momento que me dejo.

- Respira – susurro Isaza cuando me separe de el

- ¿Por qué lo hizo? – angustiada pregunte sin entender esto que sucedía

- Porque su situación esta complicada, Mey

- Hagan algo, por favor

- No se puede hacer nada Mey, ya hicimos todo lo que pudimos – comento Simón – en seis días le darán la sentencia

Los observe sorprendida. Villa siempre me dijo que para armar un juicio se necesitaba mucho tiempo y no era fácil, ¿Por qué con el esto era diferente?

- Necesito hablar con el – intente nuevamente ingresar, pero ambos me lo impidieron – déjenme, no quiero que me deje, quiero quedarme con el

- Mey por favor, piensa en tus hijos – Simón hablo con gran autoridad – él está haciendo esto por ti, por ellos

- ¿Por mí? – lo observe incrédula – el solo me está alejando para poder rendirse más rápido – dije furiosa – y no dejare que lo haga

- Mey, por favor – suplico nuevamente – le darán veinte años de cárcel, si no, es más, porque todas las pruebas lo incriminan solo a él, ¿entiendes cómo se siente?

Inhale y exhale con fuerza, iban a darle una sentencia a alguien inocente. A alguien que en su vida cometió un delito más que amarme, que nunca lastimo a nadie, que siempre protegió a todos los que quería. No podía entender cuanta era la maldad de aquella mujer para hacerle esto.

Rodé sobre mis pies para irme de ahí, estaba destruida. Quería sacarlo de ahí y traerlo conmigo. Era en estos momentos en donde me replanteaba por qué había tardado tanto en decidirme si él siempre fue lo que quería y ahora ya no lo tenía. Estaba enfurecida conmigo misma, no merecía nada de lo que tuve, de lo que tenía, si él no estaba.

Caminé hasta mi auto, pero antes de entrar vi a Lindsay llegar. Camine hacia ella rápidamente, ella sorprendida me observo.

La observe unos minutos en silencio, estaba midiendo mis palabras. La forma en que quería decirle las cosas, tenía que medirlas porque todo podía ser utilizado en su contra, todo podía hundirlo más.

- Él no fue – susurre mientras mis lágrimas caían, ella me observo en silencio – él no fue y tú lo sabes – aumente mi voz - ¿Cómo puedes dormir con eso?

Aun se encontraba muda y a mí me aumentaban las ganas de golpearla.

- ¿Cómo puedes dormir con todas esas mentiras dando vueltas y culpando a alguien inocente Lindsay? – grite

- Por favor tranquilícese, no le hable así a mi hija – una señora rubia se interpuso entre nosotras

- Mama, por favor – suplico – déjame hablar con ella

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora