.26. tercera temporada

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El timbre había sonado, mire la hora era casi media noche. Camine por el pasillo hasta llegar al cuarto de los niños y ver que los tres dormían como unos angelitos. Baje la escalera algo temerosa, era muy tarde para que alguien tocara la puerta.

Me acerque al rabillo de la puerta y sonreí efusivamente cuando logre descubrir quien se encontraba del otro lado de la puerta. La abrí y el solo volteo dejándome ver su reluciente sonrisa. Había extrañado ver aquello, era tan simple, pero a la vez me llenaba de luz la vida.

- Hola – me acerque a él sonriendo

- ¿Me extrañaste? – movió sus cejas divertido

- Mucho

Mis brazos fueron a su cuello y me acerque a él para dejar un castro beso en sus labios. Sus manos acariciaron tiernamente mi espalda, hasta abrazarme totalmente como si fuera algo pequeño y solo suyo. Él sonrió cuando me aleje de él lentamente.

- ¿tú me extrañaste? – pregunte inocentemente

- Hace varios meses vengo extrañándote – confeso con una sonrisa de costado

Sonreí levemente y volví a besarlo. Ambos ingresamos dejo a un lado sus cosas mientras que yo caminaba hacia la cocina. Sentí sus pasos detrás de mí.

- ¿Tienes hambre?

- Si, en el avión no nos dieron nada de comer – se quejó, yo solo reí

- Pensé que irían en el avión privado – murmuré sirviendo en un plato la lasaña que había hecho para los niños

- Está en reparación – respondió sin cuidado

Camine con el plato hacia el que se encontraba sentado en uno de los bancos de la cocina, en la isla.

- ¿Los niños? – pregunto luego del primer bocado

- ¿Te has dado cuenta la hora en la que apareces? – pregunte con obviedad

El volteo a verme haciendo que un escalofrió recorriera mi espina dorsal y solo sonrió.

- ¿Están totalmente dormidos? – susurro

- Quiero dormir Villamil – rodé los ojos divertida

- Yo solo pregunte si estaban totalmente dormidos, tu eres la pervertida que piensa en cosas raras – comenzó a reírse, su perfecta dentadura hizo que me estremeciera por completo

- Conozco tus trucos – lo fulmine con la mirada este solo rio y me guiño el ojo

Mientras Villa terminaba su cena, ambos nos pusimos a hablar sobre cosas sin sentido. Riéndonos y disfrutando de estar en compañía, entre nosotros dos y sin nadie más. Olvidándonos de los problemas, sobretodo de que el problema más grande lo tenía yo y era que todavía no me había librado de Sebastián y eso el, no lo sabía.

Se suponía que en estos dos días en su ausencia y fuera del hospital lo haría, pero todo seguía igual.

Subimos hacia la habitación de los niños, él se adentró en sus cuartos y beso su coronilla sin despertarlos como cada noche antes de separarnos. Había extrañado tanto ver estas pequeñas acciones en él. Para mí era el mejor padre para mis hijos, para mi simplemente siempre iba a ser el mejor en todo.

Camine hacia la habitación y me recosté en la cama esperando a que el hiciera lo mismo. Cerré mis ojos, escuché la puerta cerrarse. Aun permanecí así, no sabía porque, pero me parecía un sueño dormir otra vez con él, aunque la culpa me carcomía por dentro como un parasito. Tenía que decirle la verdad, pero no sabía si podía arruinar esto que estaba sucediendo ahora.

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora