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Narrado por María Emilia Luna

"Acabo de comunicarme con la fiscalía, al parecer Pedro se fue del país. Puedes estar tranquila, te quiero"

Suspire tirándome hacia atrás en mi silla. Pedía que solo fuera real lo que Isaza me dijo, que pedro jamás vuelva.

Deje mi teléfono de lado y continúe con mi trabajo. Quería terminar con todo e irme automáticamente de este lugar, que, aunque lo considere mi escape, hoy solo era mi tortura ya que Jessica se encontraba haciendo una sesión de fotos dos pisos más arriba.

- Buenos días

Eleve mi vista hacia la puerta, Nath me sonreía desde ahí. Hice una pequeña sonrisa y volví a mi computadora.

- Buenos días

- ¿Son buenos días para ti? – de reojo la vi sentarse frente a mi

Rodé mis ojos, estos últimos cuatro días de mi vida fueron algo así como un periodo de duelo en mi corazón.

- Estas más fría – susurro

- Estoy como siempre – la esta vez con seriedad

- ¿Tu corazón esta como siempre?

- ¿A dónde quieres llegar? – cerré la computadora para centrarme en ella

- Quiero saber qué está pasando contigo nada mas

- Estoy perfecta Nath – sonreí

- Por fuera estas hecha una diosa amiga, pero por dentro estas destruida y temo pensar que te estás convirtiendo en algo que no eres

Reí levemente y negué.

- Estoy bien, no te preocupes – moví mis hombros

- Todo va a estar bien – estiro su mano para tomar la mía – ¿comprendes? A las personas buenas siempre les llega lo mejor y quizás este no era el momento, pero te aseguro que todo estará bien – asintió con seguridad – iré a buscar café, ¿quieres?

- Claro – asentí para luego apretar mis labios para no llorar

Cuando Nath desapareció comencé a reírme, escuchar la frase "Todo va a estar bien" me daba cosquillas. La frase era tan gilipollas en mi vida que llorar ya no quería, solo quedaba reírme de esto, porque ya se terminó.

La puerta se abrió nuevamente y elevando mi vista rodeé mis ojos cuando vi a Jessica ingresar a mi oficina con una sonrisa triunfal.

- Quería pasar a ver tu derrota – sonrió

- ¿Derrota? – fruncí el ceño

- Iba a dejarme, pero ya ves – movió sus hombros y yo sonreí

- Te felicito por eso y por él bebe, espero que seas tan feliz como yo sabiendo que mientras está contigo él vive pensando en mi

- Eso lo vamos a ver, quien sabe, tal vez hasta se enamore de mi otra vez

- Bien – asentí y sonreí – ve y hazlo

- Claro lo hare y te aseguro que cuando simule un aborto espontaneo créeme que no se separara de mi – sonrió más, parecía una desquiciada

Fruncí el ceño confundida, ¿Qué había dicho? Ella comenzó a reírse de mi expresión y se acercó aún más apoyando sus manos en el respaldo de la silla.

- Villa es tan estúpido que cree que le voy a dar un hijo, los hombres son tan manipulables – movió sus hombros

- Le dijiste que iba a ser padre para que – cerré mis ojos conteniendo mis ganas de golpearla en ese momento – no puedes ser tan basura Jessica

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora