.7. II . segunda temporada

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Narrado por María Emilia Luna

- Nath

La llame mientras caminaba hacia ella observando el formulario de pedidos de los alimentos

- puedes preguntarle a

Levante mi vista y me topé con sus ojos verdes observándome con gran curiosidad. Tenía unas ganas inmensas de decirme a mí misma "al fin me recordó, al fin volvió" pero no hubo nada de eso.

- Hola – susurre

- Hola – sonrió levemente

- Bien, yo terminare esto – sonrió Nath tomando lo que tenía en manos – es bueno saber que estas bien, Villa

Mi amiga desapareció dejándonos a los dos solos. Estaba nerviosa, tenerlo ahí sin poder besarlo, ni abrazarlo, sin poder decirle que lo amo por miedo a que suceda algo malo con su cabeza era un castigo tan cruel. El guardo sus manos en los bolsillos, se encontraba tan lindo con su traje correctamente planchado.

- ¿Cómo te encuentras? Pensé que no iba a volverte a ver – sonri timido, yo creí morir

- Ya me ves, me encuentro muy bien – reí nerviosa – ¿y tú?

- Bien – hablo con un tono no muy convencido, pero mantenía su sonrisa hermosa

- ¿Cómo llegaste hasta aquí? – pregunté curiosa acercándome un poco más a el

- No lo sé, tengo la sensación de que estuve aquí más de una vez – dijo mirando alrededor

Sonreí levemente, el posiciono su mirada en mi temblé hasta los pies.

- ¿Tú qué haces aquí? – frunció el ceño

- Este lugar es mío y de mis hermanas – sonreí

- Es muy lindo – confeso observando el lugar nuevamente

- Papo – simón se acercó rápidamente a nosotros - ¿Qué hace aquí? – frunció el ceño

- No lo sé, solo llegue aquí

- ¿Te quedaras a comer con nosotros? – pregunto Moncho

- Am – dudo, sabía que en el fondo no quería molestar. Estaba confundido, me observo a mí y volvió a Moncho nuevamente

- A Mey no le molestara que te quedes – simón me observo de reojo

- Claro que no – sonreí, de verdad quería que se quedara aquí conmigo

- ¿Segura?

- Claro que no papo, ven con nosotros

Simón tomo de su brazo y lo llevo a rastras hacia la mesa en donde se encontraban todos. Villa fue observándome, pero luego volvió su vista al frente.

Respire hondo, estaba en una pileta ahogándome y él no se daba cuenta que estaba ahí. Quería llorar, no podía tolerar que no supiera quien era yo y quien era el, porque hasta dudaba de sí mismo y me dolía no poder gritarlo.

Durante la cena no podía dejar de observarlo. Se encontraba entretenido con Joaco como siempre que lo veía se perdía del mundo real como un niño pequeño. Suspire varias veces, toque mi vientre disimuladamente. Imagine que dentro de unos meses ambos estaríamos así, embobados de la mejor manera.

Me levanté rápidamente y fui hasta la oficina, no podía seguir viéndolo así. Me senté sobre la silla e inclinándome hacia la mesa terminé por apoyar mi frente en mis brazos y llorar en silencio.

- ¿Estás bien? – la voz de Isaza llamaba mi atención

- ¿Esto responde a tu pregunta? – susurre

Amarillo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora