𝙏𝙊𝙆𝙔𝙊 𝙍𝙀𝙑𝙀𝙉𝙂𝙀𝙍𝙎 - ᴏɴᴇ ꜱʜᴏᴛꜱ

𝙷𝚊𝚗𝚖𝚊 𝚂𝚑𝚞𝚓𝚒

·Ahora - J Balvin·
Parte 1/2
OS ambientado en un futuro al que regresó Takemichi
⚠️No contiene Smut, pero es hot⚠️
Male Reader

El restaurante donde comencé a trabajar no me daba buena espina.
Era lujoso, pero por eso mismo venía gente con la que es mejor no meterse.

—He oído que hoy vienen los altos mandos de ToMan —susurró mi compañera, mientras nos poníamos en uniforme para comenzar a trabajar.

—¿No son ellos...?

—¿La pandilla más peligrosa y respetada de todo Japón? Si. Controló el país en solo unos años. Además, tienen al dios de la muerte.

—¿Dios de la muerte?

—Si, tiene tatuajes en las manos y-

—¡Dejad de hablar y poneos a trabajar! —dijo nuestro jefe, al otro lado de la puerta.

Pusimos nuestra ropa en nuestras taquillas y salimos de la habitación de personal.

—¿Por qué sabes tanto sobre ToMan?

—Mi hermano es policía y ojeé los informes que trajo a casa.

—¿Eso no es ilegal? —pregunté.

Ella encogió los hombros y comenzó a coger las bandejas de comida para llevarlas a las habitaciones privadas del restaurante.

Yo tuve que entrar en la habitación donde estaban los hombres de ToMan.
Salí algo nervioso y cerré la puerta.

Justo entonces me choqué con alguien y caí al suelo.
Al alzar la vista, tenía una mano frente a mí. Estaba tatuada.

—El dios de la muerte —susurré, aceptando la mano y mirando su cara.

Era bastante atractivo, era serio, pero arrugó el ceño y sonrió un poco.

—¿Qué dijiste?

—N-nada.

Nuestras manos seguían unidas, así que me acercó a él y me miró serio.

—Si vuelves a llamarme así, te ahogaré con mis propias manos.

—Igual me pone —susurré.

Me llamó su actitud. Lo veía muy imponente, era bastante alto y sus ojos me analizaban de arriba a abajo.
Se alejó y sonrió de lado.

Entró en la habitación y yo me quedé en mitad del pasillo como un idiota.

A lo largo de la noche, entré un par de veces más a la habitación, y siempre noté la mirada de ese hombre sobre mí.

Ahora me encontraba en ese pasillo, organizando el carrito donde llevábamos a veces la comida.
Entonces la puerta se abrió. El hombre me miró de arriba a abajo y sonrió.

Señaló con la cabeza hacia la izquierda y se dirigió hacia allí.
Yo le seguí, algo inseguro.
Él miraba de vez en cuando hacia atrás, comprobando que le seguía.

Entró en el baño de hombres y comprobó que no había nadie. Cerró la puerta con seguro y se giró a verme.
Me acorraló contra el lavamanos, presionando su cuerpo contra el mío.

—O-oi... Ni siquiera sé tu nombre.

—Soy Hanma Shuji. Un placer, [Tn] —dijo, mirando la placa con mi nombre que traía en mi uniforme. Agarró mi mano y la besó con suavidad.

Me miró a los ojos, la tensión era notable entre ambos.
No había empezado nada, pero sé cómo iba a terminar.

Se acercaba lentamente a mí, sin dejar de mirarme. Desviaba la mirada a mis labios de vez en cuando.

—No creo que...

—Ahora hay que aprovechar, por si no se vuelve a dar otra vez —susurró, rozando sus labios con los míos.

Había algo de adrenalina en lo que estábamos haciendo. Que este era mi lugar de trabajo, él era un criminal... todo me calentaba.
Aún así no me parecía correcto.

—Hanma... No creo que sea buena idea —dije mientras él besaba mi cuello.

—Te quieres quedar... Te conviene y lo sabes —se acurrucó en mi cuello y luego me miró a los ojos—. Puedo cambiar tu vida...

Cerró un poco sus ojos y rozó sus labios de nuevo con los míos.

Mandé todo a la mierda y agarré su nuca, profundizando el beso y tomando la iniciativa.
Él sonrió y agarró mi cintura para pegarme a él.

Bajó sus besos de nuevo a mi cuello y mientras se entretenía dejando marcas, me volvía cada vez más fanático de lo que hacía, de lo que me provocaba.

Desabrochó los primeros botones de mi camisa para esparcir sus besos por mi piel.

—Hanma —susupiré cuando sus manos recorrieron mi espalda y jalaron un poco de mi pelo por la nuca. En ese momento la puerta del baño intentó abrirse, pero el pomo no giró—. Deberíamos irnos...

—Quiero tenerte ahora —susurró con la voz ronca, cerca de mi oído—. No hay más que hablar.

—Es peligroso hacer esto aquí —le aparté un poco, empujando su pecho—, mi turno termina en una hora.

—Nunca nadie me había rechazado —rió y se apartó del todo.

Se dirigió a la puerta, no sin antes retocar su traje frente al espejo.

—No te rechacé, solo...

—Tranquilo, te esperaré —sonrió y se marchó.

Una corriente azotó mi cuerpo.
Dios, ese hombre me trae loco.