𝙺𝚊𝚣𝚞𝚝𝚘𝚛𝚊 𝙷𝚊𝚗𝚎𝚖𝚒𝚢𝚊

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Parte 1/2
Female Reader

Le di un empujón a aquel idiota y luego un puñetazo que le tumbó en el suelo.
Todo el pasillo de la escuela nos miraba. Algunos susurraban cosas, pero no me importaba. Ni siquiera me importaba que sus amigos intervinieran.
Él se había metido con mi hermano y lo iba a pagar.

Él se quedó en el suelo, mirándome con una sonrisa.

—Te crees el rey de la escuela por venir desde un reformatorio —puse uno de mis pies al lado de su cabeza, aunque él no se inmutó. Luego me agaché de cuclillas sobre su pecho, pero sin llegar a sentarme sobre él. No me importó que viera bajo mi falda, ya que tenía unos pantalones abajo, me sentía más cómoda con ellos—. Crees que eres mejor que el resto por ser pandillero, ¿no es así? A mi me la chupa quién seas. Te has metido con quien no debías.

No apartó la mirada de mis ojos en ningún momento, y por supuesto yo tampoco.

—¡Oi! —llegó un profesor— ¡¿Qué pasa aquí?! Kazutora, Saitou, sepárense. ¡El resto a clase antes de que os castigue!

Todos se fueron de inmediato. Yo me levanté, al igual que el chico de pelo tintado.

—Vosotros dos, no causen más problemas o llamaré al director.

Sin más, se fue, dejándonos solos en el pasillo. Iba a marcharme cuando noté que me agarró la muñeca. Me liberé rápidamente y levanté mi puño.

—Tranquila, solo iba a decirte que pegas bien —su sonrisa no se fue mientras se iba, acompañado de sus amigos.

Yo no solía ser agresiva, pero ese chico me ponía de los nervios, y eso que sólo llevaba una semana en la escuela.

Volví a clase y allí me esperaba mi hermano, aún con una mejilla magullada.

—¿Te duele? —le pregunté.

—No tanto como el puñetazo que le diste —bromeó—. Gracias por defenderme... No tenías por qué.

—No dejaré que nadie se meta contigo.

No pudimos seguir hablando ya que la profesora comenzó a dar clase. 

Cuando ya terminó el día, nos cruzamos con aquel chico en la salida. Solo me miró con una sonrisa, no dijo nada más.

Durante todo el curso comenzó a acercase a mí, solo para molestarme. Tal y como lo estaba haciendo ahora.

—¿Qué pasa, amiga? No has hablado en todo el día y eso me pone triste —fingió un tono apenado.

—No soy tu amiga —yo estaba sentada en un banco del patio, haciendo unas tareas. Ni si quiera levanté la vista para hablar. Él estaba sentado sobre el respaldo del banco, apoyando sus codos en sus rodillas.

—No digas eso, sé que te caigo bien en el fondo —sonrió, golpeando mi hombro—. ¿Qué vas a hacer durante las vacaciones?

—Me quedaré en casa estudiando, tengo que aprobar los siguientes exámenes.

—No seas aburrida, [Tn]. ¿Qué tal si quedamos un día? Puedo llevarte en mi moto.

—No, gracias.

—¿Te da miedo montar?

—Para nada.

—¿Entonces por qué no vienes? —sonrió—. Si que te da miedo.

—Tu cara si que me da miedo.

—Eres una cobarde.

Me levanté rápidamente y me puse frente a él. Kazutora retrocedió un poco y aproveché para apoyar mis manos en sus rodillas y acercarme más a su cara.

—No soy una cobarde, no me llames así —susurré—. Ven el sábado a mi casa y te demostraré que no me asusta montar en tu maldita moto.

Recogí mi mochila y mi cuaderno y me fui de allí. 

—Nos vemos el sábado—dijo él con un tono feliz.

—Mierda, al final he quedado con él —maldecí en un susurro mientras me dirigía a clase.

Así, cuando llegó el sábado, salí de casa y allí se encontraba él, en su moto. Mi madre estaba detrás de mí mientras le miraba.

—¿Lo conoces?

—He quedado con él mamá. Es un compañero de la escuela.

—V-vale, hija... Ten cuidado, por favor.

—¡No se preocupe, señora! ¡La traeré a casa a las ocho, sana y salva! —dijo desde lejos.

Ella entró en casa y yo me acerqué a él para ponerme a su lado.

—¿Y tu casco?

—No tengo —dijo sin mirarme, sacando brillo a la carrocería.

—Supongo que tampoco tendrás uno para mí.

—No —sonrió—. Vamos sube. Dijiste que no eras una cobarde, demuéstralo.

Me monté tras él y esperé a que arrancará, pero no lo hizo.

—Vamos, agárrate. Te odio, pero no quiero que te caigas.

—Ni de broma te voy a tocar —mis manos estaban en el asiento para agarrarme mejor.

—Como quieras.

Él aceleró de pronto, intenté mantenerme sujeta con mis manos, pero finalmente me agarré a su cintura cuando tomó una curva. Vi su sonrisa a través del retrovisor mientras giraba por una calle.

—¿Dónde vamos?

—Es una sorpresa, no seas impaciente.

Estuvo conduciendo bastante rato hasta que al fin estacionó.

—Este es el reformatorio donde estuve los últimos años.

—¿Y para qué me has traído?

—Ven, es por aquí.

Le seguí por uno de los laterales del edificio. Detrás habían edificios y, a un par de minutos subiendo una cuesta, había un parque con algunos bancos para sentarse.
Él se sentó en uno mi miró al frente.

—Desde mi habitación siempre veía este parque y prometí venir algún día... Pensé que me sentiría distinto, pero entonces llegaste tú...

—¿A qué te refieres?

—La primera semana que estuve fuera me sentía igual que dentro del correccional, ni siquiera me sentía libre... Era algo extraño. Gracias a nuestra pelea sentí algo distinto.

—Mi puñetazo te despertó tu única neurona —bromeé.

—Si —rio y me golpeó el hombro.

Seguimos hablando hasta que me llevó de vuelta a casa.
Después de ese día comenzamos a ser más cercanos. En el fondo era una buena persona.

𝙏𝙊𝙆𝙔𝙊 𝙍𝙀𝙑𝙀𝙉𝙂𝙀𝙍𝙎 - ᴏɴᴇ ꜱʜᴏᴛꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora