𝙏𝙊𝙆𝙔𝙊 𝙍𝙀𝙑𝙀𝙉𝙂𝙀𝙍𝙎 - ᴏɴᴇ ꜱʜᴏᴛꜱ

𝙰𝚝𝚜𝚞𝚜𝚑𝚒 𝚂𝚎𝚗𝚍𝚘

·You give love a bad name - Bon Jovi·
Male Reader

Mi hermano, Takuya, trajo a sus amigos a casa de nuevo.
En realidad no me quejaba, ya que podía ver a Atsushi.

Él era un año mayor que yo y adoraba molestarme con eso.
Teníamos una buena relación si dejábamos de lado que me gustaba muchísimo.
Habían muchos problemas sobre ese asunto.
No sabía si le gustaban los chicos, y no sabía si podría llegar a gustarle alguien como yo.

Verle día tras día en la escuela no me hacía bien, lo deseaba con más fuerza a cada día que pasaba.

Mientras entraba a mi cuarto después de hacer unas palomitas, lo encontré saliendo del cuarto de mi hermano.

—Hola, [Tn].

Adoraba la forma en la que decía mi nombre. Algo tímido y con una sonrisa angelical.
Se apoyó en el marco de mi puerta mientras yo entraba, sentándome en mi cama.

—¿Qué estás viendo?

Entró en mi habitación y se sentó a mi lado.

—Me encanta ese anime, ¿puedo quedarme?

—Claro —sonreí.

Pasó una hora, en la que él se recostó sobre mis piernas mientras miraba a la televisión.
Me puse tan nervioso, pero a la vez estaba tan cómodo. Estaba en el cielo.

En algún momento, su mano se apoyó en mi muslo.
No hacía falta decir que un adolescente hormonal como yo se pone caliente con eso. Además apretó su agarre en algunos momentos. Estaba caliente como el infierno.

Al menos tenía un cojín en mi abdomen que también tapaba mi entrepierna.

Sin apenas darme cuenta, Atsushi se levantó y se dirigió a la puerta. Allí estaba mi hermano y sus amigos.

—Solo estábamos viendo anime, sabes que ese me encanta —se excusó.

Takuya me miraba con una pequeña sonrisa. Sabía lo que sentía hacia el chico que ahora salía de mi habitación.

—Vamos a jugar un rato, ¿vienes, [Tn]? —dijo Yamagishi, levantando una pelota que llevaba en sus manos.

—Tal vez más tarde, chicos. Pásenlo bien —sonreí.

En cuanto dejaron mi habitación agaché la mirada, avergonzado.

Cada interacción con Atsushi era como un disparo al corazón. Me dolía cada vez que se iba, o cada vez que mostraba desinterés al estar con el resto.

A veces me olvidaba de las pequeñas cosas que me hacían odiarle.
Pensaba que no me prestaba atención cuando había más gente porque se avergonzaba de mí y de lo que podríamos llegar a ser.

Esa misma noche, Takuya llegó a casa y entró en mi habitación después de preguntar si podía pasar.
Cerró la puerta tras de sí y me miró.

—¿Qué tal con Akkun?

—No lo sé —suspiré.

Se sentó a mi lado en la cama y me escuchó mientras me desahogaba.

—Sinceramente, pienso que deberías decirle esto —dijo al final—. Pide que aclare lo que siente antes de que esto llegue a más.

Seguí su consejo, y al día siguiente, al salir de la escuela, le pedí que me acompañara a la tienda, solo como excusa para alejarnos de los demás.

En lugar de entrar en la tienda, le arrastré hasta una calle donde no pasaba nadie.
Me paré y él se apoyó en la puerta metálica de un taller cerrado.

—Necesito hablar contigo —dije antes de que él pudiera decir nada.

—Adelante, te escucho.

Cruzó sus brazos y apoyó su pierna en el metal. Mierda, en esa pose se veía muy bien.

—Quiero que te aclares.

—¿A qué te refieres?

—Cuando estamos a solas eres una persona cariñosa, pero cambias cuando estamos con el resto. Sinceramente, me das ilusiones de algo que no sé si va a pasar.

Estuvo en silencio unos segundos.

—[Tn], lo siento pero no quiero una relación, además no tengo clara mi orientación ahora mismo... Me gusta tal como estamos, pero si eso te hace daño...

—Si, lo hace.

—Quisiera hacer algo antes de... acabar con todo oficialmente.

Antes de que pudiera reaccionar, sus labios se posaron sobre los míos.

Se sintió como el cielo, pero al separarse me sentí aún peor que antes.

—Adiós, [Tn].

Y tras ese beso de despedida, se fue.
No supe qué hacer hasta que la presión en el pecho provocó algunas lágrimas, que cayeron por mis mejillas sin control.

Caminé a casa, pensando en todo esto.
Él era tan culpable como yo. No debí haberme ilusionado tanto, sabía que no querría una relación. Pero seguía sin entender el por qué de ese beso.

Al llegar solo entré en mi habitación y me quedé allí, tranquilo, sin alterarme por nada.

Cuando llegó la hora de dormir, todo se arruinó. Todo cayó sobre mí.
Las lágrimas comenzaron a salir y mojaron mi almohada.

Suspiré y me senté en mi cama, mirando hacia la ventana casi cerrada.
Entraba algo de aire, pero estaba agusto.

Miré a mi lado, encontrándome con un montón de cosas en mi escritorio.
Entre ellas, unas horquillas del pelo que él se dejó en mi habitación.

Mis ojos se humedecieron más tras un leve pinchazo en el pecho.
Me tumbé en mi cama y cerré los ojos, intentando dormir.