𝙱𝚊𝚓𝚒 𝙺𝚎𝚒𝚜𝚞𝚔𝚎

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Por temas legales, Baji tiene dieciséis años, casi diecisiete, para que no haya tanta diferencia de edad.
Male Reader

Nunca creí que podría enamorarme de alguien en una semana, pero así es la vida.

Había cumplido los dieciocho hace poco y nunca había tenido una relación seria, solo un par de relaciones informales con chicos o chicas, pero nunca llegó a nada importante.

Mi madre aprovechó mi mayoría de edad para obligarme a cuidar del hijo de una vecina, que era amiga suya, mientras mi madre la acompañaba una semana a visitar a un familiar a Yokohama.

Realmente, yo no creía que su hijo, Keisuke, necesitara de mi supervisión. Se veía un chico independiente, y bastante peligroso a juzgar por su aspecto, eso me gustaba.
Algunos días le veía llegar a casa con sus amigos, montados en sus motos y con los uniformes de su pandilla.

Habíamos decidido que me quedaría en casa de los Baji esos días para vigilar a Keisuke.

Los primeros minutos en esa casa me trajeron un vago recuerdo de hace años, cuando mi madre me dejó unas horas a cargo de la señora Baji.

Vi una nota en la cocina, pegada a la nevera.

[Tn], gracias por cuidar de Keisuke, compré comida suficiente para ambos, pásenlo bien <3

Se me escapó una pequeña sonrisa.
Esa mujer era un amor.

Keisuke apareció por la cocina, abrió la nevera y cogió un zumo.

—No necesito un niñero —aclaró—, pero acepté que me cuidaras para no preocupar a mi madre.

Dio un sorbo mientras me miraba a los ojos.

—Lo sé, yo tampoco quería pasar una semana encerrado en una casa cuidando de-

—Oi —me interrumpió—, no voy a pasar todo el tiempo en casa, tengo vida social —rodó los ojos y se marchó a su habitación.

Yo paseé por el salón y cotilleé al lado de la tele, donde habían varios videojuegos y una consola.

—¿No tienes más videojuegos? —pregunté, pasando por su habitación, que tenía la puerta abierta.

—Prefiero leer —dijo, precisamente apartando la vista del libro que leía—, puedes tomar algún libro si quieres.

Le agradecí y entré en su cuarto.
Había algunos juguetes de gato por el suelo, algo de ropa desordenada en su escritorio y una estantería llena de libros. Con un primer vistazo supe que la mayoría trataban de animales.

En una pared estaban colgados un kimono de karate con un cinturón negro y el uniforme de su pandilla. Este me llamó la atención. El bordado parecía hecho a mano.

—Estás en una pandilla, ¿no?

Él asintió, sin apartar la mirada del libro.

—¿Sabes? Mi hermano también estuvo en una. Era una buena pandilla, incluso controlaron Tokyo durante unos años.

Parece que capté su atención, ya que dejó de lado el libro y me miró. Yo me senté en una silla y me recosté en ella.

—¿Cómo se llamaba?

—Black Dragons.

—¿Black Dragons? Yo conocí a uno de los fundadores, se llamaba Shinichiro y era el hermano de Mikey.

—Mikey es tu amigo, ¿no?

Él asintió y señaló una foto en su escritorio.

—El rubio de en medio es Mikey. Esa foto la tomamos el día que fundamos la Tokyo Manji, mi pandilla.

𝙏𝙊𝙆𝙔𝙊 𝙍𝙀𝙑𝙀𝙉𝙂𝙀𝙍𝙎 - ᴏɴᴇ ꜱʜᴏᴛꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora