𝙱𝚊𝚓𝚒 𝙺𝚎𝚒𝚜𝚞𝚔𝚎

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Male Reader

Mi mal humor aumentó conforme dos agentes de policía nos llevaban a Baji y a mí hasta el coche policial, con las muñecas esposadas en la espalda.

—¿Cómo has podido ser tan estúpido?

—Ya sabes que me enojo cuando tengo hambre.

—¡Pero hay unos límites! Y los has cruzado cuando casi prendes fuego al coche de unos policías.

El que me escoltaba me abrió la puerta trasera de su coche, pero no entré.

—Por favor, no me pongan en el mismo lugar que él. Lo mataré si lo tengo a mi alcance.

Minutos después, llegamos a la comisaría y, a mi pesar, no hicieron caso a mi advertencia. Nos pusieron en la misma celda.
Al menos era bastante amplia y cada uno se sentó contra una pared diferente.

Conocía al pelinegro desde hacía años, cuando me apunté a clases de kárate.
Hice buenas migas con Mikey y con él en apenas unas horas.

Quién me diría que acabaría en una comisaría por salir con ellos.
Porque si, Mikey iba con nosotros cuando ocurrió todo, pero el muy cobarde salió corriendo. No quería meterse en problemas... Fue el más inteligente.

—Ya verás cuando tu madre venga a sacarte de aquí —amenacé.

—Lo sé, probablemente no podré salir en un mes.

—Y cuando la escuela se entere...

—Lo he pillado, [Tn]. La he cagado. Ahora cállate.

—Cállame —respondí enfadado. Odiaba que me dijeran eso.

—De un vergazo te voy a callar, ven y arrodíllate.

Su sonrisa burlona casi hace que se me pase el enfado, pero me crucé de brazos y miré a otro lado.

—¿Con esa cosa tan chiquita?

Él sonrió, pero no dijo nada.

—Eres insufrible —bufé.

—Ya te dije que lo siento.

Suspiré y apoyé mi cabeza en la pared, cerrando los ojos unos segundos.

—Cuando éramos pequeños no éramos tan problemáticos, ¿eh? —dijo él.

—No sé yo —reí—, tú no has cambiado nada.

—Antes era un ángel.

—Sobre todo eso —bromeé con ironía.

—Idiota —cogió su chaqueta, que estaba a su lado, y me la tiró a la cara.

Sonreí y me recosté en aquel banco incómodo de la comisaría... por un momento había olvidado que estábamos allí. Casi olvido que estaba enfadado con él.

—Tenéis visita —se acercó un agente a la puerta, guiando a una mujer... Mi madre.

—Venga, sal de ahí. Tu padre me espera fuera para ir a un restaurante, llegamos tarde a nuestra reserva.

—Ya ha hecho todo el papeleo, puedes irte, chico.

La miré unos segundos.
Estaba mirando su móvil, vestía tan elegante como siempre. Eso me sacaba de quicio, siempre quería verse como una mujer adinerada, aunque eso era.

—Me quedo, esperaré a que la madre de Baji venga por él.

—Está bien, volveremos tarde esta noche. Adiós hijo.

Y con una pequeña sonrisa se fue.
El agente abrió la celda y yo salí, pero solo para sentarme fuera, mirando a Keisuke.

—Vaya, tan cariñosa como siempre, ¿eh?

—Así es ella.

—Oi, no quiero que pases la noche solo en esa estúpida mansión. Puedes quedarte en mi casa si quieres.

—No sé, no quiero enfrentarme a tu madre cabreada.

—Por favor, ven. Si estás tú no me regañará demasiado —rogó.

—Me lo pensaré —sonreí ante su desesperación.

Pasó un tiempo y nadie vino. Era de esperar, su madre trabajaba a veces hasta tarde.
Él acabó sentado en el suelo, frente a mí. Solo nos separaban esas rejas.
Yo miraba mis manos, algo magulladas por jugar en la calle y meterme en alguna pelea.

—¿A ver? ¿Ya se te ha curado la última herida?

Agarró mi mano y la pasó por los barrotes para acercarla a sus ojos.

—¿Acaso estás ciego? —dije, mientras acercaba mi mano aún más a su rostro.

Él rio y me devolvió la mano.

—Ciego se va a quedar Mikey cuando le vea. Nos ha dejado tirados el muy-

—Keisuke.

Una voz detrás de mí interrumpió al pelinegro. Cuando este levantó la mirada, su sonrisa se fue y vi en sus ojos que quería huir.

—Hola, mamá.

Yo me giré y la vi. Parecía muy enfadada.
El agente que venía con ella pasó a su lado y abrió la celda, pero Keisuke parecía no querer salir.

—Vamos a casa.

Sus palabras eran tan frías que sentí que me había congelado en mi sitio hasta que Keisuke habló.

—¿Puede quedarse [Tn] a dormir? Sus padres pasarán la noche fuera.

Ella se lo pensó un poco, pero acabó aceptando. Sabía lo mal que lo estaba pasando con mis padres y me tenía mucho cariño como para dejarme solo.

A pesar de lo que dijo Baji, que yo estuviera allí no evitó que su madre le gritase al llegar a casa. Luego le envió a su habitación y yo fui detrás de él.

—[Tn], tú quédate conmigo y ayúdame a hacer la cena.

—Si, señora.

La seguí hasta llegar a la cocina. Allí habían unas cuantas bolsas.

—Perdón por el desorden, había hecho a compra, pero no pude ponerla en su sitio.

Sin decir nada, empecé a ayudarla a ordenar, luego empezamos a hacer la cena.

—¿Hago algo mal, [Tn]?

—¿Perdona?

—Siento que estoy haciendo algo mal con Keisuke, por eso hace cosas así.

—No está haciendo nada mal, créame. Él es idiota, por eso lo hace.

Ella suspiró y dejó el cuchillo con el que cortaba la verdura.

—Él no quiere verla triste, mucho menos enfadada. De verdad que se esfuerza, pero su estupidez-

—[Tn] —me interrumpió—, cuida de Keisuke, por favor —iba a responderle "eso intento" cuando siguió hablando—. Sé que vas a estar mucho tiempo a su lado y confío en ti, así que cuida que no haga más estupideces de las que debería.

"Sé que vas a estar mucho tiempo a su lado".
Esa frase me hizo sentir algo. 

—Cuidaré de él, se lo prometo —sonreí.

Me aseguré de cumplir esa promesa, incluso arriesgando mi vida un par de veces. 
Valió la pena, todo valió la pena, ya que Keisuke vivió feliz muchos años más, solo desearía haber podido seguir a su lado, pero al evitar que le apuñalaran en una pelea, acabé perdiendo la vida. A pesar de ello, donde fuera que estaba después de morir, le cuidé como siempre hice.

𝙏𝙊𝙆𝙔𝙊 𝙍𝙀𝙑𝙀𝙉𝙂𝙀𝙍𝙎 - ᴏɴᴇ ꜱʜᴏᴛꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora