Capítulo 49: Ansiedad

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Jun despertó al escuchar el beep de una máquina cerca de su oído. Al abrir los ojos, se percató de que estaba acostado en una camilla—miró a su alrededor, pero la habitación estaba vacía. Intentó pararse, pero todo le daba vueltas, así que permaneció acostado evitando el malestar.

Suspiró profundamente al recordar lo que Alessio le había dicho, y quería creer que todo era mentira—quería escapar de la situación para que así todo volviera a ser como antes.

¿Pero qué tanto tiempo atrás? ¿Antes de saber su género? ¿O antes de que su familia lo despreciara? Su vida era un desastre... y se había vuelto mucho peor. Era un Omega—un Omega que no podía concebir. Se cubrió la cara con sus manos y soltó un fuerte quejido.

La puerta se abrió con un suave sonido y escuchó pasos acercarse.

"... Finalmente despertaste," comentó Alessio. "Me asustaste por un momento."

Jun miró al doctor por un instante mientras entraba a la habitación, sin embargo, no dijo nada. Alessio lo observó analizando su estado mientras se acercaba a su camilla, y luego se sentó en la silla a su lado.

"¿Me desmayé?"

"Tuviste un ataque de pánico," Alessio trató de llamar su atención, pero Jun continuó mirando sus manos. "¿Quieres que llame a un amigo o algún familiar?"

Jun se rio.

"No."

"¿Qué hay de tu Alfa?"

Esta vez Jun se volteó a mirarlo, luciendo bastante sorprendido. "¿Mi Alfa?"

Alessio sonrió levemente al finalmente poder llamar su atención.

"Pude olerlo desde el momento que entraste a mi consultorio." Tocó su brazo y removió suavemente la aguja que tenía introducida. "Y es uno dominante, al parecer—sus feromonas son muy fuertes."

Jun frunció el ceño.

"Lo entenderás cuando puedas percibirlas en un futuro." Agregó el doctor.

"No estoy saliendo con—nadie." Desvió su mirada nuevamente, y acarició su brazo al sentir algo de incomodidad. "Es complicado."  Terminó agregando al concluir que no podría engañar al doctor.

"No tienes que explicarme nada, no te preocupes. Solo quiero que me digas las cosas que podrían afectar tu salud, no te voy a juzgar." Alessio lo miró esperando una respuesta y Jun solo asintió. "¿Cómo te sientes?"

"Mucho mejor." Y era cierto, se sentía increíblemente bien al compararlo con ocasiones anteriores.

"Perfecto, te suministré una dosis del acelerador de celo y al parecer tu cuerpo está reaccionando como esperaba. Aunque, es increíble, ya que usualmente se ven resultados al paso de unos días y no solo en algunas horas—"

"¿Horas?" Preguntó, sorprendido. "¿Por cuánto tiempo he estado aquí?"

"Bueno, algunas ocho o nueve horas. Son casi las ocho de la noche."

"¿Qué?" Jun miró a su alrededor en busca de su teléfono y se lamentó al no encontrarlo.

"¿Es esto lo que buscas?" Preguntó Alessio, luego de sacar el celular de su bolsillo— sosteniéndolo en su mano.

"Si, gracias."

Jun miró la pantalla y cerró los ojos al ver todos los mensajes y llamadas perdidas. La verdad era que no se sentía bien mentalmente para lidiar con otras cosas—necesitaba un descanso—y pensó que se tomaría el resto del día para olvidarse de todo lo que había sucedido.

Laureles y PeoníasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora