Capítulo 110: Problemas

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"Creo que estos serán perfectos." Exclamó Ambrose, a medida que seleccionaban los platos de la cena de esa noche. "En una hora empezaremos a preparar la comida." Y esta vez miró a Jun de reojo, lo cual le causó suspicacia.

Donatella propuso el evento debido a que no se habían reunido desde hace meses, y al parecer la causa era la tensión que había en el lugar luego de que Jun huyera del Alfa. Incluso Aidan estaba en la mansión, y se alegró de poder interactuar con otra persona que le agradaba. Ya habían pasado más de dos semanas, y en el tiempo que llevaba allí, consideraba sus momentos más agradables cuando estaba junto a Ambrose y Noah.

Jun se encontraba sentado en el desayunador a medida que escuchaba los mandatos y el movimiento a su alrededor. El Omega se encargaba de la organización, ya que Donatella estaba indispuesta—hecho que pudo notar sucedía con frecuencia, ya que aparentemente Ambrose se encargaba de prácticamente todo en el lugar.

"Recuerda que a los gemelos no les gusta la zanahoria. Mejor hagamos una tarta, nunca se dan cuenta de los ingredientes que tiene." Se rio malévolamente, y Jun sonrió ante sus artimañas. "E irónicamente es su postre favorito."

Los empleados se rieron ante el comentario—parecían tenerle mucho cariño, ya que la alegría nunca desapareció de sus rostros a medida que trabajaban. Ambrose miró hacia donde estaba, y mostró una cálida expresión, la cual le devolvió genuinamente.

"¿Quieres que te preparen algo de comer?"

"Oh—no." Respondió, apenado. "Ya almorcé."

"Está bien, pero no te cohíbas en decirme si quieres algo."

Jun simplemente asintió. Había comido una merienda apenas hace unas horas, y a pesar de que sus porciones eran pequeñas, comía con mayor frecuencia. Sin embargo, en ese momento no tenía hambre.

La verdad era que Ambrose se encargaba personalmente de su alimentación luego de lo sucedido aquella mañana. Lo consentía en todos los sentidos de la palabra, y se alegró de que ya no sufría de los mismos malestares, o al menos no con tanta intensidad.

El Omega le miraba furtivamente con frecuencia, y se cuestionó si había algo que le inquietaba, pero no le preguntó nada. Se despidió al saber que pronto empezarían a cocinar, y probablemente no soportaría el olor.

Se dirigió hacia el taller que tanto Aidan como Salvatore pusieron a su disposición, lo cual le sorprendió bastante, debido a que sabía lo importante que era para ambos.

Una vez abrió la puerta se encontró con el lugar vacío, todo estaba igual a la última vez que estuvo presente. La única diferencia radicaba en que la pintura que había elaborado no se encontraba y se preguntó si la habían tirado—quizás alteraba la armonía entre las ilustraciones, ya que su estilo era muy diferente al del Omega que alguna vez fue dueño del espacio.

Se sentó frente a los ventanales, y respiró profundo. El distintivo olor de la pintura mezclado con el aire fresco relajó su mente, y se dejó llevar por la tranquilidad que le rodeaba por largos minutos. Su teléfono sonó rompiendo el momento y miró su pantalla un tanto sorprendido al ver aquel nombre mostrarse. Sus llamadas habían cesado por un tiempo, y luego se percató de que Brendan al parecer había bloqueado el número.

Recordó la discusión de hace dos días debido a su invasión a la privacidad, la cual solo llevó a que el Alfa durmiera fuera de la habitación, ya que el enojo de Jun no cesaba. Incluso había olvidado marcarle al Alfa y conversar con él para aliviar su preocupación.

Laureles y PeoníasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora