Los sonidos de los gritos a su alrededor lo dejaron entumecido—completamente paralizado. El olor a sangre y las feromonas alteradas por el dolor de su Omega le dieron arcadas.
Sentía brazos envueltos alrededor de su cuerpo para retenerlo a medida que le practicaban reanimación a su Omega, quien estaba completamente inmóvil en la camilla.
Los gritos a su alrededor saturaban sus sentidos, no podía entender nada. El sonido era enloquecedor.
Alguien sostenía a los gemelos a su lado, pero no le interesó mirar en su dirección.
"Los bebés están sanos." Escuchó a uno de los enfermeros decir en medio del frenesí y luego todo se detuvo.
Jun estaba completamente inmóvil, no había una señal de vida.
El constante pitido que salía del monitor parecía que rompería sus tímpanos de lo agudo que era.
"La hora de muerte es—"
Brendan se despertó de golpe, su corazón latiendo con fuerza. Solo se calmó una vez sus ojos se enfocaron en la figura que tenía en frente. El Alfa se había dormido en una incómoda posición, sentado al lado de su Omega.
Jun lo miró con ojos preocupados y acercó su mano a su frente.
"Estás ardiendo." Comentó, sus rasgos viéndose cansados.
Sí, así era esos días. Se veía tan consumido por el cansancio—como si los bebés estuvieran absorbiendo su vitalidad.
Solo había pasado unos días y ya su estado había empeorado. Lo bueno era que la cesárea estaba programada para la mañana del siguiente día y eso lo calmaba un poco.
"¿Tuviste una pesadilla?" Preguntó el Omega viéndose sorprendido. "No sabía que experimentabas eso." Dijo en un tono burlón, pero notó la preocupación en sus ojos.
"Soy humano sabes." Brendan suspiró con una leve sonrisa.
Jun se rio y palmeó su cabello. "Lo sé." Sonaba pensativo. "Es solo que a veces pareces tan perfecto."
Brendan no respondió y lo miró por largos minutos.
"¿De qué era la pesadilla?"
"A decir verdad, no lo recuerdo." Mintió."También difícil de creer." Preguntó el Omega con sus mejillas sonrojadas, probablemente ante su intensa mirada. "¿Qué?"
"Nada." El Alfa besó la palma de su mano. "¿Cómo te sientes?"
"... mejor." Jun sonrió, pero se vio forzado. "Aunque quiero ir al baño... con urgencia." Se veía apenado.
Brendan se paró de su asiento y luego de estirarse y liberar sus músculos, lo cargo en sus brazos—llevándose consigo el suero de medicamentos.
"Envidio esa fuerza." Comentó el Omega con humor, pero su voz era un poco débil.
"Tú nunca fuiste un debilucho, Junne."
"Parezco una bolsa de papas al lado tuyo."
Brendan se rio suavemente. "Tú, y tus ocurrencias." La penumbra con la que despertó lentamente se fue disipando a medida que hablaba con su Omega.
Lo colocó frente al retrete y se paró en la puerta dándole la espalda. Por alguna razón, Jun quería su privacidad esos días, lo cual le pareció ridículo ya que lo había visto desnudo innumerables veces.
Recibió una llamada, la cual contestó brevemente, sin interés. El sonido de algo al caerse llamó su atención, y su corazón se contrajo al ver la cara de su Omega, quien se sostenía del pasamanos.
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Laureles y Peonías
RomanceDespués de prácticamente ser ignorado por su familia por ser Beta, Junne se muda a otra ciudad para comenzar una nueva vida lejos de ellos. Pero al tratar de vivir tranquilamente, llama la atención de un Alfa dominante que está más que dispuesto en...