Laureles y Peonías

Capítulo 100: Marbella

Se durmió por un largo rato al no poder soportar más el agotamiento, la verdad no podía esperar llegar a una suave y cómoda cama para descansar apropiadamente. Abrió sus ojos, al escuchar el bullicio a su alrededor, y vio personas y vendedores ambulantes simplemente pasando el día de forma afable. 

Finalmente, habían llegado al hermoso destino costero—Marbella. La transición de la ciudad a zonas rurales y la vista del océano en la distancia creaban una atmósfera de tranquilidad. 

Mikhail continuó su camino y llegaron a un área donde solo se veían los muros de una amplia propiedad. En la entrada había un portero, quien inspeccionó el auto y sus ocupantes con ojos firmes.

"¿Cómo les puedo ayudar?" Preguntó el Beta—quien miró a Mikhail con sospecha.

"Tenemos una invitación de Quinn." Kayden le pasó la tarjeta que Alessio le había proporcionado. El hombre asintió y esta vez observó a Jun por breves segundos.

"Ustedes pueden pasar, pero él no."

Ambos lo miraron sorprendidos, y el hombre suspiró. "Tenemos Omegas que reaccionan de mala manera en la presencia de Alfas desconocidos." Explicó "Denme unos minutos a ver si arreglo algo,"

Entró a su cabina y sacó un walkie-talkie, donde conversó con otra persona y recibía instrucciones. Kayden agarró su mano con afecto y sonrió.

"Todo estará bien." Alentó. "Ahora solo debemos ser cuidadosos."

Jun asintió, agradecido con las palabras de ánimo, las cuales ayudaron a calmar sus nervios un poco. Mikhail estaba distraído, solo observaba los alrededores del lugar con atención.

"El lugar se ve seguro," Opinó. "Buena idea, lo de enmascararlo como una fábrica de dulces." Continuó una vez el portero se acercó a ellos. "Valverde." Leyó el nombre en un cartel.

"No es solo por apariencias," El hombre sonrió. "Es una buena forma de darle trabajo a los Omegas que no tienen recursos. No todos tienen familiares que los ayuden... están completamente solos." Hubo un silencio penoso ante la declaración. "Me informaron que el Alfa puede pasar, pero no entraremos por aquí."

Les hizo una seña, y ambos regresaron al auto para seguir su moto. Se dirigieron hacia otra entrada, en uno de los laterales de la propiedad. Se notaba que era una gran inversión, y se preguntó cuantas personas o quienes patrocinaban un proyecto de tal magnitud.

El interior del refugio era aún más impresionante, brindaba una atmósfera acogedora y reconfortante. Debido a la hora, había algunos niños jugando por el patio, quienes se les quedaron viendo con curiosidad a medida que avanzaban. El sonido de sus risas se desvanecía gradualmente a medida que se adentraban al complejo residencial. Notaron que las casas estaban bien cuidadas, con jardines delicadamente arreglados, lo cual daba una sensación de orden y limpieza.

El portero—Milton, los llevó hacia un camino alejado para así no toparse con ninguno de los residentes y luego se pararon frente a una enorme residencia. "Okay, esta es la casa principal." El hombre abrió la puerta y los guio por el pasillo. "Quinn me dijo que les dé un recorrido antes de llevarlos a su oficina. ¿Está bien?"

"Sí, nos encantaría."

Jun vio a un grupo interactuando en un extremo y les brindó una sonrisa la cual no fue recíproca.

"Puede que se vean odiosos, pero solo es porque han pasado por situaciones traumatizantes y no confían tan fácilmente. Eso cambiará una vez te conozcan."

A medida que caminaban, tuvieron un vistazo de las diferentes habitaciones, todas ellas equipadas con comodidades. Había áreas comunes donde la gente podía reunirse, y también espacios destinados a actividades recreativas—como una sala de juegos y un gimnasio. Era evidente que se había tenido en cuenta las necesidades de las personas que vivían allí. El lugar estaba diseñado para proporcionar un ambiente seguro para sus habitantes.