Jun observó la mesa con gran anticipación. Cruzó miradas con Juliette, quien se notaba nerviosa y trató de brindarle el apoyo que necesitaba por medio de un confortable gesto, para que pudiera expresarse.
"Estaremos bien." Le aseguró en un dulce tono.
Brendan sentado a su lado, apretó su muslo con firmeza, llamando su atención y haciendo que liberara un poco su inquietud. Por lo que asintió ligeramente, haciéndole entender al Alfa que estaba preparado para lo que venía.
Su mamá aclaró su garganta y miró a Jonathan con ojos cálidos, no obstante el gesto no fue recíproco, se preguntó si había sucedido algo entre ellos al notar el cambio—Jonathan se veía un tanto apático.
Posteriormente, Jun se enfocó en Ernesto, quien se veía impetuoso—era una expresión muy usual en el Alfa. Sin embargo, en ese momento parecía estar bastante hastiado, como si ya supiera que las palabras que serían enunciadas por Juliette eran una tontería—y esa actitud le molestó. Detestaba como descartaba las opiniones y emociones de todos a su alrededor.
"Lo que diré probablemente será difícil de entender, la verdad es que nunca pensé que se volvería tan complicado." La mujer miró a Jun y Jonathan respectivamente con ojos afligidos, y luego suspiró. "... Hace quince años cuando fui a ver a Edward," Esta vez miró a su esposo, quien frunció el ceño al escuchar el nombre de su hermano y abrió la boca para replicar, no obstante Juliette continuó su discurso. "Te dije que solo quería estar con él. Lo dije tantas veces," Su voz era suave a pesar del evidente reclamo.
El corazón de Jun se encogió al escuchar el dolor en la voz de su mamá. Ernesto en cambio, giró los ojos con una burlona expresión en su rostro—como si toda la situación fuera una broma. Su mirada pasó a ser indiferente, aunque había una intensidad bajo su fachada, la cual claramente incomodaba a la Omega.
Juliette elevó una mano temblorosa a donde se encontraba su marca forzada, y vio una sádica y orgullosa sonrisa asomarse a los labios de Ernesto al seguir el movimiento, y esto hizo que su sangre hirviera de impotencia.
"¿Por esto estoy aquí? ¿Para escuchar tonterías?" Se mofó. "Edward era débil, nunca tuvo una oportunidad contra mí. Y tú—un Omega, ¿qué esperabas que sucediera? Yo solo tomé lo que quería." Suspiró y agitó su mano, desechando sus palabras. "No tiene caso hablar del tema después de tantos años."
Hubo un silencio en el salón ante sus frías palabras, era más que obvio que para Ernesto Fiore, los Omegas no eran más que una propiedad—no los veía como seres autónomos que podían tomar sus propias decisiones.
Jun observó al hombre con detenimiento, ya que sus palabras resonaron en su mente. Se preguntó cuál era la diferencia entre el Alfa descarado que tenía al frente— y Brendan o cualquier otro Alfa.
A pesar de que Brendan no usó las mismas palabras, su actitud daba a entender que no había cabida al rechazo y siempre obtenía lo que quería, no había forma o incluso oportunidad de resistirlo. Sin embargo, profundamente también sabía que Ernesto y Brendan eran totalmente diferentes a pesar de que compartían ciertos aspectos, estaba seguro de ello—quería creerlo.
Ernesto miró a Brendan. "¿A dónde quieres llegar con esto, Russeau?" Preguntó tranquilamente rompiendo el silencio, como si todo el dolor que había causado fuera un simple juego para él. Como si no fuera un delito marcar a un Omega sin su consentimiento.
"Después de todo... La verdad es que me alegra que no haya una sola persona que herede tus genes." Las palabras salieron con tanto resentimiento, que sorprendieron a Jun—nunca la había escuchado expresarse de esa manera.
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Laureles y Peonías
RomanceDespués de prácticamente ser ignorado por su familia por ser Beta, Junne se muda a otra ciudad para comenzar una nueva vida lejos de ellos. Pero al tratar de vivir tranquilamente, llama la atención de un Alfa dominante que está más que dispuesto en...