Capítulo 82: Abusos

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Jun trató de alejarse de la temible figura que se acercaba con ímpetu, pero era como si sus piernas estuvieran adheridas al suelo. Los latidos de su corazón ahogaban el sonido de todo lo demás y sus ojos estaban desenfocados.

"Te lo advertí tantas veces." Gruñó el Alfa mientras halaba el cabello del pequeño Jun, provocando un quejido por el dolor. "... pero esto se acaba hoy."

Ernesto lo arrastró por el pasillo, ignorando los sirvientes a su alrededor, quienes tenían expresiones horrorizadas al ver la escena pero ninguno se movió para ayudarlo. Un Alfa adulto de considerable estatura abusando de un pequeño niño de doce años no era algo grato de ver, sin embargo, era difícil para ellos ser de ayuda cuando Ernesto Fiore era un Alfa con tanta influencia.

Jun buscó a su madre con ojos llorosos e incluso a su hermano, pero ninguno estaba allí. Uno de los empleados sostenía nerviosamente a Martha—su nana, para impedir que se acercara. Todos sabían que solo empeoraría las cosas si lo hacía..

Su padre lo lanzó dentro de su estudio con fuerza, haciendo que se tambaleara. Al ganar equilibrio, Jun corrió a un rincón tratando de poner distancia entre los dos, mientras el imponente Alfa rebuscaba entre sus gavetas.

"¡¿Dónde demonios está?!" Vociferó con enojo. "¡Martha, ven aquí!"

Su nana entró al lugar en segundos, y sus ojos se dirigieron inmediatamente a Jun, relajándose al ver que no tenía más heridas.

"¿Cómo le puedo ayudar, señor?" Preguntó la señora, con ojos agudos.

"Necesito las tijeras. Búscalas."

Martha fue al lugar donde se suponía que estaría la herramienta. Al paso de unos minutos y al finalizar su busqueda, inclinó su cabeza frente al Alfa en disculpa. "Me disculpo. No está aquí, señor. Veré si encuentro una en el almacén" Miró a Jun de reojo. " Yo... me llevaré al joven y le cortaré el cabello, no soy una experta pero—"

Ernesto levantó su mano y Martha dejó de hablar inmediatamente entendiendo el mandato. El aire a su alrededor se tornó frío y tenebroso.

"¿Me crees tan estúpido? Sé lo que intentas hacer," Dijo en un tono tan nivelado que hizo que la piel de aquel que lo escuchó se erizara. "... Si no hay tijeras, tráeme algo que corte. Cualquier cosa servirá."

La expresión tranquila de Martha se calló al escuchar sus palabras. "Señor,"

"¿Qué está pasando?" Interrumpió una joven pero varonil voz, disminuyendo un poco la terrible incertidumbre que se había dispersado en el aire. "¿Hermano?"

Su tío, Edward, estaba de pie en la puerta. Luego su madre llegó junto a Jonathan, quien tenía el ceño fruncido. La mirada nerviosa de su madre se alternaba entre Jun y su padre, sus manos temblorosas ante la escena que había encontrado. Trató de acercarse, pero Edward la detuvo.

"Juliette, me debes una explicación. Te he dicho repetidas veces que en esta casa ningún hombre lucirá de esa forma." Ernesto miró a su Omega con intensos ojos, ignorando a su hermano. "¿O es esto lo que haces cuando no estoy en casa? Desobedecer mis órdenes."

Edward miró a Jun quien solo llevaba puesto una playera color azul pastel y un pantalón corto, el cual estaba manchado de pintura. Se veía confundido ya que no entendía a qué se debía el alboroto de su hermano.

"Lo siento, es mi culpa." Dijo su madre, aterrada. "Lo iba a llevar al estilista esta semana, es solo que no tuve tiempo debido al ingreso de Jonathan a la academia y por las citas del embarazo. Pensé que regresarías en unos días—"

Laureles y PeoníasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora