Capítulo 134: Buenos momentos

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Jun abrió los ojos lentamente y miró a su alrededor luego de remover la manta que cubría la mitad de su cuerpo. El lugar estaba vacío, y afortunadamente un vaso de agua estaba a su vista—el cual no recordó haber pedido, y lo tomó con urgencia. Se paró y peinó su cabello suavemente, suspirando ante lo frecuente que se quedaba dormido esos días.

Una incomodidad en su pecho llamó su atención, tocó el área y se crispó al sentir el leve escozor, ya que estaban muy sensibles—sus pezones estaban endurecidos e inflamados.

Desde hace días había notado el cambio, y era algo que le causaba un poco de inseguridad—debido a que incluso su forma había cambiado y se veían femíneos. También su ropa le molestaba la mayor parte del tiempo al rozarlos, pero esa tarde era un tanto inaguantable.

Espiró lentamente, e hizo una nota mental para así luego preguntarle a Ambrose cómo aliviarlo.

Miró a su alrededor para continuar su cometido, y se percató de los materiales esparcidos por el sofá. Su objetivo era pintar por unas horas, ignorando la desaprobación de Brendan—quien  no quería que se expusiera ante los solventes, incluso después de explicarle que había algunas especificas que eran relativamente seguras. Al final, llegaron al acuerdo de que pintaría una vez a la semana para evitar complicaciones.

Jun cerró los ojos y disfrutó del aire fresco que se filtró por la amplia terraza—lo cual ventilaba adecuadamente el lugar, y no lo exponía ante el olor de las pinturas. Era un área del condominio que no era muy poblada y sabía que podría escabullirse allí sin llamar mucho la atención. Se convirtió en su lugar preferido.

Tomó su pincel y esparció la mezcla de colores por la paleta. Observó el lienzo, el cual ya tenía algunas marcas, y acomodó el caballete, para así continuar su visión artística.

La figura tomó forma, y al paso de los largos minutos y probablemente horas, su mano se deslizaba con más fluidez y propósito sobre el lienzo. Se sentía tan bien finalmente poder expresarse como acostumbraba a hacerlo, no obstante, ya se sentía un poco agotado.

Un sonido fuera del salón llamó su atención, el cual continuó insistentemente. Era metálico, ampliado por el eco.

Decidió ver que era—y luego de limpiar y organizar los pinceles esparcidos a su alrededor en la mesa, salió del lugar.

Dejó sus sandalias atrás y caminó descalzo—algo que hacía mucho últimamente. Disfrutó de la vista a través de los ventanales del pasillo y la suave alfombra a sus pies, con una expresión de tranquilidad en su rostro.

La verdad era que la vista era excepcional. Y más aún luego de las remodelaciones, lo cual implicaba la adición de un sinnúmero de flores de todo tipo en los alrededores, dándole un sentimiento familiar y acogedor a la propiedad. El cambio fue una gran diferencia ya que anteriormente se notaba que era la casa de un Alfa, ahora no obstante, parecía el lugar donde se podría construir una familia.

Jun sonrió y acarició su panza a medida que avanzaba.

Finalmente llegó a la fuente del sonido, y se encontró con un amplio gimnasio—era la primera vez que veía el lugar. Se inclinó del umbral de la puerta, a medida que veía a su Alfa ejercitarse.

Sonrió—ya que tontamente creyó que los Alfas simplemente desarrollaban sus músculos debido a su rasgo, por lo que se sintió bien saber que realmente se esforzaban como los demás para mantener una buena figura.

"No hagas nada. Deja que se encuentre con su contacto, para finalmente saber quién la esta financiando. Es más que obvio que algún bastardo de la competencia está involucrado. Solo necesitamos pruebas." Habló en su audífono inalámbrico, su voz tosca—y escuchó la respuesta de la otra persona. "Una vez eso suceda, deshazte de esa perra."

Laureles y PeoníasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora