Jun se despertó esa mañana con una bienvenida tranquilidad. Estaba de buen humor, ya que no había sido atormentado por una de sus insoportables pesadillas.
Miró a su alrededor y el cuarto estaba vacío, lo cual era extraño, ya que una vez recuperó la conciencia, nadie lo dejaba solo.
Se paró de la cama, y delicadamente tocó su abdomen, sonriendo suavemente al recordar que los exámenes de seguimiento habían salido bien—pero debía ser muy cuidadoso, puesto que su embarazo era de alto riesgo. Incluso podía sentir la tensión en el aire cada vez que el doctor hablaba de los bebés delante de Brendan y sus familiares, y lo entendía.
Se dirigió al baño y se miró al espejo detenidamente—notando lo desarreglado que estaba su largo cabello, y colocó los mechones que estorbaban detrás de sus orejas.
Habían pasado dos semanas desde que había sido ingresado en el hospital—todos habían insistido en que debía quedarse más tiempo para asegurarse de que todo estuviera bien. Y más aún debido a que en las noches frías y lluviosas, el dolor en su cuello aumentaba de forma abrumadora. Trató de disimularlo los primeros días, pero fue inútil debido a la atención que recibía de todos. La buena noticia era que últimamente el dolor era leve.
Se habían vuelto muy sobre protectores, y a pesar de que sabía que era bien intencionado, ya estaba un tanto cansado de encontrarse entre aquellas blanquecinas paredes—saturado del insoportable olor a medicina.
Continuó viendo su reflejo, pudo apreciar que a diferencia de hace unas semanas, su rostro tenía más vida. La palidez se había ido de su semblante y las ojeras ya casi no eran visibles. Luego se enfocó en el delicado vendaje en su cuello, el cual cubría la herida que aparentemente dejaría una cicatriz, y su mano se elevó inmediatamente. Tocó el área con cuidado, y ojos repletos de curiosidad.
Aún no lo podía creer.
Le pertenecía a Brendan, era su Omega y pensarlo llenaba su corazón de un sentimiento indescriptible.
No obstante, estaba ansioso, quería que llegara el día donde el Alfa lo valorara como correspondía—como su compañero de vida y no simplemente su propiedad. Ya que así se sentía, el comportamiento del Alfa era más propietario que sentimental a sus ojos.
Escuchó la puerta de la habitación abrirse, e inmediatamente removió su mano del área. Pudo notar la incomodidad de muchos a su alrededor cuando se enfocaba en la herida, como si se imaginaran inmediatamente lo que había sucedido y no pudieran ignorarlo. Así que evitaba tocarlo al frente de los demás.
Salió del pequeño espacio y se encontró con ojos profundos y azules. Era Jonathan, quien sostenía en sus manos una pequeña bolsa de papel—tenía un logo que reconocía, ya que era su panadería preferida en el pasado. Le sorprendió un poco que su hermano lo recordara y sonrió cálidamente.
El olor del delicioso pan se esparció por el lugar abriendo su apetito, el cual últimamente era insaciable.
"Es tu favorito." Dijo su hermano, con una nerviosa sonrisa.
Era la primera vez que lo veía desde que había sido trasladado al hospital y se preguntó por qué. Se acercó al Alfa y tomó la bolsa de sus manos, su atención fija en la comida.
"Gracias..." Luego lo miró directamente a los ojos. Jonathan lo observaba cuidadosamente como si quisiera comprobar que estaba bien. "¿Por qué no habías venido antes?" Preguntó suavemente, pero no en reclamo.
Sabía que su hermano debía tener una razón. Era evidente ya que Juliette se ponía nerviosa cada vez que le preguntaba qué sucedía.
"... ¿Sentémonos primero?"
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Laureles y Peonías
RomanceDespués de prácticamente ser ignorado por su familia por ser Beta, Junne se muda a otra ciudad para comenzar una nueva vida lejos de ellos. Pero al tratar de vivir tranquilamente, llama la atención de un Alfa dominante que está más que dispuesto en...